La jugada estratégica de Rocha. Feliciano, el hombre orquesta. Las capacidades de Yeraldine. El PVEM y la “culiacanización” de Los Mochis

Álvaro Aragón Ayala

¿Qué tipo de información de Sinaloa está llegando al corazón de la toma de decisiones de la Ciudad de México? Entró a prueba la institucionalidad, la lealtad y el profesionalismo de Esteban González Ibarra, delegado o jefe de la Estación Sinaloa del Centro Nacional de Inteligencia -CNI-, antes CISEN, aquel viejo aparato de espionaje gubernamental que el relegado político y Notario Público, Fernando Díaz de la Vega, conoció sus entrañas ya que se desempeñó como director de Investigación y Análisis de la Secretaría de Gobernación. A Esteban sus jefes le están solicitando más y más información de Sinaloa.

Aquel CISEN que dependía de la SEGOB quedó archivado. Ya no existe. Se transmutó el 1 de diciembre del 2018 en CNI. Hoy es parte orgánica de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Es entonces un instrumento de inteligencia civil que va más allá del “seguimiento” de la clase política; realiza mapeos en materia de seguridad pública, seguridad interior y seguridad nacional. Quien está al frente del CNI es el ex titular de la Policía de Investigación (PDI) de Ciudad de México, Francisco Almazán Barocio, mano derecha Omar García Harfuch. En Sinaloa, Esteban González es el delegado al que se le exige más trabajo.

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Que son gatopardos. Que se realizaron para blindar y apuntalar el proyecto del Senador Enrique Inzunza Cázarez. Que los cambios fueron solicitados por el titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. En efecto, hay versiones disímbolas, algunas muy novelescas, sobre el origen del despido, con botarga de renuncia, de Ricardo-El Pity-Velarde, y los enroques en el gabinete del gobernador Rubén Rocha Moya que, dicho con toda certeza, realizó movimientos estratégicos.

Exacto: El Pity Velarde salió de la administración pública porque el gobernador no tenía ni tiene necesidad de cargar con culpas ajenas, con señalamientos que involucran a su hoy ex secretario de Economía, y que amenazaban con erosionaban la imagen del gobierno de Sinaloa. Incluso, el escándalo nacional generado por la desaparición de jóvenes en la red de antros del ex funcionario estatal y la “sociedad anónima” que mantiene con nuevos inversionistas de Mazatlán ya concentró a personal de la Unidad de Inteligencia Financiera en la investigación de la génesis de su fortuna.

Políticamente El Pity Velarde es ya un difunto. Le falló al gobernador. En su ambición, crecidito, “movía la tenebra” en Mazatlán, y entrelazaba, soterradamente, relaciones con grupos con poder económico ajustados a planes conspirativos con rumbo al 2027. Ese clan quiere imponer candidato al gobierno de Sinaloa. Velarde cayó. Allá él con sus problemas. No es el caso de Feliciano Castro Meléndrez, a quien se le movió de la Secretaría General de Gobierno para entregarle la Secretaría de Economía con el propósito de que opere jugadas de primer nivel del gobernador Rubén Rocha Moya sin los contratiempos de una posición que requiere atención diaria 24/24.

El gobernador sigue manteniendo el control. Nunca lo ha perdido. Menea o purga su gabinete midiendo los tiempos y mandando lecturas de su Poder. Ya era hora entonces de sacar de la Secretaría General a Feliciano Castro, posición que se había convertido para él en un alto riesgo, pues en su calidad de vocero de seguridad del gobierno estatal, con el manejo de la contrainformación y contrapropaganda, de la narrativa para contrarrestar los efectos mediáticos de la violencia, pendía sobre él -valga la redundancia- el peligro de volverse en blanco de los grupos delictivos interesados en provocar ruido y desestabilización con sus actos de violencia.

Sin la presión de la carga laboral 24/24, con el total apoyo y la confianza del gobernador, remasterizado políticamente, Feliciano Castro es hoy por hoy el hombre clave, el hombre orquesta, el encargado de tejer las relaciones políticas de alto calado, desde la Secretaría de Economía, con todos los inversionistas que generan empleos en turismo, agricultura, comercio y la industria alimentaria. Es el puente de conexión con Sinaloa con el mundo para acelerar el desarrollo económico estatal. Si alguien ve en la nueva actividad un trasfondo político, no, no está equivocado. Ah. Y el proyecto de la diputada Graciela Domínguez es también el proyecto de Feliciano y Feliciano es del gobernador.

Para cerrar sus jugadas con broche de oro, Rubén Rocha, a quien sus opositores califican de misógino, designó, para callar bocas, a la licenciada Yeraldine Bonilla Valverde, como Secretaria General de Gobierno, un hecho histórico por ser la primera dama que ocupa ese cargo, mandándole así un mensaje a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo de que Sinaloa la equidad de género es una realidad no una agenda demagógica. Bonilla venía fungiendo como presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del Estado.

La nueva Secretaria General cuenta con una sólida trayectoria en el servicio público: es licenciada en Trabajo Social por la Universidad Autónoma de Sinaloa y ocupó el cargo de Subsecretaria de Estudios, Proyectos y Desarrollo del Estado de Sinaloa desde noviembre de 2021 hasta marzo de 2024. También se desempeñó como Encargada de Despacho de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Sinaloa durante una breve estancia en 2023. Además, fue Diputada Local por Morena en la LXIII Legislatura del Congreso del Estado de Sinaloa, cargo que ejerció desde octubre de 2018 hasta septiembre de 2021.

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No son moros con tranchetes. La población de Los Mochis no halla a que santo encomendarse. No sabe si las familias que están arribando, provenientes de Culiacán, tienen un modo honesto de vivir o pertenecen a alguna banda delictiva que busca escapar de las balas de la capital del Estado. Flota pues la percepción de una posible “culiacanización” de la antes cañera ciudad, hoy con olor a caño y la inauguración periódica de socavones.

Vehículos de lujo, de los más caros, inundan las calles de la ciudad. Los nuevos residentes albergados en apartamentos light o en residencias popof no le hablan ni a sus vecinos, lo que despierta murmuraciones de todos los colores y sabores. Las familias de Los Mochis son muy comunicativas, amigables, con sus excepciones, claro. Con los culichis llegó a Los Mochis también la gentrificación. Ya todo es más caro. Los residentes originales de bajos ingresos temen ser desplazados por esta nueva clase social.

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En el Sinaloa del 2027 se estrechan los partidos que ya perdieron cuando menos el 95 por ciento de su militancia. Se mueven en el plano del cascarón vacío. Si de pronósticos se trata, cuando menos tres podrían perder su registro en las próximas elecciones. El caso del Partido Verde Ecologista de México es especial. Ricardo Madrid, diputado federal y dirigente estatal del Verde, suma toda clase de personajes: esquizofrénicos, diabéticos, cancerosos, panzones, esbeltos, morenos, güeros, flacos, chaparros y uno que otro narquillo. De todo. Recoge hasta el cascajo de otros partidos.

El PVEM despierta ambiciones y el interés de la afiliación porque corre el rumor de que, si se descarrila el proyecto de Morena por los pleitos intestinos que ya alimentan cuando menos 4 diputados locales y algunos grupos internos, unos relegados y otros demasiado ambiciosos, el candidato de la futura alianza MORENA-PVEM que ganará la gubernatura llevará la etiqueta del Verde – ¿Verdad Ricardo? Que la jugada viene por el Partido Verde, es la versión y todos corren a matricularse. Y si no que le pregunten al diabético de Los Mochis, salvado cuando menos en dos ocasiones del coma, si es verdad o mentira la patraña que se esgrime para poder matricular ciudadanos.

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