El costo de la austeridad: recortes que afectan el bienestar

Mireya Mondragón / Ethos Innovación en Políticas Públicas
Cuando escuchamos hablar de los recortes y subejercicios del gasto público, a veces no dimensionamos el impacto que tienen en las personas. Sin embargo, detrás de cada peso que no se gasta, hay proyectos y necesidades que se quedan en el aire. En ese sentido, la información sobre el avance del ejercicio del gasto durante la primera mitad del año nos da una idea clara de lo que está sucediendo con nuestro dinero y en qué deberíamos prestar atención.
Menor gasto en áreas clave
La meta del gobierno es reducir el déficit fiscal, y los recortes al gasto son una vía para alcanzarla. El presupuesto para 2025 es 3.1 % menor que el gasto observado en 2024, y a pesar de que hay un recorte en los recursos, estos no se están ejerciendo conforme fueron programados. De enero a junio de 2025, el gasto público total fue de 4.6 billones de pesos, lo que representa un subejercicio de 5.9 % respecto a lo aprobado y es un 3.8 % menor que lo gastado el año anterior. A pesar de que las cifras nos muestran un avance positivo, lo que realmente preocupa es que los recursos que no se están gastando siguen representando grandes afectaciones directas a los sectores clave para el desarrollo.
Estamos hablando de menor gasto en inversión, salud, educación y seguridad. Estas son las bases sobre las que se construye un país próspero. Si se invierte menos en infraestructura, por ejemplo, el desarrollo económico se frena. Y ya hay alarmas, pues el gasto de capital fue 18.4 % menor a lo programado.
Asimismo, si se gasta menos en salud y educación, el futuro de esta y las próximas generaciones está en riesgo. ¿Qué está ocurriendo? Por un lado, los recursos destinados a salud tienen un subejercicio de 9.1 %, debido a un menor gasto del programa Atención a la Salud y una nula ejecución de recursos para el Fortalecimiento de los Servicios Estatales de Salud. Por otro lado, en educación, el subejercicio fue de 7.6 %, ya que se han ejercido menos recursos para La Escuela es Nuestra, la Beca Rita Cetina y los Servicios de educación superior.
Y si no se gasta en seguridad, la tranquilidad de todos se ve comprometida. Pese a ello, la función Asuntos de Orden Público y de Seguridad Interior presenta un subejercicio significativo de 30.9 %, explicado por menos recursos para la infraestructura de seguridad y para la operación de la Guardia Nacional.
Los más vulnerables, los más afectados
Pero el problema no termina ahí, pues hay otros subejercicios que tienen un impacto directo en las poblaciones más vulnerables. En los primeros seis meses del año, se observó un subejercicio del gasto en programas de cuidado, que son esenciales para la infancia, las personas con discapacidad y las mujeres. Este gasto fue de 21 mil 669.9 millones de pesos, un 6.1 % menos de lo programado para el periodo.
Y hay más. Nos encontramos con situaciones alarmantes, como que el Programa de Apoyo para Refugios Especializados para Mujeres no gastó ni la mitad de sus recursos, mientras que el programa Atención a personas con discapacidad no registró ningún ejercicio de gasto. Esto, más allá de ser una cuestión de números, es una falla en la red de apoyo social que deja a miles de personas desprotegidas, sin los servicios ni la ayuda que necesitan.
Anticorrupción y medio ambiente, en pausa
El subejercicio de gasto en anticorrupción y mitigación del cambio climático revela una desconexión entre lo que se dice y lo que se hace. En anticorrupción, el subejercicio de 11.3 % limita la capacidad de las instituciones para prevenir, investigar y sancionar actos ilícitos, lo que debilita los sistemas de auditoría y fomenta la impunidad y la desconfianza en las instituciones.
En cuanto al cambio climático, el subejercicio de casi 29.8 % implica que proyectos clave de energía renovable y adaptación no se están realizando, lo cual en un futuro puede traer problemas no sólo para el medio ambiente sino también para la salud pública. En esencia, dejar de gastar en estas áreas no solo demuestra una falta de prioridad, sino que genera problemas que a largo plazo serán mucho más costosos para toda la sociedad.
La urgencia de gastar bien
El problema no es solo la falta de dinero, sino también la falta de eficiencia en cómo se gasta, pues incluso programas prioritarios no han ejercido todo el presupuesto que tenían asignado.
El dinero debe llegar a donde se necesita y cuando se necesita. Un programa de educación que no gasta a tiempo sus recursos no puede construir escuelas ni equiparlas. Un programa de salud que no ejerce su presupuesto no puede brindar atención ni comprar medicinas o equipo médico. El retraso y recorte en el gasto es un obstáculo real que impide que los objetivos de desarrollo y bienestar se cumplan. Además, lo ideal es que el presupuesto se ejerza de manera planeada para evitar que, al final del año, se realicen gastos apresurados e ineficientes para justificar lo que no se gastó a tiempo.
Es fundamental que el gasto público no solo se maneje con disciplina fiscal, sino también con responsabilidad social. Aún quedan muchos pendientes por atender en lo que resta de este año y, con la vista puesta en la elaboración del presupuesto para el próximo, es crucial que se corrijan estas deficiencias. El bienestar de todos depende de que cada peso de nuestro presupuesto se gaste de la mejor manera posible.