Con AMLO, México también vive una transformación económica
A tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en México “estamos ante un proceso de transformación cualitativa de la economía”, considera el doctor Óscar David Rojas Silva. Agrega que todo el modelo, toda la estructura que se desarrolló en el país durante el neoliberalismo –que implicó una entrega sistemática de muchos sectores– está en proceso de transformación en el que las autoridades ordenan, tapan fugas, reorganizan.
El maestro y doctor en crítica de la economía política expone que “cambiarle la cara a un país en términos económicos es una tarea titánica, y más en medio de una pandemia. Esto ha tenido dos vertientes: que los indicadores en sí han estado, sin duda, lastimados porque la pandemia ha deteniendo todos los procesos y ha evitado la posibilidad de crecimiento, porque caímos muy fuerte en términos de crisis. Eso en cuanto a términos cuantitativos. Pero en términos cualitativos ha habido una aceleración: gracias a la misma pandemia se han podido acelerar procesos importantes como [la construcción de] los hospitales que estaban abandonados y que se tuvieron que recuperar por la emergencia”.
La transformación, detalla, no sólo se trata de recuperar la infraestructura sino de dejar de privatizar la salud. “Ahora queda claro que es un bien público y que hay que invertirle con muchas ganas: esto se refleja en el presupuesto. Y en todo lo demás también se ha ido avanzando, y destaca el asunto de la soberanía energética”.
El doctor Rojas Silva agrega que en México también se vive “un reordenamiento fiscal y hay estabilidad a pesar de la crisis, además de que hay elementos de distribución de la riqueza y los programas prioritarios que hablan de un cambio industrial”.
—Al inicio de la pandemia los organismos internacionales recomendaron a los países contratar deuda para atenuar el impacto de la crisis, ¿cómo evalúa que el gobierno mexicano se haya desapegado totalmente de estas recomendaciones?
—Creo que ha sido una excelente decisión porque en México la deuda cayó como un lastre muy fuerte desde la década de 1980. Hay que recordar que cuando hablamos de deuda se achica la posibilidad para los desarrollos del país: hay que estar pagando intereses al capital. Además esas deudas por lo regular vienen con condicionantes, por lo que no se puede tener libertad de decisión en las políticas. Entonces, esta decisión de menos deuda no nada más es un asunto técnico económico, sino también un asunto de soberanía y de posibilidad de ir avanzando en todas estas políticas de transformación cualitativa de la economía. Creo que esa decisión clara y contundente de no endeudarse ya ha sido reconocida por otros países como una vía importante de cara a la pandemia, pero también a la posibilidad de tomar decisiones autónomas. Entonces cuando ya tienes la posibilidad de determinar tus políticas, pues ya estás prácticamente fuera de la estructura de sojuzgamiento neoliberal.
—¿En este contexto de crisis pandémica, qué tanto han contribuido los programas sociales para el bienestar de las familias?
—Esto es muy importante. Considero que sí tienen mucho que ver todos esos programas de bienestar porque se pueden incluir dentro de la lógica de distribución. Y la imagen de esto es que encontramos a México, después del neoliberalismo, como alguien que se ha estado desangrando, entonces, las afectaciones han sido no sólo en seguridad sino en pérdida de capacidad económica en las familias. Los problemas que esto conlleva fueron muy lastimosos en el período neoliberal. Lo que había que hacer era frenar esa hemorragia y obviamente no hacerlo de forma clientelar, sino subirlo a derechos constitucionales en el artículo 4 constitucional. Entonces esto es un primer elemento muy serio y contundente de que se quiere tomar otro tipo de políticas y hay que empezar a aliviar de inmediato la economía popular.
Respecto de la política fiscal, el director del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo, y comunicador especializado en pensamiento crítico indica que se ha tenido una gran reestructuración y se ha combativo la corrupción y la elusión. “Sí sería muy interesante hablar de una reforma fiscal no solamente en el aumento de los impuestos, sino en entender cuál ha sido la estructura fiscal. Para que logremos tener esta salud fiscal, para eliminar cualquier posibilidad de paraísos fiscales como se construyeron en el neoliberalismo.
Asimismo, se pronuncia por discutir la autonomía del Banco de México. “Esto es algo muy sensible, porque el banco central tiene una perspectiva muy ortodoxa, porque ahí está el poder internacional, el control del crédito y de la moneda. Pero, tenemos que abrir la discusión de cuáles son las funciones necesarias que puede contribuir el banco central al desarrollo del país”.
—Un tema fundamental para todos los mexicanos es la lucha contra la desigualdad. ¿Cómo podría México acabar con esta desigualdad, con esta injusta miseria en la que se encuentran muchísimas personas?
—Esto está inscrito en lo que se llaman los Objetivos del Milenio y la Agenda 2030 de la ONU, que es una especie de directriz general de resolver estos grandes problemas. Al respecto no hay que olvidar que la pobreza tiene una razón estructural, es decir, no es porque alguien haya aplicado una serie de malas decisiones sino que en realidad, es consecuencia del tipo de crecimiento que conlleva el sistema capitalista. Esto nos dice que mientras existan las condiciones de relaciones de dominio de países sobre de otros, el control de la moneda mundial, la posibilidad de imponer vía militar decisiones geoestratégicas, siempre va a existir esta problemática; entonces, sí se puede atenuar pero se tiene que atenuar y discutir también toda esta gran estructura que produce ir a la raíz de la problemática.
El economista explica que para luchar contra la desigualdad y la pobreza se debe abandonar la lógica de que el mercado se autorregula y que es un proceso automático, que hay grandes principios que nadie puede tocar, sino que ahora el asunto es una planificación, es decir, tomar decisiones concretas de las necesidades específicas de los países e ir en esos caminos.
“Un primer paso para aliviar estas situaciones de profunda desigualdad y miseria, producidas por el capitalismo, es hacer este giro del mercado autorregulado hacia la planificación del mercado, pero con fines de desarrollo social y equitativo, y de ninguna manera para sistemáticamente beneficiar a grupos de élite”.
—En diciembre de 2021 la inflación rebasó el 7 por ciento. ¿Cuál es su análisis al respecto?
—Hay que recordar que este fenómeno de la inflación que estamos viviendo sucede a escala mundial y significa problemas en las vías de comunicación de las mercancías. En realidad de fondo significa que la economía mundial estuvo detenida mucho tiempo, no se han generado las ganancias que esperaban los capitalistas. La inflación es una especie de impuesto económico para seguir generando que el poder adquisitivo que nosotros perdemos, se convierta en ganancia de las empresas. Es un combate. El asunto es que sí está alta la inflación, está lejos de los objetivos planteados, pero tampoco es un problema de hiperinflación como en algunos momentos se ha vivido. Creo que podemos esperar que la inversión en activos fijos que va hacer Estados Unidos, creo que va a ser 1 millón de dólares, la inversión que se está llevando también en México, es decir, una forma de combate frontal a la inflación es producir riqueza material efectiva. Cuando esto vaya avanzando, que es el tramo que estamos recorriendo, creo que eliminamos efectos sistémicos de este proceso de inflación. Sí vamos a ver una pérdida del poder adquisitivo en referencia a la moneda, pero, creo que podemos hablar de un 2022, digamos, que aunque así con esos elementos fuera de los objetivos planteados, pero controlada hasta cierto punto.
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Con información de Contralínea