México, entre el optimismo oficial y los “otros datos”
Juan Carlos Cruz Vargas
En plena tormenta de incertidumbre en los mercados financieros, causada por la quiebra de los bancos estadunidenses Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank, la economía mexicana que crece lentamente no es inmune a la desaceleración que campea sobre Estados Unidos.
Aunque no por la vía bancaria, la posibilidad de que la economía nacional se estanque está latente pese al discurso optimista del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien el jueves 16 presumió en su habitual conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional: “Les puedo decir que ahora no es como en los tiempos del neoliberalismo, que, en efecto, le daba gripa a Estados Unidos y aquí nos daba pulmonía; ahora es al revés, allá pueden quebrar los bancos, como está sucediendo, y aquí no pasa nada, o pasan cosas buenas”.
El mandatario destacó los empleos creados, las utilidades de la banca comercial en México, el incremento de los salarios y la fortaleza del peso.
Ese mismo día en la inauguración de la 86 Convención Bancaria, celebrada en Mérida, Yucatán, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O, de plano aseguró que en México “se respira una atmósfera distinta de la que hoy encontramos en otras latitudes”.
Los temas del nerviosismo en los mercados y de posible contagio de México no existieron en el discurso de quien maneja la política fiscal del país.
“México se encuentra en una posición privilegiada y no sólo es geográfica; vive además un gran momento al reconfigurarse las cadenas globales de valor en la industria manufacturera, introducirse una gama de nuevas industrias que se recuperan de Asia y otras que ahorran energía que son cambios de gran profundidad que sólo ocurren después de varias décadas”, agregó Ramírez de la O.
Cautela
En entrevista con Proceso, el economista en jefe para Latinoamérica de Barclays, Gabriel Casillas, no echa las campanas al vuelo, y acota:
“Si la economía americana se desacelera, porque empieza a no dar crédito sobre todo a las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que son las que generan mayor empleo, este va a caer y habrá una desaceleración en Estados Unidos, pero no es un tema de la banca, es de ciclos económicos.
Si la banca ya no presta en ese país, nos va a pegar, no hay duda. Tenemos blindaje de estabilidad económica, pero no tenemos blindaje de crecimiento”.
Si bien la economía mexicana logró crecer 3.1% en 2022, esta cifra fue menor a 4.9% de 2021, la cual derivó del “rebote” después de la recesión económica causada por la pandemia en 2020, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó 8.2 por ciento.
Para este año las expectativas de crecimiento van a la baja: el Banco de México (Banxico), por ejemplo, en su último Informe Trimestral de Inflación recortó su previsión puntual de 1.8% a 1.6 por ciento.
Mientras que el consenso de las 34 casas de análisis que participan en la Encuesta Citibanamex anticipa un crecimiento de 1.4%, que, si bien mejoró respecto de la encuesta pasada, queda lejos de 3% que el mismo Ramírez de la O espera que la economía nacional registre en el presente año.
El inercial crecimiento de la economía mexicana, que, según López Obrador, creció más que China y Estados Unidos en 2022, preocupa a especialistas como Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), quien en la ponencia Perspectivas Económicas 2023-2024, en la Convención Bancaria advirtió:
“Crecer 1.7%, crecer 2% en una economía emergente, como lo es la mexicana, nos queda a deber. Es increíble que 1.7% sea la cifra más optimista de la economía. Un bajo crecimiento repercute también en la recaudación e impacta en las finanzas públicas, que tienen poco margen de maniobra”.
Agregó que “no vamos a llegar al final del sexenio con finanzas holgadas y con respiro fiscal, no hay una crisis de finanzas públicas, pero sí veo que hay mucho menos amortiguadores fiscales para algún choque proveniente del exterior”.
Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA, también puso el dedo en el renglón sobre el bajo crecimiento de México.
“Tenemos un tiempo recorrido en esta administración, se han mantenido los fundamentos macroeconómicos, pero muchas decisiones de política nos han llevado a una situación donde el crecimiento ha sido cero y ni se diga en términos per cápita”.
Aunque los nubarrones causados por el colapso de algunos bancos americanos parecen no ensombrecer el rumbo económico de México, dejan ver a una economía esperanzada en el impulso de las inversiones por la relocalización de empresas y amortiguada por el tipo de cambio, que es el que recibe, en primera instancia, los impactos del exterior.
–¿México está preparado para una eventual desaceleración de Estados Unidos? –se le pregunta a Casillas, quien también fue economista jefe para México y Chile de los bancos de inversión J.P. Morgan y UBS.
–¿Preparado para qué? ¿Qué nos puede contagiar? La banca, nada; el tipo de cambio ya reaccionó en días porque quiere decir que el tipo de cambio está absorbiendo ese choque, en lugar de que lo haga la economía mexicana o el empleo. Pero es un tipo de cambio que volverá a ser fuerte. No nada más el Banco de México ha hecho su trabajo.
“No nada más es eso –agrega en los pasillos del Centro Internacional de Congresos de Yucatán, donde se realizó la Convención Bancaria– se tiene que el mundo de inversión se hizo chiquito.
“Los inversionistas con los que yo trato ya no pueden invertir en Rusia. Se están saliendo muchos de China; no pueden operar en Turquía; y no tienen confianza en países sudamericanos como Colombia. Entonces, ¿a dónde van esas inversiones? A México”.
Mejor protegidos que en EU
Respecto de que el peso fue el principal “amortiguador” de la economía mexicana en la incertidumbre causada por la crisis de Signature Bank y SVB, Gabriela Siller Pagaza, directora de análisis económico y financiero del Banco Base, expone que no se puede hablar de una moneda fuerte, “sino de una moneda que reacciona y funciona como amortiguador de la economía mexicana, lo cual es bastante bueno porque antes lo que sufría es el crecimiento económico”.
En efecto, el tipo de cambio pasó de los 18 pesos por dólar a las 19 unidades por divisa en sólo una semana.
A Siller Pagaza no le gusta el término “súper peso”, que en las últimas semanas se puso de moda en los medios de comunicación y redes sociales, y define que la mexicana sigue siendo la moneda de una economía emergente que depende de lo que sucede en el exterior.
“Si el peso se había apreciado de manera significativa era por las exportaciones, remesas, inversión extranjera directa; y si hablamos de política, es por la política monetaria restrictiva del Banxico, que se supone debería traer capitales, pero en realidad no hemos visto entradas. Son inversiones a muy corto plazo y, entonces, pasa algo como lo que vimos con los bancos estadunidenses o los anuncios de la Reserva Federal (de Estados Unidos), que causaron que el tipo de cambio se fuera por arriba de los 19 pesos por dólar”.
La economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León descarta que la crisis de los bancos extranjeros tenga un efecto en México.
No creo que se vaya a dar un efecto dominó. La regulación bancaria (en México) es mucho más estricta que en Estados Unidos. Pasamos la prueba de fuego en 2009, y lo que está sucediendo es muy distinto. No hay riesgo de crédito. Sube la tasa de interés, las valuaciones de portafolios a largo plazo se hacen pequeños; en 2009 hubo una recesión, pero no hubo una crisis bancaria”.
Según la Asociación de Bancos de México, las causas de la quiebra del SVB difícilmente se replicarían en México porque los bancos en nuestro país cuentan con adecuada liquidez: es decir, un Coeficiente de Cobertura de Liquidez (CCL) de 299% al tercer trimestre de 2022.
Dicho indicador permite prever que las instituciones de banca múltiple conserven activos líquidos de libre disposición y de alta calidad crediticia para hacer frente a sus obligaciones y necesidades de liquidez durante 30 días para un periodo de estrés.