Sobreexplotación, cambio climático y falta de apoyos al sector afectan la producción de camarón en México

Patricia Ramírez / Causa Natura Media

Capturar camarón en Sinaloa, la cuna de la producción pesquera del país, cada vez es más caro. Los pescadores de altamar del municipio de Topolobampo lo han visto con mayor intensidad durante las últimas dos temporadas: el combustible representa hasta la mitad de sus gastos, las tallas han dejado de ser competitivas en el mercado y la pesca furtiva es cada vez más común. 

Para el inicio de la temporada de camarón, el pasado 17 de octubre, casi un 40% de la flota de altamar se quedó en el muelle por falta de recursos para costear la salida.

“En precios y costos esta fue una temporada horrible, siguieron prevaleciendo las tallas chicas y eso sí nos afectó tremendamente en la producción”, cuenta en entrevista Carlos Sotelo Monge, presidente de la Unión de Cooperativas Pesqueras de Topolobampo.

México, el país que alguna vez marcó la tendencia de los precios en el gran importador de camarón que es Estados Unidos, deja de ser un competidor fuerte frente a la producción global. Esto permea la economía de los pescadores ribereños e industriales que destinan hasta un 60% del camarón a la exportación.

Cuando se habla de las causas, los pescadores de Sinaloa coinciden en un multifactor. Hablan de la sobreexplotación pesquera, el cambio climático, la falta de apoyos para el sector, la carencia de presupuesto para la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca) y, sin duda, la pesca ilegal que no acaba en los mares, cuando las embarcaciones capturan durante las temporadas de veda, sino que se extiende al mercado internacional.

“La pesca furtiva hace competencia con las cooperativas pesqueras porque inunda el mercado… Hace que cuando nuestro producto llegue por allá (Estados Unidos), el mercado ya esté abastecido. Esto ocasiona que los precios se depriman, bajen, y cada vez sea más complicado para nosotros seguirlo sosteniendo”, explica Sotelo.

La caída del camarón mexicano

El camarón es una de las pesquerías más fuertes de México. Se trata de la tercera especie pesquera de mayor volumen de producción en el país, posicionándose históricamente dentro de los tres primeros productores en Latinoamérica, generando más de 37 mil empleos y aportando más de 100 mil toneladas al sector agroalimentario, de acuerdo con datos de la Conapesca. 

A diferencia de otras pesquerías, el camarón ha sido resistente a la sobreexplotación. Sin embargo, no es inmune y cada año registra una baja en la producción del país. Mientras en 2021 el sector alcanzó las 36 mil 438 toneladas de peso vivo, para 2022 eran 26 mil 400 toneladas; y en 2023, 23 mil 295 toneladas, de acuerdo con cifras del Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca.

El estado de la pesquería del camarón silvestre, principalmente el café y el azul, se ve reflejado en las tallas, que son la medida base para la comercialización del marisco, haciendo referencia a los camarones que existen por libra. 

Uno de los objetivos de las capturas en temporada de veda, realizadas por pescadores furtivos, es poder extraer los ejemplares más grandes. Al iniciar la temporada de captura, los pescadores reglamentados tienen dificultades para encontrar tallas competitivas porque éstas fueron saqueadas antes. 

“Vemos cómo ha decrecido la producción y consideramos que se debe a la pesca furtiva, pero no dudamos que también sea por el cambio climático que ha habido menos presencia de camarones”, señala Alfonso Chaparro, presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras Siglo XXI, parte del sector ribereño en Sinaloa.

Otro factor que genera estragos en el camarón es el auge de la acuacultura. Hace 30 años, las tallas de camarón silvestre se vendían arriba de los diez dólares, hoy apenas llegan a la mitad y con costos de producción cada vez mayores. Un ejemplo es la talla 16/20 de camarón silvestre que ha sido alcanzada también por el camarón de cultivo, criado en granjas acuícolas. 

En una revisión de las importaciones de camarón a Estados Unidos, Causa Natura Media encontró que mientras en 2019 México exportó 29 mil 552 toneladas de camarón en distintas presentaciones, para 2024 apenas alcanzaron las 12 mil 337 toneladas. Lo que representa una caída del 58.2% en las exportaciones de camarón mexicano hacia el país vecino.

Al realizar un desagregado de la caída de camarón mexicano, se puede identificar que el silvestre ha sido el verdadero afectado, ya que el camarón de cultivo ha tenido mayor entrada desde el 2022.

Actualmente, México está en el séptimo lugar de los países importadores de camarón en Estados Unidos, por debajo de otros países de Latinoamérica como Ecuador y Argentina, de acuerdo con el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas del país (NOAA Fisheries, por su siglas en inglés).

“El camarón de Ecuador se va a Estados Unidos y ha venido a compartir muy fuerte con los precios porque hay que reconocer que es un país que está industrializado y tiene buena calidad, pero también hace la engorda con precios muy bajos por el bajo costo de diesel, ya que (los pescadores ecuatorianos) tienen un subsidio importante para esto. Eso ha venido a pegarle durísimo a la pesca ribereña (mexicana)”, explica Chaparro.

Con permiso de pesca

Durante las entrevistas, los pescadores coinciden que hay historias sobre la manera en la que se mueve el producto ilegal por el mercado. Para los camaroneros mexicanos en la frontera sur de México es conocido que se utilizan permisos de importación de una cantidad de toneladas para hacer entrar más de las que dicta el documento. 

Un caso similar ocurre en la frontera de México y Estados Unidos, donde los pescadores del noroeste mexicano hablan sobre transportar camarón bajo permisos de otro producto pesquero.

“Ahora bien, ¿quién hace esta pesca ilegal? Cuando tú lees reportes de organizaciones nacionales e internacionales que han tocado el tema, parece ser un grupo de gente, casi como una flotilla de piratas que van de puerto en puerto saqueando, pero la verdad es que no es así. Todas estas prácticas ilegales del marco regulatorio se llevan a cabo por los mismos pescadores que tienen o no tienen permiso”, explica durante entrevista Manuel Caudillo, director en Pesca Responsable y Comercio Justo.

El Pacífico norte y el Golfo de México son las regiones donde se concentra el mercado camaronero.
El Pacífico norte y el Golfo de México son las regiones donde se concentra el mercado camaronero. Foto: SADER

Lo mismo ocurre en el mercado, señala Caudillo. Para que el producto pesquero resultado de la captura ilegal llegue a otros países “entra mediante el uso de documentos de legal procedencia emitidos y avalados por la autoridad pesquera”.

El aviso de arribo y la guía de pesca son parte de la documentación que se solicita para reportar la captura y transporte de producto pesquero. Una vez que un productor o un posesionario cuenta con esta documentación, la procedencia pasa a tener menos importancia y se considera al producto como legal.

“Existen las regulaciones, estamos con la trazabilidad y todas esas cosas: dónde lo pescaste, cuál es su aviso de arribo. Hay una gama de esto ¿no?… Existe la normatividad para que no se diera, pero se está dando y no entendemos cómo”, señala Sotelo.

Por los camaroneros

Con las medidas arancelarias actuales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y un mercado cada vez más competitivo, los camaroneros mexicanos sienten incertidumbre sobre su futuro con su principal comprador. 

Para los pescadores mexicanos es necesario que haya un respaldo gubernamental que cubra las carencias. El sector pesquero ha urgido en repetidas ocasiones que se brinden subsidios, principalmente, en combustible y motores, como ocurría en el pasado. 

“Con una cuarta parte de los costos de producción en combustible que le regresara el gobierno al sector con proyectos productivos, con programas de reconstrucción de flota, porque tenemos una flota ya ha rebasado dos veces su vida útil, con seguridad social, con unos buenos hospitales, con medicinas para nuestra gente… contribuiría en un sector olvidado como la pesca y esa es la forma como nos podríamos echar a volar nuevamente”, señala Sotelo. 

La temporada de captura camaronera termina el 6 de abril, y el mayor impacto ha sido en los costos de producción. “Con tanta pesca furtiva y con tanta población de pescadores libres se hizo extremo poder sobrellevar la dinámica de salir adelante en impuestos, seguro social, arbitraje, pago de permiso, pago de toda la normativa que conlleva esta actividad”, señala Sotelo.

Sobre la pesca ilegal, la respuesta común en el sector es incrementar la inspección y vigilancia, así como implementar la trazabilidad pesquera que permita registrar el producto desde su captura en el mar hasta que llega a los consumidores finales. Sin embargo, Caudillo señala que para solucionar la problemática se requiere entender las causas. 

“Con inspección y vigilancia o con sanciones más fuertes no se va a resolver el problema. Hay otras actividades ilícitas que por más penas que tengan siguen existiendo y siguen practicándose. En el caso de la pesca, que es un aprovechamiento del capital natural del país para un desarrollo socioeconómico, habría que hacer una reflexión sobre el porqué llegamos hasta aquí y de qué manera se podría revertir. Si necesitamos inspección, ¿para qué es? ¿Vas a llenar las cárceles de pescadores que estaban pescando para alimentar a su familia o para tratar de mantener su negocio? ¿Vas a confiscar el motor o la panga? ¿Los vas a seguir empobreciendo?”, cuestiona Caudillo.

*Este reportaje pertenece a la serie #ExportacionesPerdidas, una investigación especial de Causa Natura Media sobre las afectaciones de la pesca ilegal a especies de exportación. 

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