La NEM entre líneas

Gilberto Guevara Niebla

Los “planes de estudios” de la Nueva Escuela Mexicana no son, como todo mundo espera, una exposición ordenada de contenidos que el maestro ha de utilizar para enseñar en el salón de clases. Este no es el caso. Se trata más bien de una declaración explicita, retórica, de las intenciones políticas sectarias de los autores de este proyecto. Se advierte en el documento, con toda claridad, la mentalidad localista, provinciana y particularista de la educación que proponen y, al mismo tiempo, se observa el rechazo al pensamiento abstracto, a la cultura universal y a la dimensión nacional de la educación.

Claro, tampoco es una exposición lineal, clara y coherente; al contrario, es una prédica plagada de inconsistencias, oscuridades, enigmas y contradicciones, producto de la arbitrariedad en el uso del lenguaje y –yo agregaría– de los tropiezos propios de ciertas mentes crípticas. Hay un rechazo sistemático a las reglas, a los valores y a las leyes, de tal modo que la narración se hace desde un contexto vacío de normatividad. Por ejemplo, la comunidad está sujeta a leyes u ordenamientos estales y nacionales.

Lo que destaca es el uso restringido e impreciso del término “comunidad”.

Según los autores, la comunidad significa exclusivamente “comunidad local”, barrio, colonia o rancho. Sin embargo, actualmente la comunidad por excelencia es la “comunidad nacional”. Somos históricamente una nación y no “una nación formada por miles de comunidades” como lo dicen repetidamente los padres de este proyecto.

La fragmentación comunitaria contradice el hecho contundente de que México es un país nacionalista y tiene un estado fuerte. Estamos orgullosos de ser mexicanos y no tanto por ser habitantes de un coto o barrio determinado. Sorprende, sin embargo, la obstinación de los autores en definir la “comunidad local” como el universo social al cual debe estar destinada la educación básica.

¿Qué dimensión tiene la “comunidad”? ¿Cómo se determina la extensión de cada comunidad? ¿Con qué criterio? Cuando se vive en un fraccionamiento la extensión se colige fácilmente, pero es más difícil cuando vivimos en un rancho o en una zona urbana de perfiles indefinidos. A veces es imposible definirlo.

Una virtud de los autores de la NEM: a veces confiesan sinceramente sus intenciones político-sectarias. Por ejemplo, cuando dicen que de ninguna manera la educación debe tener el propósito de adaptar al alumno para al mundo exterior a la escuela (agregando este juicio de valor: en el exterior reinan relaciones sociales desiguales e injustas); por el contrario, la escuela debe educar a los alumnos para “transformar a la sociedad” (otro juicio, implícito, de valor: la transformación debe ser para construir la justicia social). Tampoco la educación, –agregan– debe ser para preparar “capital humano” es decir, recursos humanos que habrán de incorporarse al mercado de trabajo.

¿Si la escuela no te prepara para adaptarte a la sociedad y tampoco para que te incorpores al mercado de trabajo, entonces, para qué te prepara? ¿Para qué sirve la escuela? La respuesta, el lector lo deduce, es que la escuela educa a los niños para que éstos participen en cambiar o transformar la realidad. La NEM dice: No al status quo, sí al cambio. Pero claro, surge la duda: ¿De qué cambio estamos hablando? ¿Cambio hacia el socialismo? ¿Cambio hacia el neoliberalismo? ¿Hacia dónde?

Al parecer, se cambia el mundo social para construir una sociedad más justa. Un orden social comunitario sin exclusiones, sin desigualdades…pero tampoco igualitario. La NEM detesta cualquier uniformidad y constantemente reclama el valor de la diversidad, diversidad étnica, social, sexual, etc. La sociedad, en tanto, proyecto humano que se rige por reglas comunes y objetivos compartidos, no existe. La nación mexicana es una hipótesis de los conservadores, pero tal cosa en realidad no existe.

Sólo existen las realidades concretas: la comunidad, la vida cotidiana, la familia, las tradiciones, los ritos, las fiestas, la música folklórica, la medicina tradicionalista, las artesanías, etc. Por ejemplo, la familia. La educación anterior, que era neoliberal, jamás entendió que la familia era una institución educadora, tan poderosa como la escuela, por lo tanto, de hoy en adelante, la familia deberá participar en actividades educativas de tipo escolar. ¿Por qué no?

La educación que propone la NEM es colectivista y opuesta a la educación que busca educar al individuo. En realidad, el hombre, nace, se educa, se desarrolla y muere, en comunidades. Este colectivismo es lo “natural”, lo lógico. Nunca el ser humano está solo. La soledad del individuo, o sea, el individualismo tiene efectos perversos pues estimula el egoísmo, la ambición, el deseo de destacar y consumir. Es más, el individualismo es un vicio perverso del neoliberalismo.

En consecuencia, la educación básica, es decir, la educación común que beneficia a todos los mexicanos debe ser comunitaria. Debe orientarse hacia la comunidad y debe utilizar un método de enseñanza colectivo que ya inventó Lev Vigotsky. Dado que lo comunitario pedagógico no se da naturalmente, hay que prescribirlo en la escuela; en eso jugarán un papel crucial los libros de texto (gratuitos).

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