Crónica de un desechamiento anunciado

Leonardo Bastidas
Como pocas veces, una sesión ordinaria de la Cámara de Diputados llamó tanto la atención como la del pasado 25 de marzo. Su tema central no era la discusión de algún presupuesto ni el Plan de Desarrollo para este sexenio ni leyes de alto impacto en la cotidianeidad de la población. El único tema era el desechamiento de la solicitud de desafuero del diputado Cuauhtémoc Blanco Bravo, derivada de una acusación en su contra por presunto abuso sexual en contra de su media hermana.
Esta comenzó con el posicionamiento del diputado Hugo Eric Flores Cervantes, quien dijo que el asunto es jurídico, y por tanto, no tiene otro objetivo, y pidió analizar minuciosamente la solicitud de investigación debido a que la carpeta estaba mal conformada por parte de la Fiscalía General de Justicia de Morelos ante múltiples carencias y acusó a esta de solo recibir la denuncia, pero no de investigar los hechos y acreditar el hecho delictuoso, además de basarse en dos peritajes psicológicos, uno en el que la víctima no presenta daño psicológico por violencia sexual y otro en el que sí.
Ante los argumentos, las rechiflas no se hicieron esperar por parte de algunos sectores de legisladoras y legisladores, incrementándose cuando señaló que no debía proceder el desafuero en contra de Blanco Bravo para poder ser investigado
Posteriormente se presentaron los posicionamientos de diversas legisladoras y legisladores, siendo claras las posturas en contra del desechamiento de las bancadas del Partido Acción Nacional, Movimiento Ciudadano (MC), algunas fracciones del Partido Revolucionario Institucional, del Partido del Trabajo y de algunas legisladoras de Morena.

Como parte de estos posicionamientos, se recordó que en 2021, sí se quitó el fuero al entonces diputado Saúl Huerta, acusado de abusar sexualmente de un menor, y tres años después, en 2024, fue sentenciado a 22 años de prisión, tras haberse comprobado su culpabilidad. Pero, ni el recuerdo de ese suceso, también debatido en su momento en el mismo pleno, detuvo la maquinaria orquestada con antelación, esa que provocó que varias legisladoras cambiaran el sentido de su voto de último momento, a pesar de haber externado públicamente su respaldo a la justicia para las mujeres víctimas de violencia.
Horas después, en la conferencia mañanera del día posterior, la titular del Ejecutivo actual, refirió que este proceso judicial en contra del legislador fue promovido por un fiscal corrupto, a quien se le pueden achacar situaciones irregulares, entre ellas proteger feminicidas, por lo que no era conveniente seguir el cauce de esa denuncia. Más conminó al diputado a presentarse ante la Fiscalía, que ahora cuenta con un nuevo fiscal, a fin de que siga la investigación, y aclaró, que no se está protegiendo a nadie, y que la decisión, fue exclusiva de quienes legislan.
De igual manera, el coordinador de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional, Ricardo Monreal, llamó a sus correligionarias opositoras al dictamen a favor de desechamiento de la investigación como “heroínas temporales”, pues afirmó, había un acuerdo de bancada para votar en contra del desafuero de su compañero de bancada. Y pidió respeto para las compañeras que sí cumplieron con el acuerdo.
De regreso al día de los sucesos, al final de la sesión, en medio de empujones, gritos y cuestionamientos, como si estuviera en medio del área chica en espera de un saque de esquina, el legislador imputado toma la palabra a pesar de que no le correspondía durante los últimos segundos de la sesión. Una compañera se la cedió, la diputada Adriana Belinda Quiroz Gallegos, quien junto con otras colegas, gritaron “¡No estás solo!”.

Como en aquellos tiempos, cuando robaba el balón y se inmiscuía en territorios contrarios en espera de burlar la defensiva del rival. En esta ocasión, con mucha precipitación, Blanco busca quitarse todas las marcas personales y driblar contratiempos. Uno de los últimos esfuerzos de resistencia es el de la coordinadora de MC, Ivonne Ortega, quien sube a la tribuna a increpar el acto a pesar de los empujones y gritos en su contra, pues cuestiona el otorgamiento del espacio bajo el amparo del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Al final, el ex futbolista señala que no se está escondiendo, que su conciencia está tranquila y mira al frente retadoramente, como si solicitara un pase por parte de sus compañeros de cancha. No debería estar ahí, pero sus co equiperos guindas detienen a quienes lo desean frenar. Sabe que ante la solicitud de desechar su investigación judicial, recibirá, como en tantos céspedes donde jugó, el balón a los pies. En este caso, el balón de la protección del Estado y de la impunidad.