Gobernantes prefieren mentir antes que aceptar que no han logrado metas: Martínez Assad

Elena Herrera Montejano

“Las revoluciones nunca funcionan en la forma en que sus promotores esperaban o el modo en que sus opositores temían”, observó el sociólogo e investigador, Carlos Martínez Assad. 

El académico participó en el conversatorio “Reflexión histórica. Pasado y Futuro de México”, con el que Fundación Premio Crónica inaugura una serie de actividades para promover la cultura y las ciencias. 

Al abordar conceptos como el pasado y el futuro, de los que tanto se habla, Carlos Martínez Assad destacó un punto importante para poder hacer historia y ser justos: “el de la verdad. Los gobernantes prefieren distorsionarla porque prefieren mentir antes que aceptar que no han alcanzado sus propósitos”.

“No estaría mal que se empleara más gente en asesorar lo que se afirma desde el poder para saber si lo que se dice es verdadero.  Esa acuciante necesidad viene de muy atrás, ya lo demostró Sara Sefchovich en su libro “País de mentiras”, donde la mentira siempre ha caracterizado al poder en México y no solo a los del poder actual, sino a los que pasaron previamente”, añadió el también Premio Crónica.

Respecto de los motivos que existen para elaborar mentiras, el sociólogo reflexionó que a partir de 1889 el mundo comenzó a re-encauzarse, “cuando la democracia se convirtió en el presente, con fuertes indicios en Occidente, pero no así en Oriente, incluidas las desviaciones de Rusia y problemas surgidos desde el origen de los países árabes -manipulados por las potencias y donde no alcanzaron el desarrollo previsto, ni pudieron regirse por valores democráticos- por lo demás, algo que también ha sucedido en la mayoría de los países de América Latina y del Caribe”.

Contrario a lo se proyectaba para el continente americano, Martínez Assad desmenuzó que las economías son ineficaces, los sistemas educativos son deficientes, hay manifestaciones xenófobas, así como de brutalidad policial y carencia de los mínimos derechos humanos.

“El futuro previsto después de la Segunda Guerra Mundial era de un mundo con lo necesario para vivir y, por primera vez, se pensó que la felicidad estaba al alcance de todos. Sin embargo, la indigencia continuó manifestándose; pueblos enteros al borde del desastre por malas administraciones políticas y por los regímenes totalitarios que prevalecen, ocultando sus deficiencias con el populismo empobrecedor y capaz de dar al traste con lo que se avanzó en un largo periodo de paz”.

 PRESENTE DISTOPICO.

Parece que los autores de distopías tenían razón en cuanto a las guerras y la pandemia. Para Martínez Assad el juego temporal entre presente y futuro que se integra con ficción no sólo pertenece al ámbito de la literatura o del cine; considera que en una sociedad pueden verse evidencias de lo que está por llegar mediante la experiencia del pasado y las señales que dan para el futuro. 

 “El futuro nos alcanzó. La crisis migratoria es una de esas evidencias que se vive en varios países, pero en México no encontramos las capacidades del gobierno para evitar lo que se anunciaba desde el pasado. Esto es un desastre”, declaró. “Las necesidades son más imperiosas que la legalidad”.

En la actualidad mexicana, el investigador resiente una cierta inmovilidad, que asemeja a la resignación. La línea que divide las categorías de “inmigrante” y “refugiado” son muy tenues y, las condiciones, imposibles para la dignidad.  “Su ilegalidad les hace caer en trampas de redes que explotan desgracias ajenas”. 

Este problema no es exclusivo de nuestro país, pero estaremos muy determinados por ello. Si bien el fenómeno de las migraciones es parte de la naturaleza humana, Martínez Assad subraya que durante los años que van trascurridos del siglo XXI se han movido de sus hogares los mismos 200 millones de personas que se movieron en todo el siglo pasado, lo cual es alarmante.

A diferencia de acuerdos como los que establecieron Turquía y los Países europeos, cuando México dialogó con el expresidente norteamericano, Donald Trump, no se exigió una aportación económica que permitiera a los migrantes vivir su tránsito con dignidad.

”Eso sí, se logró el establecimiento, con mucho énfasis de parte del gobierno, de 50 centros de detención que no son más que eso, centros de detención que no tienen condiciones mínimas para la supervivencia, por lo que surgió la catástrofe que dio tanto que hablar en últimos tiempos: el incendio del alberge en Ciudad Juárez, con sus 40 víctimas  hasta ahora”.

Desde la perspectiva de Carlos Martínez Assad, no existe un motivo para que México no se beneficie de apoyos que la ONU ofrece cuando se considera que los inmigrantes son refugiados. 

El ponente concluyó su participación con una invitación a verificar y cotejar el número de solicitudes de asilo en nuestro país, junto con el porcentaje de esas solicitudes que se resuelven favorablemente.

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