Corren a Denisse Díaz de la Junta de Conciliación

Álvaro Aragón Ayala

Cayó Denisse. Interfecta, arquitecta de su propio destino, Denisse Azucena Díaz Quiñónez fue echada a la calle. Ya no es presidenta de la Junta Especial Número Uno de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Estado de Sinaloa. Traicionó. En su lugar fue designada Aymee Viridiana Soltero Acosta. Ya le tomó la protesta el secretario general de Gobierno Feliciano Castro Meléndrez.

Soltero Acosta es toda una profesional. Es institucional y goza de amplia experiencia. Estuvo a cargo del Órgano Interno de Control del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Sinaloa. La que se fue, Denisse, es todo un desastre. Colapsó. Imbuida del interés de hacer daño a la Universidad Autónoma de Sinaloa no captó lecturas, no descifró los nuevos tiempos. Desafió y se desalineó.

Este año a Denisse Díaz le ha ido muy mal. Pésimo. Se le dio la oportunidad de pertenecer al grupo político más poderoso de Sinaloa. Sin embargo, creyó que se le otorgaba una patente de corso para el ejercicio de acciones unilaterales y vandálicas. Fue así que, no conforme con su cargo, pidió “vacaciones” para participar en la contienda por la Rectoría de la UAS.

En el proceso electivo no forjó buena imagen. Reveló su carácter destructivo y se puso al frente, sin tapujos, de la geriátrica generación del insulto, la cual, por medios canallescos, enlodando la imagen de la Casa Rosalina, con el arma de la voz altisonante, buscaban tomar el control de la Universidad. Perdió. Los universitarios le dieron la espalda.

Después de su derrota, Díaz Quiñónez regresó a la presidencia de la Junta Especial Número Uno, la cual mutó en Tribunal del Insulto instrumentalizado para criminalizar a los directivos de la Universidad. Se dijo, incluso, en reuniones públicas, factótum de una facción fragmentada de jubilados que rechazan la construcción del Fideicomiso Pro-Jubilación en la UAS.

Así, en modo “me importa madre” pasó por encima de las instrucciones y desobedeció al líder indiscutible del grupo que le dio la oportunidad de forjar una carrera política. Traicionó. Desvarió, pero, en ese andar accidentado, perfeccionó su habilidad para insultar, para recrear escenarios falsos y teatralizar. Su mala conducta tuvo un costo: la corrieron.

La ex titular de la Junta Especial Número Uno de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje no construyó capital político propio ni una narrativa que recuerde su paso por el Poder Público como una funcionaria ecuánime, tolerante, juiciosa y capaz. Se inclinó, con el escudo de la libertad de expresión, por el libertinaje y la destilación de odios y rencores.

La despedida de Denisse Díaz es oportuna. No pagan aquí justos por pecadores. Es la respuesta a sus propios insultos y a su abierta sublevación. Quien la echó a la calle merece el aplauso, el reconocimiento de la sociedad sinaloense. Queda plasmada la lectura de que por encima de todo priva el interés de proteger a la UAS.

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