Democracia del sorteo

Isidro H. Cisneros

En su momento, Aristóteles expresó su perplejidad sobre las bondades de la forma de gobierno democrática por las dificultades que tenía para estabilizar el principio según el cual, todos quienes son iguales por ley y bajo la ley, deberían ser también iguales en todo aspecto y ámbito de la vida social. De sus reflexiones derivó la dicotomía entre igualdad aritmética e igualdad proporcional tanto en los procedimientos como en los regímenes políticos. Ahora, ante la percepción de que no existen suficientes garantías, ni reglas del juego equitativas que traten a todos como iguales, surge la idea de una representación no política que se proponga como un “espejo de la sociedad” y que permita seleccionar casualmente las opciones de los actores sorteados a partir de una representación estadística de las diferentes situaciones sociales, introduciendo el sufragio de la suerte.

Muchos consideran necesaria una dinámica “de abajo hacia arriba”, que permita legitimar a los seleccionados al azar sin crear verticalidades y que por ello es mejor confiarse a la fortuna. Esta fue la justificación implícita del sorteo de las 850 plazas de magistrados de circuito y jueces de distrito realizado por el oficialismo en el Senado de la República, iniciando una nueva fase en el proceso de colonización de las instituciones del Estado. De esta manera, una tómbola obligará a jueces y magistrados a dejar su cargo a quienes resulten electos por voto popular en 2025, destruyendo de golpe décadas de carrera judicial basada en el mérito y los estudios de especialización. Primero fueron algunos órganos constitucionalmente autónomos como el INE y el TEPJF donde se impusieron consejeros y magistrados “ciudadanos” afines al poder. Prosiguió con la designación de personas “90% leales y 10% capaces” para ocupar posiciones estratégicas en el funcionamiento del Estado.

La estrategia se replicó para la sustitución de los Ministros de la SCJN. Estas prácticas colonizadoras desarticularon la autonomía y la carrera profesional en el sistema de justicia. Un proceso que no solo afecta a jueces y magistrados sino también a secretarios, notificadores, actuarios, oficiales y otros funcionarios judiciales. Ahora los coordinadores parlamentarios del bloque gobernante anuncian que usarán su mayoría para continuar con el proceso de extinción del INAI y de otros seis importantes órganos constitucionalmente autónomos. Más allá del significado que tendrán estas decisiones para el futuro de nuestra democracia, es necesario referirse brevemente a un método político antiguo y polémico, representado por la selección por sorteo de los funcionarios públicos.

El sorteo se asocia generalmente con la democracia pero su origen tuvo lugar en la aristocracia. Mientras que para la democracia el sorteo en un modo para garantizar

la rotación e impedir la formación de grupos cerrados, para la aristocracia el sorteo representa una manera para reafirmar la igualdad del propio grupo. La forma de selección aristocrática es el sorteo que no admite ninguna evaluación y no discrimina entre los más y los menos capaces. Además, la democracia del sorteo se presenta como una alternativa ante la pérdida de legitimidad ética de los partidos tradicionales quienes en el pasado intervenían en las designaciones.

Nuestra crisis democrática produjo una acentuada desconfianza en relación con las competencias de los funcionarios, derivadas de condiciones de privilegio o por razones de carrera política vinculada con ciertas élites. Actualmente, esta crisis de la democracia representativa es confrontada con un procedimiento central de la democracia directa que es, justamente, el dejar todo a la suerte. La legitimación que deriva del voto popular no es suficiente para colmar la distancia existente entre representantes y representados. En consecuencia, el sorteo de los cargos no solo se refiere a la selección de los funcionarios, sino principalmente a las interpretaciones y modalidades que, una vez elegidos por el pueblo, ellos imprimirán en sus decisiones jurisdiccionales.

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