Comisión electoral: autorretrato

Héctor Aguilar Camín

Por si había dudas de lo que será la reforma electoral en puerta, el decreto que funda la comisión respectiva lo dice todo: estará integrada sólo por funcionarios del Poder Ejecutivo.

Será una comisión de Estado, en el sentido estrecho de la palabra Estado: “gobierno en funciones”. Y dará a luz una reforma electoral de Estado, en el sentido, más estrecho aún, de “partido político en el gobierno”.

Preside la comisión el político inelecto por excelencia Pablo Gómez, quien pasó la mayor parte de su vida en el Congreso, sin haber ganado nunca una elección directa, una curul de mayoría relativa.

Lo acompañan en el escritorio la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, que tampoco ha ganado nunca una elección.

Estará también José Merino, jefe de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, el tecnócrata por excelencia de la 4T, quien no ha participado como candidato en ninguna contienda electoral.

Luego Ernestina Godoy, consejera jurídica de la Presidencia, igualmente intocada por voto alguno.

Lázaro Cárdenas Batel, jefe de la Oficina de la Presidencia, es el único de la comisión que sabe lo que es ganar una elección.

Luego está Jesús Ramírez Cuevas, coordinador de Asesores de la Presidencia, cuya única especialidad electoral es haber hecho campañas negras.

Finalmente se coló Arturo Zaldívar, coordinador general de Política y Gobierno de la Presidencia, maestrín de la política de pasillo.

No hay en el elenco representación de ningún partido político como tal, pero todos los miembros de la comisión son militantes activos de Morena, o su equivalente en materia de adhesión política.

He aquí una muestra clara de la pluralidad política buscada por la reforma: ninguna.

El medio es el mensaje, la comisión es el mensaje: no se trata de una reforma electoral para todos los mexicanos, sólo para los representados en la comisión.

¿Qué podría salir mal? Para el gobierno, nada. Es la comisión ideal, pues no saldrá de ella nada que pueda afectar al partido en el poder, ni beneficiar a los “adversarios”.

La comisión es un perfecto autorretrato de intenciones.

Share

You may also like...