Difícil situación para Sinaloa

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Un suceso terrible que enmudece a cualquiera. Una pileta de casi treinta cadáveres en un día.

La guerra entre las facciones en disputa del cártel del pacífico se polariza mucho más. En efecto, la inseguridad se resiste a ser vencida. 

El temor, aunque no se quiera, reaparece. Las fuerzas pacificadoras parece que no dan con la solución. La delincuencia se vuelve más desafiante y el gobierno debe redoblar los esfuerzos.

Los aseguramientos no debilitan a las organizaciones criminales por lo que se ve. Las bajas se contabilizan en contra de los mismos grupos en conflicto. Pero aún así, los riesgos a la población están presentes.

Muchos años de permisibilidad, las complicidades ahora hacen crisis. No solo fue entre miembros de la delincuencia organizada y actores políticos o del gobierno, también fue con empresarios y profesionales de las diferentes áreas del conocimiento.

Hoy, hay tensiones de preocupación. Pero en los tiempos de jauja sólo se escuchaban risas con tamboras. Algunos han pagado con sus vidas por esas alianzas prohibidas.

La confianza entre instituciones todavía es muy frágil. Eso es un hecho tan notorio como que entre militares se dan la mano, pero entre militares y civiles todavía los calambres no permiten estirar la mano.

La confianza es un elemento clave en esta guerra que no permite la derrota. Policías y militares deben cerrar la pinza y ganar esta batalla.

El reto no es sencillo, pero la sociedad confía en que las fuerzas policiales unidas harán ese muro que contenga las balas enemigas. Ya basta de muertes, y de tensiones ciudadanas. El voto de confianza es para el gobierno porque la fuerza del estado será la lanza que degolle al enemigo.

Las luces de la esperanza parece que se opacan, pero la fuerza de las plegarias ciudadanas hará que el rayo divino destierre a los demonios. Es cuestión de tiempo.

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