México en un punto de inflexión climática
Dylan Furszyfer*
El cambio climático afecta ya los patrones de clima y los fenómenos meteorológicos en todas las regiones del mundo debido al aumento de temperatura de aproximadamente 1.1 °C. Bajo un esquema sin transformaciones y de continuar por el mismo camino -business as usual- el calentamiento global podría alcanzar los 3.2 °C para el año 2100, causando pérdidas y daños irreparables para las personas y la naturaleza.
Parece lejano, pero quienes ahora son bebés tendrán entonces 75 años. Es decir, que los infantes de hoy verán en toda su vida afectaciones más severas que las que hoy ya atestiguamos. Por ejemplo, en nuestros días, es un hecho que las comunidades vulnerables, que históricamente han contribuido en mucho menor medida al cambio climático actual, se ven afectadas de manera desproporcionada.
Estos datos nos los aporta el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) organismo encargado de evaluar la información científica, técnica y socioeconómica más relevante para comprender los riesgos del cambio climático, sus posibles impactos y las opciones disponibles que tenemos para mitigar y adaptarnos a sus convulsiones.
Para limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) deberán reducirse en al menos un 43% para 2030 (en comparación con los niveles de 2019) y un 60% para 2035. Sin embargo, para lograr esto, se requieren inversiones a gran escala. Por ejemplo, las Naciones Unidas, estiman una inversión de 125 mil millones de dólares de aquí al 2050 para lograr una transición hacia cero emisiones netas.
Aunque las inversiones necesarias para enfrentar el cambio climático son considerables, la evidencia muestra que los costos de no actuar son mucho mayores y aumentan cada año. De mantenerse la inacción, se estima que el Producto Interno Bruto mundial podría contraerse hasta en un 22% hacia 2100. Específicamente, se estima que el costo de la inacción podría alcanzar 1,266 mil millones de dólares (entre 2025-2100), resultado tanto de pérdidas directas (como el incremento en la frecuencia e intensidad de desastres climáticos) como de costos indirectos (disrupciones en cadenas de suministro, disminución en la producción agrícola, reducción de beneficios empresariales y afectaciones a los mercados financieros).
Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs por sus siglas en inglés) son el principal instrumento del Acuerdo de Paris mediante el cual los países establecen metas de reducción de emisiones y adaptación al cambio climático. Su cumplimiento es esencial para alcanzar los objetivos de temperatura del Acuerdo de Paris. Desde 2015, y cada 5 años, países presentan sus NDCs, comprometiéndose a lograr que las emisiones globales de carbono alcancen su punto máximo lo antes posible y a encaminarse hacia la neutralidad de emisiones en la segunda mitad de este siglo. Para cumplir con esta ambición, se han puesto en práctica diversos instrumentos de política climática, entre ellos el impuesto al carbono, los sistemas de comercio de emisiones y estrategias destinadas a acelerar la expansión de la capacidad de energías renovables, entre otros. Cada país elige su(s) propio(s) meta(s) y cómo alcanzarlo(s).
China, el mayor emisor de GEI del mundo, ha anunciado medidas ambiciosas para transformar su matriz energética: busca que las fuentes no fósiles representen más del 30% de su consumo energético. En línea con estos esfuerzos, el presidente Xi Jinping anunció en sus NDC3.0, que China reducirá sus emisiones de GEI entre un 7% y 10% respecto a los niveles máximos para 2035.
Estados Unidos es el segundo mayor emisor de GEI, pero actualmente, no tiene objetivos oficiales de NDC. La meta anterior de reducir emisiones entre 61–66% para 2035 fue anulada tras la retirada del Acuerdo de París bajo la administración Trump. Esta decisión desmanteló políticas y financiamiento clave para la mitigación climática, complicando el límite de 1.5?°C de calentamiento global. Como consecuencia, otros países deberán acelerar y profundizar sus reducciones de emisiones para compensar el retroceso de Estados Unidos.
India emite alrededor del 7-8 % de las emisiones globales totales de GEI, lo que lo posiciona en el tercer lugar de los países con mayores emisiones totales. En este sentido, India busca incrementar la participación de la capacidad instalada de generación eléctrica no fósil del 40% al 50%. Con ello y otras acciones (en transporte, industria y agricultura), el país se compromete a convertirse en una economía de emisiones netas cero para 2070.
México recientemente anuncio que va a reducir sus emisiones netas de GEI en un rango de entre 364 y 404 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) para 2035. Sin embargo, si México recibe apoyo financiero y tecnológico, podría alcanzar un rango más ambicioso de reducción de emisiones que oscilaría entre 332 y 363 millones de toneladas de CO2e. Para cumplir con los nuevos objetivos rumbo a 2035, se requerirá movilizar sustanciales recursos financieros que respalden la implementación de acciones climáticas de forma efectiva a través de mecanismo de cooperación internacional e incluso a través de Plataformas de Inversión Climática (o Country Platforms), tal como lo han hecho Brasil, Sudáfrica, Egipto, entre otros.
Pese a los avances en políticas y legislación ambiental, es probable que el calentamiento supere 1.5?°C en este siglo. Los países, incluido México, han respondido a los informes del IPCC al aumentar sus acciones climáticas a través de sus NDCs; sin embargo, el progreso aún no alcanza la escala necesaria para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Ciertamente, alcanzar los objetivos climáticos no depende solo de la tecnología, sino de un esfuerzo integral que involucre a gobiernos, empresas, sociedad civil y comunidades. Esto exige políticas firmes y coherentes que movilicen mercados, industria e innovación hacia la acción climática.
Por Dylan Furszyfer, gerente de economía circular en ICM
