El “fenómeno del trabajador pobre” crece en México y toda Latinoamérica: OIT

Blanca Juárez

El “fenómeno del trabajador pobre” se expande en América Latina y el Caribe, señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT). No importa qué tanto trabaje la persona, los bajos salarios, la inflación, la falta de sistemas de cuidado, la desigualdad de género y las condiciones laborales precarias que se ofrecen le atrapan en la pobreza.

Trabajar duro, pero ganar muy poco dinero, a eso la OIT le ha llamado “el fenómeno del trabajador pobre” y lo documenta en el informe Panorama Laboral 2023 América Latina y el Caribe, publicado esta semana.

La mayoría de quienes están en esa condición de trabajo y pobreza son madres autónomas, personas jóvenes y quienes laboran en la informalidad. En muchos casos se comparten esas tres características.

Según el informe de la OIT, la pobreza laboral en la primera fase de la pandemia aumentó hasta 80% en algunos países. Si bien ese problema ha disminuido desde entonces, los niveles de precariedad entre las personas trabajadoras siguen más elevados que en 2019.

Los altos niveles de inflación se han comido los salarios de por sí bajos y ha contribuido a perpetuar este fenómeno. En nueve de 17 países de la región el valor real de las remuneraciones fue menor en 2022 que en 2019. En algunos la pérdida de poder adquisitivo llegó a 11 por ciento.

“La pérdida de poder adquisitivo de los ingresos laborales hace que el ‘fenómeno del trabajador pobre’ –que significa que las personas pueden vivir en situación de pobreza aun teniendo un empleo– sea creciente en la región”. En muchos países, incluido México, aunque el nivel de empleo regresó al que se tenía antes de la covid-19 o están cercanos a ellos, los ingresos laborales y familiares reales son inferiores.

La OIT advierte que la ralentización del crecimiento regional, las tasas de informalidad laboral superiores a 50%, un débil crecimiento en la demanda de trabajo y la inflación “pueden derivar en alzas significativas de la incidencia de la pobreza total y de la pobreza entre los trabajadores”.

Mientras socialmente la precariedad se sigue explicando con base en prejuicios racistas y clasistas y en esa lógica la solución es “echarle ganas”, la investigación de la OIT muestra, con datos medibles, que “tener un empleo en la región no es un reaseguro para no vivir en la pobreza”.

La pobreza laboral en México

El análisis de la OIT se centró en 10 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. México no fue incluido, pero se cuenta con datos recientes de pobreza laboral emitidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Según esa entidad, al tercer trimestre de 2023, el 37.3% de la población mexicana se encontraba en pobreza laboral. Es decir, hubo una disminución de 2.8 puntos porcentuales desde el tercer trimestre de 2022, cuando el 40.1% se encontraba en esa condición.

Sin embargo, en el primer trimestre de 2020, antes de la pandemia, esa población era de 36.6 por ciento. Es decir, tal como lo apunta la OIT para el caso regional, la pobreza laboral en México efectivamente disminuyó después de la crisis por la covid-19, pero ésta todavía se encuentra en niveles superiores a los registrados antes de la emergencia sanitaria.

Tanto la OIT como el Coneval miden la pobreza laboral tomando en cuenta cuando los ingresos son inferiores al valor de una canasta de bienes y servicios que permiten satisfacer las necesidades básicas alimentarias y no alimentarias.

En México, hay más de 48.3 millones de personas cuyos ingresos provenientes del trabajo no son suficientes para comprar una canasta alimentaria básica. En 2020, en plena crisis por la pandemia, eran casi 52 millones de personas.

“El impacto de varias políticas que se están implementando en el caso mexicano pueden también servir de guía para otros países de la región”, expuso Roxana Maurizio, coordinadora del Panorama Laboral 2023, en conferencia de prensa para presentar el estudio.

Más que trabajador pobre, es trabajadora pobre

En la investigación sobre el “fenómeno del trabajador pobre”, comandada por Roxana Maurizio, la OIT encontró que en la mayoría de los hogares pobres hay personas menores de 15 años de edad.

Estudios anteriores han mostrado que “la presencia de personas menores en el hogar disminuye la probabilidad de salir de la pobreza y al mismo tiempo aumenta el riesgo de ingresar a ella”.

Lo anterior es muy fuerte y tiene una explicación: falta de un sistema de cuidados. Un hogar con niños, niñas y adolescentes tiene mayores necesidades, lo cual se traduce en limitaciones para que las mujeres ingresen y permanezcan en el mercado laboral “debido a las responsabilidades familiares y de cuidado” que ellas asumen.

Pero en muchos casos, esa responsabilidad recae completamente en las mujeres, porque son madres autónomas. En ese caso, la OIT concluye que “los ocupados viviendo en hogares monoparental a cargo de una mujer donde hay presencia de niños, niñas y adolescentes tienen una incidencia de la pobreza significativamente más elevada que cualquier otro grupo de hogares”.

Por ejemplo, en 2021 la tasa de pobreza específica en este grupo era de alrededor de 31% en Brasil y del 40% en Argentina.

Informalidad laboral, el gran pendiente

“La correlación entre informalidad y pobreza es extremadamente elevada”, señala el reporte. Por ejemplo, el 68% de las personas trabajadoras informales en Argentina, el 73% en Brasil y el 94% en Paraguay están en condiciones de pobreza laboral.

Pero las personas trabajadoras independientes que laboran en la informalidad tienen mayor probabilidad de vivir en pobreza económica que las personas asalariadas en la informalidad.

En México, la población ocupada formal reportó un ingreso laboral mensual de 9,817 pesos en el tercer trimestre de 2023, según el Coneval. Mientras que quienes están en la informalidad tuvieron ingresos mensuales de 4,791 pesos.

“Es decir, la brecha de los ingresos laborales de los ocupados formales representa el doble respecto a los ingresos laborales de los ocupados informales”, señala el organismo.

El escenario que se proyecta es “altamente complejo” y demanda la implementación y fortalecimiento de diferentes tipos de políticas, apunta la OIT.

“Son necesarias las políticas de sostenimiento y creación de más y mejores empleos, especialmente de empleos formales. Por otro lado, el contexto inflacionario demanda el reforzamiento de las instituciones laborales, especialmente el salario mínimo y la negociación colectiva”, concluye.

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