Rubén Rocha no se va…

Álvaro Aragón Ayala

El gobernador Rubén Rocha Moya no se va. Es sencillo explicar: Los narcotraficantes poseen, sí, un poderío bélico impresionante, infernal, y el apoyo coyuntural de “cajas de resonancia”. Con esa estructura desafían las instituciones de seguridad, sin embargo, carecen de legitimidad, estatus moral, ético, y potestad Constitucional para exigir la destitución de funcionarios públicos.

El tema es vigente y es preciso abordarlo para colocar en la mesa del análisis la genética de la demanda de “renuncia” o destitución del mandatario estatal y para preguntarse ¿por qué organismos empresariales -Coparmex, verbigracia-, y agrupaciones de la sociedad civil, con bifurcaciones en el PAN y el PRI o con personajes que blasonan su “independencia”, replican un reclamo del narco?

¿Dónde nació la narrativa, con una estrategia de masificación, en torno a la “renuncia”, de que ya se va o que la Presidenta Claudia Sheinbaum va a destituir al gobernador de Sinaloa? Las primeras alharacas en este sentido surgieron de las voces de los derrotados de la contienda electoral de ese año. El 31 de octubre de 2021, a las 11:00 horas (UTC –7) Rubén Rocha se convirtió en gobernador Constitucional.

Desde ese día, la verdadera oposición, la ultraderecha y los neoliberales, comenzó a vaticinar la caída de Rubén Rocha ya que, al tomar las riendas del Poder Ejecutivo, los desplazó y afectó interesesdesarticulando una vieja red de poder incrustada en las entrañas del gobierno, la cual ejercía una influencia significativa y persistente en la toma de las decisiones por encima de las autoridades.

Sin embargo, la demanda de priistas y panistas y de los perjudicados por la restructuración del gobierno no escaló. Sólo alcanzó el grado de gemido. La “renuncia” o destitución del gobernador vino a clavarse con fuerza en la relatoría pública tras los sucesos de julio del 2024. Exacto. Desde aquella detención/secuestro (aún no están claros los sucesos) de uno de los líderes supremos de una de las organizaciones delictivas más poderosos del mundo.

Fracturado el Cartel de Sinaloa empezó la narcoguerra intestina con saldos fúnebres. En el intríngulis, entre cuentos policiacos, verdades y mentiras y ensayos conspirativos, emergió, con el soporte de ultimátum adjudicado a una facción de la organización armada, la “noticia” de que “ahora si se va” el gobernador, pero todos los vaticinios han fallado. Aun así, los personajes y medios de comunicación no afines al régimen de Rubén Rocha y a Morena no cesan y persisten en darle vuelo a la falsa versión.

La parafernalia más vigorosa anti Rocha tiene, pues, el ADN del narco. A raíz del fragor de la batalla que libran a sangre y fuego las facciones del Cartel en Culiacán y otros municipios se elevaron las estadísticas de asesinados y desaparecidos creando el “caldo de cultivo” para que, bajo la bandera de “luchar por la paz y la seguridad”, la oposición, arropada en la “sociedad civil”, terminología que le sirve para armar un frente, pida la salida de Rubén Rocha. La Iglesia Católica movilizó ya a su grey acompañada por Coparmex.

Saben que sus protestan no tienen destino pero atizan la hoguera: el gobierno de Claudia Sheinbaum no sostiene al gobernador porque la coaccione el ex presidente Andrés Manuel López Obrador; la verdad es que la permanencia de Rubén Rocha en el Poder Ejecutivo es un asunto de Estado. Si cae se derrumba el Estado de Derecho. Si “renuncia” o lo destituyen se ofrecería la lectura de un gobierno débil que cede a la exigencia de un grupo delictivo y a las tensiones que genera el conflicto interno del Cartel.  

A estas alturas es muy claro que la narcoguerra, la escalada mortal, abrió la puerta política (y se avecina ya la etapa electoral) para que los derrotados de junio del 2021, los despedidos o paralizados que ejercían el poder estatal por encima de la autoridad legítimamente constituida y los aspirantes a puestos de elección rumbo al 2027, desaten con más furia la narrativa de la demolición del mandatario estatal, sirviendo, paradójicamente, como “caja de resonancia” del narco.

No por azares del destino los “movimientos civiles” en los cuales resuenan los gritos anti-Morena y sobresale la presencia de personajes que aspiran a ser designados candidatos del PRI y el PAN y quizá de otro partido, y el azote mediático contra Rubén Rocha, le vienen como “anillo al dedo” a la facción del Cartel de Sinaloa que quiere que ruede la cabeza del gobernador. Paradójicamente, cada protesta y “golpe informativo” lleva impresa la consiga del narco ¡Fuera Rocha! Ni esa letanía han cambiado.

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