La conspiración: ¿Cómo “desaparecer” 166 mil 840 ciudadanos?
Álvaro Aragón Ayala
El gobernador Rubén Rocha Moya espetó: “va a desaparecer el PAS”, y de inmediato, el candidato de Morena, Enrique Inzunza Cázarez, acusado de acoso, hostigamiento, pornografía, violencia sexual y de género, replicó que el Plan C estatal es “desaparecer” al Partido Sinaloense. Es evidente el nado sincronizado para sembrar el sonsonete de la destrucción pasista. El “cuarto de querra” ya opera, pero ¿cuáles son los métodos que utilizan para intentar extinguir del mapa político al partido estatal? ¿Qué sistemas engranan para “borrar” de las urnas a 166 mil 840 ciudadanos?
Efectivamente, el PAS cuenta con 166 mil 840 militantes, avalados, certificados, por el Instituto Nacional Electoral, e históricamente no se tienen antecedentes de que un partido político con este número de ciudadanos afiliados, que sobrepasa a los matriculados en Sinaloa por Morena, el PRI, PVEM, PAN y otras fuerzas políticas, pierda su registro por capricho del gobernador en turno metido de lleno en la contienda a favor de los candidatos de la Cuarta Transformación o la Transformación de Cuarta.
Como Rubén Rocha ya lanzó la consigna de “desaparecer” el PAS, “analistas” que no son analistas, periodistas y columnistas amamantados económicamente por el gobernador, vaticinan – no diagnostican- la “muerte política” del partido, pero no aportan datos que precisen, con exactitud, que un fenómeno electoral de esta naturaleza pueda ocurrir. La ciencia política no contiene ninguna evidencia de que el PAS pueda desaparecer en este proceso electoral; por el contrario, apunta a que recobrará los votos que en el 2021 le cedió a Morena y sus candidatos.
Si nos ajustamos al perfil personal/gubernamental y a las evidencias sobre los mecanismos de coerción que usa el gobernador para controlar, marginar o anular a sus opositores, es factible precisar los métodos puestos en marcha para aterrizar el proyecto de “desaparición” del PAS. Veamos: en el 2021, decenas de activistas y estrategas del PRI que apoyaban la candidatura de Mario Zamora Gastélum fueron secuestrados, inhabilitados, el día de la elección para facilitar el triunfo de Rubén Rocha, quien, además, ha usado la amenaza y el chantaje para llevarse e incorporar a Morena algunos personajes del Partido Sinaloense.
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El gobernador armó una conspiración para judicializar y encarcelar a los directivos de la Universidad Autónoma de Sinaloa porque le rechazaron la Ley de Educación Superior del Estado y no le transfirieron el control de la Casa Rosalina; mediante acciones de la Fiscalía General de la República, segunda vía de la represión y la persecución política, anuló a los dirigentes campesinos que encabezaban movilizaciones reclamando un mejor precio a la tonelada de maíz. Rubén Rocha es, además, especialista en distorsionar verdades y escenarios: a los desaparecidos les llama “autodesaparecidos” y a los secuestrados “autosecuestrados”.
Con estos registros y su intromisión en el proceso electoral local y federal, emergen, entonces, las hipótesis accesibles en torno a los mecanismos usa el gobernador para intentar “desaparecer” al PAS: una es la vía de la violencia, secuestrando y amenazando activos y dirigentes del partido; la otra es intentar reventar la estructura con el clásico método de “comprar” a los liderazgos pasistas territoriales a los que tratan de convencer los traidores que ya operan en Morena. El otro método, ya en curso, es la perpetración de un megafraude electoral.
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La vía de la violencia, pues, lleva a Rubén Rocha a regresar al mecanismo del 2021 en el que secuestraron a decenas de estrategas y activistas del PRI para asegurar el voto morenista, pero aquí es donde surge el problema ¿Los poderes fácticos armados estarían otra vez dispuestos a cometer este tipo de atropellos en favor del gobernador? ¿Los cuerpos policiacos tienen la estructura como para inmovilizar el día de las votaciones a 166 mil 840 ciudadanos afiliados al PAS?
El pronóstico más certero es que el PAS, con todo y la conspiración de Rubén Rocha, no solamente conservará su registro, sino que conquistará importantes posiciones electorales por encima del PVEM, el MC, del PES y del Partido del Trabajo que entró a la competencia como comparsa de Morena, salvo algunas excepciones como la del candidato al Senado, Jesús Estrada Ferreiro, que le pega al “morenista” Enrique Inzunza en su “línea de flotación”.
El PRD sí corre el riesgo, de perder el registro nacional. El PVEM y el MC se juegan su destino porque buscarán obtener el registro estatal, quitándole votos, no tanto al PRI, ni al PAN ni al PAS, sino a Morena, partido con el que se han funcionado para proteger al candidato al Senado, Enrique Inzunza Cazarez, acusado por la jueza Ana Karina Aragón Cutiño de acoso, hostigamiento, pornografía, violencia sexual y de género.
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PIDIÓ TERE GUERRA QUE LA PGR (HOY FISCALÍA) INVESTIGUE A ENRIQUE INZUNZA
