Nuevo golpe a la aviación mexicana

Fernando Martínez González

La decisión de cancelar 13 diferentes vuelos de aerolíneas mexicanas por parte de la Secretaría de Transporte de los Estados Unidos, a cargo de Sean Duffy, se debió a la violación por parte de México, del Tratado Bilateral Aéreo firmado en 2015. Esto, al haber tomado decisiones en forma unilateral, que han causado serio daño a las aerolíneas norteamericanas.

Y es que en 2022, el expresidente López Obrador decretó que todas las aerolíneas norteamericanas de carga deberían trasladar sus operaciones al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) por falta de condiciones adecuadas en el AICM que realizaría diversas obras de infraestructura para su modernización.

Lo curioso es que tuvieron que pasar más de dos años para que nuestros vecinos se desquitaran con México. Aparte, EU establece la obligación a las aerolíneas mexicanas de presentar sus horarios de vuelo al Departamento de Transporte (DOT) para todas las operaciones en territorio estadounidense, adicionalmente se establece que cualquier vuelo chárter de aeronaves grandes de pasajeros o carga hacia o desde EU, requerirá la autorización del Departamento de Transporte.

El golpe no queda ahí, se confirma lo que se había anunciado hace unas semanas en el sentido de echar por tierra la alianza comercial entre Delta, que dirige Ed Bastian, y Aeroméxico de Andrés Conesa, que gozaba de la inmunidad antimonopolio, eliminando su autorización para fijar precios comunes y compartir ingresos. Entre los destinos afectados en EU están Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Miami y Orlando, muy solicitados por los pasajeros mexicanos. Las aerolíneas que más se verán afectadas son Aeroméxico, Viva Aerobús y en menor escala Volaris.

La gravedad de la decisión tiene mucho alcance contra las compañías mexicanas, ya que nuestras aerolíneas no podrán abrir nuevos vuelos a la Unión Americana ni ampliar horarios a los ya autorizados. Se trata de un golpe muy serio por causa de una decisión que no tuvo que ver con el gobierno actual. La decisión unilateral que tomó el expresidente López Obrador sin llevar a cabo consultas previas, como es la costumbre en estos casos, aun cuando se invoque la autoridad que deviene de la soberanía nacional, no fue la mejor forma de explicar los problemas de saturación del AICM o de privilegiar el uso del AIFA, subutilizado en buena medida porque carece de un mayor número de vuelos de conexión tanto para los pasajeros que desean viajar a otros destinos nacionales como para la carga que se transporta.

Salta a la vista la falta de atención a esta problemática que se veía venir desde hace un buen tiempo, de parte de las autoridades competentes del sector, y ahora el tema está escalando a las esferas de las relaciones más amplias del gobierno de México con los secretarios norteamericanos de estado, la Administración Federal de Aviación (FAA) y los secretarios de comercio y economía. La presidenta Sheinbaum se apresta a apagar un fuego que no provocó.

Como si los problemas entre México y EU con Trump de presidente no fueran ya suficientes, ahora se agrega uno más donde, ante la necesidad de negociar con la economía más poderosa del planeta, el equipo que según informó la doctora Sheinbaum ya busca acercamientos con el secretario de Transporte norteamericano, tendrá que hacer gala de su capacidad negociadora, donde la clave será dejar de lado una postura inflexible, ofreciendo a cambio algún tipo de ventajas a las aerolíneas norteamericanas que le sean satisfactorias para levantar las prohibiciones.

La confrontación con nuestro socio comercial más importante, del que depende en gran medida el desarrollo exitoso de nuestra economía, sería un gran error, sobre todo ante las amenazas constantes de aplicar aranceles a nuestros productos.

La presidenta ha comentado, con motivo de sus entrevistas telefónicas con el presidente Trump, que se puede esperar una actitud de comprensión favorable para resolver problemas como este que se ha presentado. Esperemos que su sensibilidad no falle, porque el problema provocado a nuestra aviación es mayúsculo y urge resolverlo ante la cercanía del mundial de fútbol, evento al que se espera nos visiten más de 5 millones de aficionados, cuya movilidad por tierra y aire será esencial.

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