Gastos: ‘Que pague el pueblo bueno’

Joel Heernández Santiago
Eso de gastar lo que no es de ellos, es propio de los políticos mexicanos. Gastaban y gastan a raudales, nunca de sus bolsillos, siempre con cargo al erario. Esto ha sido así y sigue siendo a pesar de la promesa reiterada ad infinitum de que “ya no somos los mismos de antes”, que “austeridad republicana es la regla de acción en tiempos de la 4-T” y… tanto en nombre de la moderación.
Esa austeridad hizo que miles de empleados hayan perdido su trabajo a partir de diciembre de 2018 para dar paso a esa disminución de gastos aunque, de paso, funcionarios hacían contrataciones a discreción, las de los amigos y familiares de otros funcionarios que asimismo contrataba a los recomendados, amigos y familiares del primero… Todo esto para evitar que se piense que hay nepotismo y corrupción laboral.
Durante años los funcionarios públicos de alto rango, los legisladores, gobernadores y presidentes municipales han ejercido el presupuesto a sus anchas, a pesar de los candados que dicen haber impuesto las oficinas reguladoras y de control de estos recursos. No importa. Lo que importa es que los gastos superfluos o estrictos son altísimos porque “se hacen en nombre de la patria”.
Ejemplos: Adolfo López Mateos, presidente que fue de México (PRI) de 1964 a 1968 hizo viajes frecuentes y costosos a países insospechados, en el nombre de México, que es decir, para promover la imagen de un país pujante, de trabajo, de igualdades y justicia… y de paso turístico.
Y gastaba a raudales llevando a sus viajes por el mundo a caravanas de funcionarios de tal o cual secretaría sin importar lo que costara, que para eso estaba ahí la hacienda nacional.
Luis Echeverría (PRI) gastaba asimismo en giras por todo el país, rodeado de multitudes de funcionarios que viajaban en aviones de gobierno y gente de apoyo, tal que el gasto en estos recorridos nacionales –e internacionales– resultaban en el oro de Fausto.
Ocurrió igual durante los doce años de gobierno del PAN en los que viajes, recorridos y banquetes en honor de visitantes ilustres eran pantagruélicos. Los costos y gastos de estos gobiernos fueron altísimos porque daban rienda suelta a sus gastos “en nombre de la patria”, como si la patria les exigiera tal gasto en patriotismo.
Y cuando uno suponía que las cosas serían distintas, que “ya nada será igual que antes” y que “las cosas cambiarán en favor del pueblo bueno” y que “este gobierno será el gobierno de la austeridad y la transparencia”… Pues no. No fue así.
Ya se presagiaba desde que Andrés Manuel López Obrador fue jefe de gobierno de la Ciudad de México y mandó a hacer obras magnas, como el segundo piso del periférico que tardó años en construirse y costó… ¿Usted sabe cuánto costó esa obra magna? Mandó a sellar la información durante veinte años, para que no se supieran los excesos y presupuesto fuera de control.

Y pasó lo mismo con las obras magnas e inservibles que fueron el eje central del gobierno de AMLO–4T-Morena. “Dos bocas”, refinería que no refina; “Aifa”, aeropuerto no tiene vuelos ni pasajeros –o muy pocos comparados con el Aeropuerto Benito Juárez de la CdMx–…
… El “Tren Maya” que cada día cuesta más al pueblo bueno y que nadie –o poquísimos– viajan en él en su tono turístico; y el “Interoceánico” que va de Salina Cruz a Coatzacoalcos, en el que poca gente viaja porque el famoso y lento tren hace siete horas en su recorrido de punto a punto, un recorrido que en vehículo se hace en tres horas.
El ex presidente López Obrador presumió que él viajaría en vuelos comerciales a los distintos lugares a los que fuera, durante su gestión. Dijo que él no caería en gastos extremos. Para lo cual remató el avión presidencial que se había mandado a construir desde el gobierno de Felipe Calderón, que pagó el pueblo bueno durante la gestión de Enrique Peña Nieto y que finalmente malbarató AMLO. Una rifa que no fue rifa. Una venta del avión con una pérdida millonaria.
Todo esto en nombre de la austeridad. Pero nada, que poco tiempo después el presidente AMLO decidió utilizar aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, porque los aviones comerciales terminaron por no ser de su agrado, además de que los pasajeros no siempre lo veían con buenos ojos.
Mandó su gobierno a desaparecer al Instituto Nacional de Transparencia (INAI), para que no hubiera transparencia, con el pretexto de corrupción ahí, orden que acató la actual presidente de México, Claudia Sheinbaum…
Y es así que hoy mismo no es posible saber cuánto están gastando tanto funcionarios públicos como legisladores en sus viajes de salvación a la patria.
Muy recientes informes periodísticos señalan que en el Senado la opacidad está cada día más opaca… Que había reportes de gastos de los senadores, el último fue de enero a septiembre de 2024 cuando se gastaron 5.9 millones de pesos contantes y sonantes. En adelante no hay reportes.
Como es el reciente caso del viaje de Fernández Noroña a Estrasburgo del que no se tienen registros de sus viáticos y transportación aérea en Clase Vip (El Vip es por las siglas en inglés de “Very Important People: Vip”).
El vuelo comercial cuesta 33 mil pesos, pero ser Vip cuesta el doble, diferencia que él dice que pagó de su bolsillo ¿Será? En total no se sabe cuánto costó que Fernández Noroña fuera a aquella ciudad a hablar en un auditorio prácticamente vacío.
Y los otros legisladores no informan de sus gastos al extranjero. Y así seguirá en el signo de los tiempos de hoy, en donde la transparencia ha desaparecido para dar paso a la opacidad en los gastos y viáticos y servicios.
Y todo lo que paga el pueblo bueno mexicano para que nuestros legisladores y funcionarios acudan al llamado de la patria y salvarla de miles de peligros que la acechan: ellos mismos, un peligro.