De la injusticia energética y la Comisión (de delitos federales) de Electricidad

 Miriam Grunstein Dickter

Déjenme y les cuento. Estuve a un pelín de cometer un delito grave y una falta administrativa con una sanción pecuniaria astronómica.  A quien no sepa qué significa pecuniaria se lo traduzco ya: tiene que ver, literalmente, con la lana. La palabra pecunia viene de “pecus”, es decir, “rebaño.” Así, un castigo pecuniario substancial consiste en cobrarte una lanota, ya fuere por inconsciente, temeraria y/o por desesperación.  La multa por meterle mano a un medidor de CFE oscila entre 66,000 mil y 248,000 pesotes. Y si además de la falta administrativa se hubiera actualizado el tipo penal, podría haber pasado de 3 a 5 años en el tambo, privada de mi libertad, por haber “manipulado” los medidores de mi residencia campirana.

Algunos saben, muchos no, que soy ratita de campo y de ciudad. Mitad de mi vida la paso en Polanco y la otra en el Pulque. Y en esa transición de un lado a otro me he percatado de la injusticia que sufren muchos mexicanos. Mientras que en Polanco Popis rarísima vez vivimos apagones, en mi pueblo pulquero son de rutina. Si bien nos va, la luz se va, como máximo 2 veces a la semana. 

Pero un sábado la luz fue más errática. Como que iba y venía en cuestión de segundos. Las variaciones de voltaje crepitaban en los electrodomésticos. ¡Había que desconectar todo o pronto se harían chicharrón! Procedimos como siempre, es decir, fuimos a preguntar a los vecinos si sufrían de la misma falla. Mal servicio de muchos, consuelo de las víctimas de CFE. Sin embargo, esta vez la falla era en mi cabaña, solamente en ella.

Con la lámpara de Diógenes hallarás un electricista honrado en un sábado por la tarde en Villa del Carbón. Aquellos que gozan de buena fama ya están en casa en la preparación de la barbacoa dominical. Así que sólo hallamos a “Don Polo,”  cuyo nombre no revelo, no por salvar su pellejo, sino el mío.  ¿Qué distingue a “Don Polo” de otros electricistas? Pues sus “conectes” con CFE. Según su dicho, la descarga de un rayo había bloqueado la tarjeta de mi medidor, por lo que me ofreció retirarlo, llevarlo con el ingeniero Coyote (así se llama el encargado de CFE en mi pueblo) para que, de un día para otro, quedara listo. Claro está, para ello había que desembolsar 3500 pesos. Esa era la solución más expedita. De lo contrario, la alternativa era ingresar mi reporte a CFE y me advirtió “quién sabe cuándo me atendería”; que llegaban a demorar hasta 3 meses en reparar los medidores.

No mentiré. La tentación de encargarle a “Don Polo” la “compostura” de mi medidor fue casi irresistible, pero no al grado de hacerme olvidar que, por llevar muchos años como pájaro en los alambres del sector, sé muy bien que los medidores son propiedad de CFE y que tocarlos es un pecado más penado que desflorar a la Virgen de la Peña de Francia, en mi pueblo idolatrada. Así las cosas, le dije que lo que me proponía era una transgresión asaz castigada y que, así pasaran los meses en penumbra, esperaría la asistencia de CFE.  Dicho esto, “Don Polo” me maldijo y juró que, por difamarlo, él haría lo que estuviera en sus manos para demorar el arribo de la cuadrilla salvadora.

De muy mala gana hice lo correcto. Llamé al 071 para reportar mi falla y de inmediato me comunicaron que mi medidor estaba bloqueado, no por un rayo, sino porque tenía un magno adeudo de $390.00  MN de un recibo que, por un despiste, omití pagar. Me indicaron que pasara a las oficinas de la empresa el lunes, pagara mi adeudo, y que en un lapso de 72 horas de nuevo se haría la luz. Don Polo me había engañado, con la facinerosa complicidad del ingeniero Coyote, encargado de CFE en mi pueblo, quien dizque “desbloquea” los medidores afectados por rayos y centellas, a cambio de 3500 pesos, cuando lo que había que pagar eran 390 de un recibo olvidado. He de suponer que el adeudo es cubierto con la cantidad desembolsada y lo demás se lo reparten, como carne de sus presas, entre otros coyotes, hienas y chacales.

Ese episodio me hizo husmear con más celo para seguir el hilo de las redes delincuenciales de CFE distribución en mi pueblo. Para mi desdicha, la complicidad entre CFE y ciertos “electricistas” es estrechísima y su clientela son miles de usuarios vulnerables que sospecho ni idea tienen de la gravedad de los ilícitos que cometen, seguramente de forma regular y normalizada.

El mayor sinsabor me lo llevé al saber que así sucede en todo el país; que por la vulnerabilidad que implica no tener electricidad, millones de personas son carne fresca para los Coyotes y sus Polos.

La injusticia energética es el disparador de delitos contra CFE y es esta misma la que se apunta a sus pies.

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