“Quiero morir con dignidad”: pacientes apoyan la Ley Trasciende

Elizabeth Santiago

La activista Samara Martínez, enferma terminal. presentó “Ley Trasciende” en el Senado de la República, una iniciativa que busca reconocer en México la eutanasia pasiva y activa, el acceso a ciudadanos paliativos y la voluntad anticipada, cuya propuesta cuenta con más de 128,000 firmas y el respaldo de senadoras de Morena, PRI y legisladores de Movimiento Ciudadano. 

“Amamos la vida, pero nuestro cuerpo ya no puede más”, dijo Samara Martínez, activista que promueve la Ley Trasciende, para legalizar la eutanasia a personas con enfermedades terminales.

Samara presentó la iniciativa en el Senado, acompañada de activistas y senadores de MC, Morena y PRI.

Samara vive conectada a una máquina de diálisis siete horas al día y luego de dos trasplantes de riñón fallidos, impulsa la ley para que quienes no tienen esperanza de mejoría médica puedan morir con dignidad.

“(La ley) No busca promover la muerte, busca humanizarla, que ningún mexicano tenga que morir sufriendo, con dolor, con miedo, pero sobre todo con agonía”.

Tras la presentación, los impulsores de la ley hicieron una concentración en el  Monumento a la Independencia.

Lucía, paciente con fibromialgia, es una de las personas que apoya la Ley Trasciende y busca aprobar la eutanasia.

“Es una enfermedad muy dolorosa, muy complicada y para mí sería genial tener una muerte digna”, compartió.

En su proceso ha vivido cambios de ánimo radicales, cansancio y en ocasiones no se puede levantar de la cama.

Mencionó que su hijo la acompaña, sin embargo, a él le ha privado de disfrutar con plenitud de su vida.

“Le quitas la vida, le quitas su familia a la persona que te cuida porque no puede salir porque tiene que estar cuidando al enfermo”, señaló.

Contexto: con esta iniciativa se busca reconocer en México la eutanasia pasiva y activa, el acceso a cuidados paliativos y la voluntad anticipada, cuya propuesta cuenta con más de 128,000 firmas.

“Nadie merece agonizar en un hospital cuando médicamente ya no se tiene más qué hacer”, señaló en el Ángel de la Independencia.

Agregó que es importante pensar en todas las personas que están viviendo con una enfermedad crónico degenerativa y deben morir con dignidad.

“La dignidad se aprende a reconstruirse y creo que México y nosotros estamos preparados para reconstruir y mostrar que nada ni nadie está arriba por la dignidad humana”, enfatizó.

Este miércoles 29 de octubre se presentará la iniciativa frente a la Cámara de Diputados.

México debe ser la opción

Fátima, quien apoya y tiene la misma enfermedad que Lucía, ha buscado la opción de la eutanasia en países como Colombia.

Sin embargo, su abogada especificó que no es posible por todo el costo que esto conlleva desde viajar hasta conseguir la nacionalidad en ese país.

Ahora, Fátima acompaña la lucha de Samara porque comprende lo difícil que es pasar por una enfermedad que la imposibilita de vivir con plenitud.

“Sufre el paciente, sufre el cuidador primario, sufrimos todos y lo que estamos buscando es la posibilidad de elegir cómo irnos”, dijo.

“Todos sabemos de alguien que murió con dolor; no quiero eso”

Hace siete años que Samara Martínez mira a la muerte de frente. Sabe que su vida irá deteriorándose, por eso quiere decidir cómo morir y hacerlo dignamente, publicó La Silla Rota el pasado 3 de octubre.

Es paciente de una enfermedad crónica terminal y, consciente de lo que eso significa, decidió luchar para que ella y todos los mexicanos en situación similar tengan ese derecho y se pueda evitar el dolor y sufrimiento de un tratamiento que prolongue la agonía sobre lo inevitable.

Su batalla personal se ha convertido en pública, impulsa la Ley Trasciende, una iniciativa  que este mes llegará al Senado y que busca que la eutanasia activa sea una realidad en el país.

En entrevista con La Silla Rota cuenta que vive con lupus e insuficiencia renal crónica terminal, enfermedades que con el paso de los años han deteriorado de forma irreversible el funcionamiento de su cuerpo. Tras dos trasplantes fallidos y múltiples tratamientos médicos, su única alternativa para seguir con vida es conectarse cada noche, durante diez horas, a una máquina de diálisis que solo es un alivio, pero no remedio.

“Después de haberlo intentado todo, médicamente hablando, después de dos trasplantes, infinidad de quimioterapias, operaciones, me dan la noticia, a mis 29 años, que iba a depender de conectarme a la máquina 10 horas diarias por el resto de mi vida. Es ahí cuando decido alzar la voz”, sostiene.

De la enfermedad al activismo

Samara tiene certeza de que todas las personas merecen morir dignamente. Y, desde esa conciencia, ha decidido luchar para que en México se apruebe la ley.

Samara vive en Chihuahua. Ahí comenzó su activismo, tocando puertas en el Congreso estatal. El camino fue sinuoso. Ella habla públicamente de la muerte y lo hace porque hay muchas personas que viven una situación difícil.

Durante un tiempo trabajó en una editorial, pero fue despedida porque no comprendieron su situación de salud. “No me veían enferma, y eso lo hacía más difícil”, recuerda. Hoy, en cambio, ha encontrado comprensión en la Universidad para la que trabaja, donde continúa su labor académica e investigadora mientras impulsa esta lucha.

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