Sinaloa: por una organización colectiva policial
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Alfonso Carlos Ontiveros Salas
¿Por qué se niega el derecho a los policías para organizarse colectivamente en defensa de sus derechos?
Los policías son trabajadores y así como en el sector público y el privado las leyes del trabajo consagran el derecho a los trabajadores para organizarse en gremios sindicales, ¿por qué en las corporaciones de policía no les está permitido?
Reconocemos a una sociedad como la nuestra sigue evolucionando y es natural que procure allegarse de las mejores condiciones que aseguren su bienestar. En los tres órdenes de gobierno, los trabajadores están organizados en sindicatos y amparados sus derechos a través de pactos colectivos como los contratos colectivos de trabajo o condiciones generales de trabajo.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos regula el derecho a la organización colectiva en las leyes del trabajo reglamentarias de los apartados “A” y ”B” del artículo 123, como la Ley Federal del Trabajo y la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado.
Pero también, en los artículos 115 y 116 de la propia Constitución, se regula el derecho a los trabajadores al servicio de los Municipios y de las Entidades Federativas para que constituyan sus propios sindicatos y busquen mejoras sustanciales a sus condiciones de trabajo.
Tener corporaciones de policía bien formadas, capacitadas y profesionalizadas es una garantía para la seguridad ciudadana. Policías organizados que privilegien la estabilidad en sus empleos es una oportunidad para que fomenten la cultura, la sana convivencia y la pertenencia en el servicio.
Cuando las contrataciones del policía se basan en las muy trilladas evaluaciones de control y confianza, es una falacia. Las evaluaciones sabido es que no cumplen con los requisitos de confiabilidad para que muchos aspirantes a policía pierdan la oportunidad de poder servir desde esas organizaciones de protección ciudadana. El filtro para el ingreso lleva complicidades marcadas.
El gobierno ha invertido millonarias cantidades en la construcción de una red inmobiliaria para la formación policial, pero hasta la fecha ha sido todo un fracaso. Las academias o las universidades de la policía no han cumplido con su encomienda convirtiéndose en auténticos elefantes blancos.
Debe dárseles la oportunidad a los policías para que se organicen colectivamente y pongan sobre la mesa la condición de que los policías participen en la fijación de las condiciones laborales para el ingreso, promoción y permanencia, sería todo un éxito en la recuperación de la paz y la tranquilidad ciudadanas.
La organización velaría por desterrar la corrupción, el consumo de estupefacientes, relaciones con miembros del crimen organizado y sobre todo que pondrían todo el esfuerzo para que las familias disfruten de mejores condiciones de paz y armonía social. Habría una oposición real para que los titulares que se nombren sean personas comprometidas con la protección social y no para favorecer a grupos delincuenciales.
Las opiniones aparecerán de inmediato, unas que empatan con la posibilidad de que el policía se organice colectivamente y pacte la celebración de convenios colectivos para elevar su mejoramiento integral como parte de una clase social muy vilipendiada, mientras que otros, saltarán como liebres asustadas, opinarán de manera diferente, que sería una locura en darles ese poder porque se volverían más corruptos.
Ya basta de señalar al policía de corrupto cuando los verdaderos responsables han sido en su mayoría, los mandos nombrados por la autoridad política de los diversos órdenes de gobierno. Ha sido en esas decisiones en su gran mayoría lo que ha propiciado la descomposición policial. Fata a la verdad quien diga lo contrario.
Los convoco a colocar la primera piedra para la creación de una organización colectiva policial. Los gobiernos deben contribuir a que se cumpla con ese objetivo, porque su determinación permitirá obtener productos policiales de calidad, confiables y profesionalizados. Vale la pena sumarnos a lo que ya funciona en las esferas policiales, en otras partes del mundo, donde la función policial privilegia a la persona y enaltece a las instituciones policiales. La sociedad sería la más favorecida.