Complot nipón hecho en México

Rafael Cardona
Alguna vez dijo Andrés López el estoico macuspano: mejor heredar a los hijos pobreza que deshonra. O algo parecido. Estoy citando de memoria y esta suele fallar.
En el caso de su primogénito, el notable profesional de la política Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización del partido dominante, mejor conocido como Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y a quien sus adversarios con aviesas intenciones peyorativas apodan como “Andy”, cuando bien podrían referirse a él con el respeto debido a su alcurnia, linaje, prosapia y responsabilidades públicas, las cosas no han sido así. Ni pobreza ni deshonra.
Si bien su actual posición en la Nueva Iglesia Morenista, fiel en la observancia de los mandamientos de buen comportamiento, amor al pueblo o como otros le llaman prójimo y rechazo por los fulgores mundanos de avaricia, codicia y demás ropajes de la humana vanidad, le ha sido puesta en bandeja argentina por su señor padre, la perversa oposición derechista, reaccionaria, clasista, racista, patriarcal (él no sabe de patriarcados), lo señala como reacio al ordenamiento bíblico del sudor de la frente como precio del pan, eso es falso. Trabaja hasta la extenuación, por eso vacaciona.
Y ese señalamiento perverso es del todo injustificado. Tanto como andarlo espiando cuando él, discretamente, se marchó a las lejanas islas de Cipango, no por su devoción al sushi (ese lo puede conseguir en Walmart), ni a las mercancías de Prada (esas en Perisur) sino por la discreción debida a su alto cargo, según nos ha dicho en una digna carta explicativa cuyo sincero contenido debería satisfacer y llenar de vergüenza a los envidiosos y malquerientes, ya estén dentro de las filas partidarias o en la mefítica derecha reaccionara.
¿Cómo harán los reaccionarios para espiar si últimamente no sacan un perro de la milpa? Ese destino nomás lo sabían doña Luisa Alcalde, y los acompañantes a tan remoto sitio?
La verdad eso de los acompañantes también es comprensible.
¿Qué tal si frente al monte Fuji se acuerda de la canción mixteca y sufre el síndrome del Ja-Mai-Kón-San? y al verse tan sólo y triste cual hoja al viento quisiera llorar de sentimiento; ¡óigame no!, siquiera con quien hacer un coro sobre todo ahora cuando ya se prepara la entronización del presidente de la suprema Corte quien ha trocado la vara de la justicia (como decía Don Quijote), por el bastón del Tata Mandón.
Pero el aludido ha tomado el toro por los cuernos y firme, ha dicho así con inspirado acento:
” …Mis adversarios y los hipócritas conservadores que solo suelen ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, mandaron a sus espías a fotografiarme y acosarme para así emprender una campaña de linchamiento político impregnada de odio, clasismo y calumnias…” perdón, pero qué poca madre tienen los espías, nomás fisgan lo que sucede.
“No somos iguales, nosotros no somos corruptos –nos ha dicho–, y en mi caso desde niño aprendí (precoz, Don Andy), posiblemente antes que otros (debió haber dicho también otras, por equidad), que el poder es humildad… y que se debe vivir en la justa medianía como lo recomendaba el Presidente Juárez (de regreso de un viaje a China donde compró tinta para firmar las Leyes de Reforma).
“En consecuencia, jamás olvidaremos hacer de nuestra vida pública una línea recta y seguiremos el ejemplo de nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo…”
Pues yo creo firmemente en la franqueza de sus palabras, la dignidad de su herencia y la humildad de su comportamiento. Veo en su caso, una muestra viviente de la sabiduría de Noroña. En la política se sufre.
Los políticos, especialmente los de Morena, deberían ser aplaudidos aun antes de hacer las cosas, porque de seguro cuando las hagan será siempre en favor de México y en contra de los opresores del pueblo.