Carlos Martínez Assad: “En México la cultura está al capricho de los políticos y, al igual que sucede con la historia, es manipulada”
Reyna Paz Avendaño
En México la cultura está al capricho de los políticos y, al igual que sucede con la historia, es manipulada; además existe la visión de que cultura es sinónimo de folclor cuando engloba muchos otros elementos, por ejemplo, infraestructura, educación e inversión. Esas son algunas ideas que expresa el sociólogo e investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Carlos Martínez Assad.
“Si comparamos los recursos que dedica México a la cultura contra un país como Francia, la diferencia es abismal. Francia le da a la cultura un peso enorme en el porcentaje del gasto del gobierno, de ahí sus realizaciones y las dificultades que México siempre enfrenta porque a la cultura no se le da ningún peso”, señala el también Premio Crónica.
Martínez Assad señala que la cultura también es patrimonio, producción artística y hacer que los jóvenes aprendan y puedan participar en coros, grupos de danza y creación literaria. Sin embargo, eventualmente hay discursos políticos que ofrecen, en sus demarcaciones, clases de alguna actividad recreativa; en palabras del investigador, eso es una construcción muy elemental de la cultura.
“Falta sensibilidad y algo que nos acerque o siquiera que recupere la huella de las épocas tan importantes de México. A lo mejor hay una visión nostálgica pero el muralismo, las escuelas de arte que llegamos a tener y la producción escultórica durante el Porfiriato, creo que es algo que jamás se ha vuelto a alcanzar, lamentablemente lo digo porque (la cultura) debería de ir en aumento”, opina.
El autor de “En el verano, la tierra” y “El laboratorio de la Revolución. El tabasco garridista” comparte su sorpresa hacia los gobiernos cuando manipulan la cultura. Un ejemplo es el Paseo de la Reforma.
“Fue un paseo que estaba destinado a prevalecer como una gran apuesta del urbanismo y como la recuperación de aspectos históricos de la arquitectura y del arte en México. En la época liberal fue concebido como un paseo para contar la historia de México, de manera elemental si quieren, pero ahí estaba representada la conquista y la Independencia; la Revolución vino después pero su cúpula está próxima y ahora ni siquiera se observa con claridad al recorrer Reforma. Me impresiona cómo han cambiado y manipulado el paseo sin absolutamente con una consulta con historiadores, con expertos”, afirma.
En cultura hacen lo mismo que con la historia: la manipulan, añade Martínez Assad.
“Los gobernantes la manipulan a su antojo y lo mismo hacen con el patrimonio, dicen: ‘esto sí, esto no’, como si fuese cualquier cosa y no algo en lo que se tendría que tener esmero, cuidado y proyección. Y no solamente no mantienen la idea de la historia que interesara a niños y los jóvenes, porque al alterar todo esto se va cancelando la posibilidad que pedagógicamente estaba bien diseñada”, opina.
Para Martínez Assad, tendría que ampliarse la idea de preservación de la cultura y no solamente ver que la cultura sea mostrar un grupo folclórico.
¿Cómo hacer que la infraestructura cultural sea necesaria para la vida rural y urbana?
La infraestructura, socialmente y con la gente que sabe, tendría que decirse qué es lo que hace falta y en dónde, pero seguimos en función de los caprichos y ocurrencias de quienes manejan el poder. Implementar acciones significa que éstas pudieran se cimienten bien, estén documentadas para poder hacer las propuestas más pertinentes. Mientras no haya un cambio en las formas de pensar, será muy difícil contar con la infraestructura cultural requerida en México.
Ejemplos muy concretos, veamos el Conservatorio Nacional que no tiene un interés por parte de los gobiernos. O lo que está sucediendo con el cine mexicano, un cine que antes estuvo posicionado y al cual le he dedicado libros porque fue un lugar importante en la cultura del país y que aportó económicamente beneficios para quienes formaban parte del séptimo arte. Hoy no dudo que haya buenos productos de cineastas independientes, pero ahora todos tienen que ser independientes porque no hay recursos para filmar.
ENFRENTAR LA MIGRACIÓN
Una de las características del trabajo de Carlos Martínez Assad es la conformación de grupos académicos que planteen soluciones a problemas sociales. Así lo hizo en los años 80 y 90 del siglo pasado cuando reunió las voces de los afectados por el sismo de 1985 sobre la reivindicación de la vivienda en México o cuando encabezó la elección de consejos ciudadanos para cada una de las demarcaciones de la Ciudad de México, en la que impulsó el concepto de participación ciudadana.
“La formación de equipos en todas las ciencias es fundamental, tiene que darse y mantenerse, probablemente no sea de la misma manera. En el seminario de Medio Oriente siempre busco la interrelación de muchas personas y convoco a gente de universidades para discutir”.
¿Qué tanto estos grupos de trabajo e investigaciones pueden influir en los gobernantes?
Es complicado porque la verdad hay poca atención. Hoy la población vive el grave problema del agua y existe una cantidad de estudios sobre el tema que simplemente Conagua tendría que estar al tanto de lo que se produce académicamente, pero no lo está. Lo mismo sucedió con el COVID, la pandemia empezó a ser estudiada y poco se alimentó de eso, las soluciones que se dieron en países como el nuestro omitieron esos avances.
Lo anterior se replica con las migraciones. Las migraciones en México las enfrentamos como si fuésemos el único país que recibe migrantes cuando hay una experiencia de siglos en otros países donde el movimiento de la gente ha sido constante. Es increíble que no alimentemos las medidas más convenientes para enfrentar un problema que en estos momentos enfrentan todos los países del mundo, es un fenómeno que se presenta por todas partes.
PUBLICACIONES Y AMISTADES
A pesar de la desatención a la cultura y a la no escucha de las voces académicas por parte del gobierno, Martínez Assad no deja de investigar y ahondar en las historias regionales, desde donde inician las luchas por la vida democrática. El investigador recuerda cuando el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), hoy Secretaría de Cultura, editaba libros.
“Me invitaron a formar parte del equipo de publicaciones, propuse que hiciéramos una colección sobre las regiones de México, así se llamó la serie e hicimos un poco más de 80 libros. Fue muy importante en su momento porque no solamente acarreábamos el interés de la región determinada si no que tuvieron un éxito de ventas en relación a lo que es este país, hacíamos tiraje de seis mil ejemplares y hubo casos en que se tuvo que reimprimir porque se vendían todos. Lamentablemente llegó un director que decidió cancelar la colección, como suele suceder, tenía otros planes”, recuerda.
Gracias a la mirada regional y a la construcción de redes, Martínez Assad atesora experiencias con dos reconocidos escritores: José Saramago y Amin Maalouf.
“Una de las primeras veces que Saramago visitó México fue para dar un curso de poesía portuguesa en Guadalajara, antes de que obtuviera el Premio Nobel de Literatura, asistimos Sara Sefchovich y yo, hubo un intercambio que nos permitió estar cercanos a él. Después, cuando ganó el Nobel, quiso conocer Teotihuacan y en ese momento Sealtiel Alatriste dirigía Alfaguara, me pidió llevarlo. Fue un día excepcional donde Saramago empezó a hacer discursos sobre lo que veía, sobre lo que le inspiraba la gran pirámide. Fue una lección de literatura maravillosa”, narra.
¿Y con Maalouf?
Le llamé por teléfono, me presenté y nos invitó a su casa, pasamos una noche extraordinaria cenando con su esposa e hijos, a partir de ahí hemos conservado la relación, de vez en cuando nos escribimos. El interés por Líbano que se expresa en varias de sus novelas es un interés que comparto.