Congreso Morena: definir poder de AMLO/CSP para 2027 y 2030

Carlos Ramírez

Como la experiencia sistémica ha funcionado en proyectos políticos transexenales, las relaciones políticas entre el presidente emérito Andrés Manuel López Obrador y la presidenta en funciones Claudia Sheinbaum Pardo se encaminan a un momento de replanteamiento de prioridades entre dos núcleos de poder frente a una agenda política que se percibe muy tensa por el acoso del presidente Donald Trump y con muchas definiciones rumbo a las legislativas de 2027 y las presidenciales de 2030,

En este escenario, en medio de un caos informativo por la agenda estadounidense, ha pasado desapercibida la organización del Congreso Nacional de Morena que adelantó su dirigencia nacional para definir de una vez por todas uno de los temas que se ha atravesado en los espacios de poder de ambos presidentes: la reelección política o ley antinepotismo, el tabasqueño posponiéndola a 2030 desde el Palacio de Invierno de Palenque y la presión de Palacio Nacional para hacerla funcionar en 2027.

El desorden legislativo y desde luego los malos mensajes de reformas legales y constitucionales prohibieron desde ahora la transmisión del poder entre parientes en diputaciones, alcaldías, gubernaturas, senadurías y la sombra de la presidencial de 2030, pero con un tercero transitorio que pospone las reformas hasta el 2030 y no desde el 2027 como lo planteó de manera original y así lo defendió la presidenta Sheinbaum.

Pero el trasfondo es de mayor calado: se va a definir una de las claves de poder político en el modelo vigente de Estado que fundó Benito Juárez, aprovechó Porfirio Díaz, la llevó al poder absoluto Álvaro Obregón, la ejerció sin pudor Plutarco Elías Calles y se definió desde 1929 como una arquitectura institucional del Estado priísta constitucional mexicano que siguió vivo en las presidencias del PAN y ahora de Morena: el presidencialismo absolutista a partir del control directo del presidente de la República de su partido mayoritario y a través de ese hilo de dominio como ley de hierro el jefe del Ejecutivo federal que se convierte en el centro del poder absoluto.

El presidencialismo por sí mismo tiene recursos legales: el control del presupuesto federal en un esquema de asistencialismo provinciano, la Jefatura de las Fuerzas Armadas como general de cinco estrellas y sobre todo –y aún con esta variante irrelevante de fiscal de autonomía light— el hilo del Ministerio público que permite fincar acusaciones o decretar inocencias.

La presidenta Sheinbaum se encontró con una estructura de poder cucha o cercenada o incompleta: tiene la titularidad del Poder Ejecutivo con las Fuerzas Armadas, el presupuesto y el Ministerio Público, pero el presidente emérito se llevó al Palacio de Invierno de Palenque al partido Morena y desde ese hilo de poder impuso jefes legislativos, controla gobernadores y alcaldes, decidirá candidaturas legislativas y de gobernadores del 2027 y tendrá desde ahí la cereza del pastel: la designación del proceso y el candidato presidencial de Morena para 2030-2036.

La presidenta en funciones de Morena es Luisa María Alcalde Luján, un alfil absolutamente lopezobradorista, secretaria del Trabajo para controlar al proletariado a través del instrumento inventado por el presidente Lázaro Cárdenas al corporativizar al obrero y al final del sexenio funcionó como secretaria de Gobernación o brazo político directo del presidente de la República.

Y por si fuera poco, desde Palenque partió la instrucción de que Andrés Manuel López Beltrán –referido como Andy entre sus seguidores– fuera designado y operara nada menos que como secretario de Organización del partido Morena, es decir el verdadero dirigente del movimiento que construyó, acunó y escrituró el presidente López Obrador una vez que le entregó el bastón de mando –pero no del poder– a su sucesora.

El debate en el Congreso de Morena adelantado para este fin de semana girará en torno a la ley antinepotismo y algunas referencias a temas pendientes de la agenda política, pero en todo caso el Congreso Nacional va a determinar qué porcentaje del poder político tendrás la presidenta de la República sobre su partido, tomando en cuenta que por instrucciones de López Obrador bloquearon la vigencia de su ley antinepotismo en 2027.

La ley antinepotismo no será importante en sí en el Congreso Nacional del partido porque se han conocido muchas imágenes con mucha claridad de los ejercicios reales de poder, partiendo de aquel mensaje mediático del mitin en el Zócalo donde la élite lopezobradorista del partido Morena ignoró, desdeñó y le dio literalmente la espalda a la investidura presidencial de Sheinbaum Pardo.

De ahí que la importancia del Congreso de Morena será determinar quién tiene los cargos –reales y formales– y quién tiene el poder y cómo se perfilará López Obrador mismo para 2027 y 2030… y más allá.

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