La basura electrónica representa un reto ambiental y de salud

Fabiola Méndez
Usar el celular por las mañanas, activar el asistente virtual, encender una bocina para escuchar música y alistar la computadora o la tableta para trabajar son actividades que realizamos a diario. La tecnología nos ha traído grandes ventajas, pero también inconvenientes y uno de ellos es que muchos de los componentes de estos aparatos son perjudiciales para el ambiente y, por tanto, es importante reciclarlos.
A decir de Heberto Ferreira Medina, encargado del área de Telecomunicaciones del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, campus Morelia, los residuos provenientes de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), o basura electrónica, pueden clasificarse en seis categorías:
- Refrigeradores y equipos de aire.
- Pantallas y monitores.
- Lámparas.
- Aparatos grandes (como estufas o lavadoras).
- Artefactos pequeños (como tostadoras y hornos de microondas).
- Equipos informáticos o de telecomunicaciones (como celulares, laptops y tabletas).
Al respecto, el académico señaló que la mayoría desconoce la importancia de eliminar de forma segura estos residuos y ello se ha vuelto un problema global. “Muchos creen que, si un aparato dejó de funcionar va a la basura. Ahí empieza el problema de contaminación”.
En dicho contexto, detalló que en los países desarrollados cada dos o tres años las personas cambian de teléfono móvil “y estar a la moda genera un severo trastorno ambiental”.
Cada vez es más usual ver RAEE en basureros a cielo abierto. Lo grave es que, cuando estos artefactos entran en contacto con el agua, el sol y la polución empiezan a degradarse y producen un líquido llamado lixiviado, el cual se forma por la descomposición de desechos orgánicos, el derrame del contenido de los envases, residuos de solventes y, la mayoría de las veces, por una mezcla de todo lo anterior.
Esos líquidos se infiltran al subsuelo hasta llegar a los mantos acuíferos. “Muchos ríos en México se encuentran muy contaminados por metales pesados provenientes de la basura electrónica”.

Preocupación mundial
El desarrollo tecnológico ha traído un aumento en la cantidad de RAEE. Según el reporte más reciente del Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos, cuya edición es de noviembre de 2024, en 2022 se generaron 62 mil millones de kilogramos (kg) en el mundo, la mayor cantidad registrada hasta ahora (en 2010 fueron 34 mil millones); también refiere que, en ese mismo año, cada habitante desechó un promedio de 7.8 kg, pero sólo el 22.3 % (13 mil 800 millones de kg) se recogió y recicló de forma ecológica.
Heberto Ferreira advirtió que la cantidad de RAEE ha aumentado a un ritmo casi cinco veces superior a la de los residuos oficialmente reciclados. El informe referido también prevé que para 2030 se generarán 82 mil millones de kilogramos.
China es la nación que más produce esta basura (12 mil millones de kg), seguido de Estados Unidos (7 mil 200 millones) e India (4 mil 100 millones). En la lista sigue Japón (2 mil 600 millones), Brasil (2 mil 400 millones), Rusia (mil 900 millones), Indonesia (mil 900 millones), Alemania (mil 800 millones), Reino Unido (mil 700 millones) y México (mil 500 millones). Cabe destacar que nuestro país ocupa el décimo lugar a nivel mundial y el tercero en América.
“Hoy, cada mexicano genera unos 12 kilogramos anualmente. Si multiplicamos eso por 130 millones de habitantes, en 2025 produciremos 1.5 millones de toneladas de basura electrónica. Trescientas mil toneladas son más o menos un Estadio Azteca, entonces eso equivale a llenar entre cinco y seis estadios”, indicó Ferreira Medina.
Para hacer frente a la problemática, el reto es manejar apropiadamente esos residuos, pero no hay una legislación adecuada o regulación suficiente sobre los lugares donde se tiran. “Sólo tenemos una norma oficial, la NOM-161-SEMARNAT-2011, que clasifica los residuos que son basura y comprende algunos componentes electrónicos. Es la única regulación, pero no se sigue porque se volvió obsoleta”, sentenció.
Mitigar la situación
Una de las medidas más útiles es usar la tecnología por más tiempo. Las empresas pueden colaborar haciendo un ciclo recirculante de la tecnología, esto es, adquirir el electrónico, sacarle jugo y, cuando se descomponga, devolverlo a la compañía que lo produjo para desensamblarlo y aprovechar algunos de sus componentes.
Otra medida es participar en los reciclatrones, jornadas organizadas por la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, en colaboración con diversas instituciones educativas como la UNAM, que buscan fomentar el hábito de separación de los residuos electrónicos para su acopio adecuado y reciclaje.