UAS: los estudiantes y su integridad

Álvaro Aragón Ayala

Rechazados por la mayoría universitaria que votó a favor en dos Consultas, la que apuntala la Reingeniería Integral y Normativa y la Sindical vinculada a la modificación del Contrato Colectivo de Trabajo y a la construcción de un Fideicomiso Pro Jubilación Dinámica, la fracción fragmentada, minoritaria, de jubilados que se opone al proyecto de rescate financiero de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sola, sin apoyo al interior del campus, rompe la integridad y altera la conducta de los alumnos, sobre todo menores de edad, al continuar usándolos para atacar a los directivos de la Casa Rosalina con un sólo propósito muy ajeno a cualquier demanda estudiantil: evadir un mandato sindical/laboral/legal y no aportar cuotas para la creación del Fideicomiso.  

Que conste. Los alumnos son reclutados y zambutidos en la “grilla jubilatoria” e instrumentalizados para la embestida falaz toda vez que la raíz de la turba de palabras y sucesos liderados y direccionados por el grupúsculo de ex trabajadores de la UAS es su negativa a integrarse al Fideicomiso ya aprobado por la Consulta Sindical del SUNTUAS. No es asunto de alumnos. No quieren contribuir al sostenimiento de un Fondo/Contrato que les garantizará seguir percibiendo la prestación vitalicia con un monto que supera el tabulador del Instituto Mexicano del Seguro Social. Los jubilados reciben la pensión del IMSS y otra, la de la Universidad, la cual conservarán, de acuerdo a disposiciones de la Secretaría de Educación Pública, únicamente si se integran y aportan al Fideicomiso.

Acorralados por la disposición del gobierno federal que amenaza incluso con desaparecer la Jubilación Dinámica y por el Sindicato que ya aprobó la confección legal/jurídica del Fideicomiso, al no encontrar respaldo del Gobierno Estatal ni del Congreso Local, cuyos diputados los conminaron a acatar la Ley Orgánica de la UAS y la Constitución y a respetar la autonomía y las decisiones emanadas de las Consultas, la fracción minoritaria tomó la decisión de utilizar a los estudiantes, alterarlos, adoctrinarlos, inyectarles odio, contaminarlos, lanzándolos contra las autoridades de la UAS, fabricando un falso escenario: la elección de los Consejeros Estudiantiles. Atribuyendo mentirosamente irregularidades en el proceso electivo.

Para que su “movimiento” de jubilados no fallezca, no muera, ahora esa minoría externa de jubilados, reducida, derrotada en las urnas, en las Consultas y en todos los procesos democráticos de la Universidad, pretende implementar el desorden, el caos. Siembra y cultiva el odio entre un reducido grupo de estudiantes, la mayoría menores de edad, a quien instrumentaliza para que criminalicen a los  directivos de la Universidad, y para que planten en sus escuelas – hasta ahora no son más de cuatro- la artificial narrativa de la represión o persecución, en una clara estrategia para llamarse víctimas e impedir, mediante acusaciones apócrifas, que las autoridades de las escuelas y de la Casa Rosalina ajusten a las leyes y reglamentos a quienes usan como mecanismo de expresión el insulto y la agresión.

El invento del acoso, la coacción y la amenaza contra estudiantes y contra quienes “piensan diferentes”, es una mentira, el blindaje, el escudo de protección y a la vez una puerta para poder implantar en la Universidad la Ley del Insulto y la Agresión, e impedir que las autoridades apliquen a los generadores de violencia al interior del campus la Ley Orgánica y el Reglamento Escolar, en el caso de los estudiantes, y en el de los académicos y administrativos evitar que sean sometidos a las disposiciones del Contrato Colectivo de Trabajo. En esa franja antiUniversitaria se mueven como “instructores” los directivos de la Asociación de Jubilados A.C., la cual funciona como “caja de ahorro” sin autorización de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.

La fracción intolerante que enganchó en sus acciones a dos o tres trabajadores en activo diestros en la escenificación falsearía y en el montaje, emplean  a los estudiantes cazados o “secuestrados” de las afueras de las escuelas en tareas de desestabilizacion vestidos con el ropaje de víctimas para intentar convertir a la Universidad Autónoma de Sinaloa en tierra de nadie, teatralizando con una artificial defensa de los “derechos estudiantiles”, trastornando la  espontaneidad y la individualidad de los alumnos, catequizándolos para que opten por la violencia verbal en sus interrelaciones universitarias. 

La acción y efecto de adoctrinar a los estudiantes para que se inclinen por la cultura de la violencia, la descalificación y el insulto en su ejercicio universitario resulta inaceptable porque va en contra de la esencia y misión de la Universidad Pública que se circunscribe en 1) la búsqueda de la verdad; 2) el descubrimiento de nuevos conocimientos a través del saber y la investigación; 3) el estudio y la crítica razonada de las tradiciones intelectuales y culturales; 4) la enseñanza y el desarrollo general de los estudiantes para ayudarles a convertirse en individuos creativos y ciudadanos provechosos de una democracia plural; y 5) la transmisión del conocimiento y el aprendizaje a la sociedad general.

Exacto. Los estudiantes deben ser libres para tomar excepciones razonadas, sin inventos, con civilidad, sin gritos ponzoñosos. Para asegurar la independencia intelectual universitaria, la libertad de pensamiento y para proteger el principio de la pluralidad intelectual, hay una serie de principios y procedimientos que deben salvaguardarse. Estos principios son aplicables por entero a las universidades públicas que se presentan a sí mismas como regidas por los cánones de la libertad académica. El “credo jubilatorio”, la injerencia de la fracción de jubilados en la vida y quehacer de los alumnos, sobre todo menores de edad, es una forma de violencia. Rompen la integridad y altera la conducta de los muchachos.

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