Salario mínimo 2026: ¿Es viable llevarlo a 9,500 pesos mensuales?

Felipe Morales Fredes

Lo anunció la presidenta Claudia Sheinbaum frente a los banqueros del país este fin de semana: el gobierno federal continuará con la política de recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo y se mantendrán los ajustes a doble dígito en este referente, lo que implicaría, si se cumple el escenario planteado, un incremento del 12% para 2026.

En su intervención, la mandataria mencionó un único factor económico como condicionante del aumento: que la inflación esté controlada. Es decir, si el alza de precios supera el 4% anual, por encima del rango de tolerancia del Banco de México, el ajuste salarial podría ser aún mayor.

Nada se mencionó sobre el deterioro de la economía y la revisión a la baja en las proyecciones de crecimiento para este año, no sólo por parte de organismos internacionales, sino también por analistas nacionales, cuyo pronóstico promedio es de un avance del PIB de apenas 0.2%, según la última encuesta del Banco de México.

“La evolución del salario mínimo diario ha crecido en 125% su poder adquisitivo desde 2018. Nuestro planteamiento es que al 2030, el salario mínimo alcance para 2.5 canastas básicas. El salario mínimo hoy alcanza para 1.8 canastas básicas. Si aumentamos en términos nominales, controlada la inflación, al 12% anual el salario mínimo, estamos en condiciones de obtener 2.5 canastas básicas por salario mínimo”, expresó la presidenta en su participación en la 88 Convención Bancaria.

Con este ajuste previsto, el salario mínimo general aumentaría aproximadamente 33.50 pesos en 2026 y pasaría de 278.80 a 312.30 pesos diarios, con lo que por primera vez rebasaría los 300 pesos por día.

A nivel mensual, el referente se incrementaría de 8,475 a 9,494 pesos, quedando a sólo 850 pesos de alcanzar el nivel de ingreso promedio de la población ocupada en el mercado formal del país, que al cierre de 2024 se ubicó en 10,350 pesos al mes, de acuerdo con datos del Coneval. Vale la pena mencionar que ese promedio tuvo un crecimiento de apenas 5.3% en el último año, lo que refleja un ritmo mucho más lento que el del salario mínimo.

Sin embargo, algo que no puede perderse de vista es que el nuevo ajuste se daría en un contexto económico completamente distinto al del arranque de la administración pasada, cuando inició la política de recuperación salarial.

Hoy el panorama es más complejo. En el primer trimestre del año, según los datos preliminares del Inegi, la economía creció solamente 0.2%, la actividad industrial muestra señales de debilitamiento importante y la generación de empleo no está en su mejor momento: el mercado formal de trabajo tuvo en abril su comportamiento más débil en 16 años.

Además, las tensiones comerciales con Estados Unidos por los aranceles impulsados por el presidente Donald Trump mantienen un escenario de incertidumbre que puede impactar tanto en el empleo como en la inflación.

Frente a este entorno, la pregunta no es si el salario mínimo debe seguir aumentando, sino cómo sostener su crecimiento sin comprometer la viabilidad de los empleos formales ni provocar efectos adversos, como mayor informalidad, aumentos de precios o distorsiones en la estructura salarial.

No hay duda de que elevar el salario mínimo ha sido una política necesaria. De hecho, fue una corrección largamente pospuesta en un país donde, durante décadas, el salario base perdió poder adquisitivo año tras año. Sin embargo, un aumento del 12% nominal, como el planteado para 2026, implica una fuerte presión en un escenario económico adverso, en especial para las micro y pequeñas empresas, que representan más del 95% de las unidades económicas del país.

También está el tema de la convergencia salarial. El referente mínimo ya se encuentra cerca del ingreso promedio formal y de los sueldos de entrada en varias compañías, lo que presiona la estructura de los salarios y puede desincentivar la movilidad dentro del mercado laboral.

De esta manera, si no hay una estrategia complementaria para impulsar la productividad, los aumentos podrían volverse insostenibles en el tiempo o simplemente trasladarse a los precios, afectando el mismo poder adquisitivo que se busca proteger. De ahí la pregunta: ¿Es viable, en este escenario, llevar por decreto el salario mínimo a 9,500 pesos mensuales?

Share

You may also like...