Menor crecimiento por escasez de agua y garantizar el acceso a ella, los retos a sortear en México

Héctor Molina

En una de las fuentes que pertenece a la Alameda Central de la Ciudad de México se observa jugar a niños entre los chorros de agua que brotan del suelo. Frente a ellos están sus madres. Una de ellas se lleva la mano al rostro y suelta con cierta molestia: “qué calor hace”.

Este año ha sido especialmente complicado para la capital mexicana y su área metropolitana. Las presas del Sistema Cutzamala, que abastece a la capital, tenían un nivel de llenado promedio, hasta el pasado 5 de junio (281.04 Mm3), 23.1% menos que el promedio histórico (461.81 Mm3).

La Ciudad de México pertenece a una de las 11 entidades del país que, según un análisis de Standard & Poor’s Global (S&P), presenta un alto estrés hídrico.

La calificadora precisa, en su estudio, que si se proyecta la década 2020-2030, los estados con escasez alta de agua serán Baja California; Baja California Sur; Aguascalientes; Ciudad de México; el Estado de México; Morelos; Sonora; Chihuahua; Sinaloa; Zacatecas y Guanajuato.

“Los estados que enfrentan el mayor riesgo ya tienen escasez de agua y pueden experimentar una disminución del crecimiento económico a medida que aumenta la frecuencia y la intensidad de las sequías”, se indica en el documento.

No obstante, si se calcula al 2050, a estos estados se sumarían nueve más: Nuevo León; Tamaulipas; Coahuila; San Luis Potosí; Querétaro; Tlaxcala; Hidalgo; Colima y Jalisco se sumarán a los estados con alto estrés hídrico en México.

Las estimaciones realizadas por S&P son bajo el escenario de que al 2050, la temperatura promedio del mundo aumente en 2°C.

La calificadora concluye en el informe “Más estados mexicanos podrían enfrentar estrés hídrico hacia 2050” que los gobiernos locales podrían optar por un aumento en las inversiones en infraestructura hidráulicas en largo plazo, no obstante, lo anterior “podría debilitar el desempeño presupuestario de algunos estados y municipios y resultar en una mayor deuda”, sin embargo, “ayudaría a desarrollar resiliencia ante la escasez de agua”.

En los últimos 10 años, los recursos erogados en la infraestructura hidráulica a nivel federal han ido a la baja, aunque muestran un repunte entre el 2022 y 2023, se añade en el informe.

“El presupuesto federal de 2023 casi triplicó el financiamiento para la infraestructura de agua de 15,300 millones (2022) a 44,500 millones y casi duplicó el financiamiento de Conagua de 33,000 millones a 68,500 millones.

“Esperamos que el gobierno federal, a través de Conagua, continúe financiando proyectos clave de infraestructura en todo el país y aborde, hasta cierto punto, la vulnerabilidad relacionada con el agua de ciertas regiones”, se indica en el documento de S&P.

Lluvias y temperatura

En la actualidad en México se registra menos lluvia que el promedio histórico, mientras que la temperatura ha superado los registros.

De enero al 4 de junio pasado (108.3 mm), en el territorio nacional llovió 14.1% menos que el promedio registrado entre 1991 y 2020 (126.1 mm), según la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

De las 210 grandes presas 121 tenían, hasta la misma fecha de corte, un llenado por debajo del 50%; en contraparte sólo 3 estaban al 100% de su capacidad.

A su vez, en mayo pasado, la temperatura promedio del país se ubicó en 24.6 °C, lo que está por arriba 0.5 °C del promedio histórico (24.1 °C).

Los datos de Conagua revelan que la temperatura promedio de todos los meses de mayo, al menos desde 2016, se encuentra por arriba del promedio histórico.

Acceso al agua

Al crecimiento económico, se suma al reto de garantizar el derecho universal de acceder al agua que, sigue como un pendiente y que con los años ha registrado un retroceso en el país.

Un estudio del Centro de Estudios de Energía Renovable, del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Baja California publicado en noviembre del 2022, destaca que la población mexicana se quintuplicó entre 1950 y 2020, mientras que la disponibilidad de agua potable per cápita disminuyó hasta 80 por ciento.

Entre el 2014 y 2020 se pasó de 66.93% a 64.39% de la población que tiene acceso al suministro de agua potable gestionado de manera segura, según indican datos del Plan Nacional Hídrico 2020-2024, que están en consonancia con los Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU y que son extraídos de las encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El porcentaje de personas con acceso baja, si se considera cuántas tienen acceso al agua entubada y de saneamiento diariamente, dato que también ha disminuido en general: en el 2014, 59.5% de la población tenía acceso diario, para el 2020 la cifra cayó a 58.5 por ciento.

Las entidades que presentaban, hasta 2020, un menor acceso eran Guerrero (9.8% de la población); Baja California Sur (21%) y Oaxaca (22.4%); en contraparte Nuevo León (94.5%); Chihuahua (88%) y Aguascalientes (85%) registraron las cifras más altas.

Desalinización, ¿una alternativa a la escasez?

La implementación de plantas de desalinización ha sido una de las apuestas principales de las entidades federativas para combatir la falta del líquido.

En general las capacidades de desalinización de agua en México aumentaron 240% entre el 2013 y 2022.

“Hasta 2013, solo 19 de las 32 entidades federativas en México tenían plantas desalinizadoras (59% de las entidades federativas); en 2020, 28 entidades federativas contaban con plantas desalinizadoras (87.5%)”, precisa el el estudio “Estado del Arte de la Desalinización en México”, de la Universidad de Baja California.

Hasta el 2022, la capacidad de desalinización de México era de 749,751 m3 al día, que proveían 351 plantas desalinizadoras.

La Ciudad de México (276,453 m3/d) es la entidad con mayor capacidad lo cual “puede interpretarse como una respuesta a la absoluta escasez”, refiere el informe.

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