Baja inversión, salud en disminución y alta dependencia estatal
CIEP/ Ricardo Cantú Calderón
Aunque el sistema fiscal se estructura en torno a tres ejes (ingresos, gastos y deuda), es el presupuesto de egresos de la Federación el que materializa las decisiones de política pública. Todo programa gubernamental debe estar respaldado por recursos públicos que se traduzcan en acciones concretas. En este sentido, el análisis de la evolución del gasto no solo permite evaluar la coherencia entre el discurso y la acción del gobierno, sino también revela el grado de prioridad que ciertos temas ocupan en la agenda y en el debate público.
Bajo esta perspectiva, vale la pena analizar el comportamiento reciente de la inversión pública. Entre 2013 y 2026, el gasto en este rubro disminuyó de 5.2% a 3.2% del PIB, una reducción de dos puntos porcentuales, equivalente al 38.4%. Esta caída ha afectado sectores clave como energía, vivienda, servicios comunitarios, educación y otras funciones públicas, que hoy cuentan con menos recursos. Aunque la inversión en salud muestra un ligero aumento, apenas representa el 0.1% del PIB, y en comunicaciones y transportes, el incremento acumulado en 13 años ha sido de solo 0.1 puntos porcentuales. ¿Por qué importa esta tendencia? Porque la inversión pública es motor del crecimiento económico, impulsa la equidad, mejora la resiliencia ambiental y es pilar del desarrollo social de largo plazo.
Adicionalmente, entre 2018 y 2026, el gasto público en salud registró un incremento moderado, al pasar de 2.4% a 2.6% del PIB, con un pico en 2024 de 2.8%. A pesar de este aumento, la cifra se mantiene muy por debajo del mínimo internacional recomendado del 6%. Al desagregar por institución, el IMSS elevó su padrón de afiliados y aumentó su gasto por afiliado de 8,382 a 10,074 pesos (a precios de 2026); sin embargo, también presenta el mayor tiempo promedio de espera, con 79 minutos. IMSS-Bienestar (considerando a sus predecesores, como el Seguro Popular y el INSABI) incrementó su gasto por persona de 3,703 a 4,412 pesos. En contraste, el ISSSTE ha mantenido un gasto prácticamente constante, mientras que Pemex experimentó una caída del 23.3% en términos reales. De cara a 2035, las estimaciones indican que el gasto en salud podría requerir entre 8% y 10% del PIB para atender la transición epidemiológica del país.
Finalmente, las finanzas públicas subnacionales se caracterizan por una marcada dependencia de las transferencias federales, lo que limita la autonomía fiscal en la mayoría de los estados y municipios. Mientras que algunas entidades gozan de mayor capacidad económica y recaudatoria, muchas otras enfrentan bajos ingresos propios y crecientes presiones de gasto, especialmente en pensiones y seguridad. La situación se agrava considerando que las entidades federativas solo recaudan el 1.1% del PIB, frente al 12.4% y 16.2% que recaudan Alemania y Canadá, respectivamente.
En el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A.C., actualizamos tres micrositios sobre estos temas (Inversión Pública, Salud y Finanzas Subnacionales), con información e investigaciones oportunas para enriquecer el debate público. Los invitamos a conocer este trabajo sobre el sistema fiscal que realizamos en el CIEP.
