Nuevo escenario en el proceso electoral EU: ¿radicalización, nuevo parteaguas?
Javier Urbano Reyes
El reciente atentado contra el virtual candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ha juntado, así sea temporalmente, a dos construcciones paralelas de proyecto que parecían condenadas a vivir permanentemente separadas: por su lado, el nada nuevo proyecto del republicano, insistiendo con vehemencia en salvar, no se sabe de qué, a la Unión Americana, para recuperar la grandeza que el país tuvo alguna vez, pero sin lograr ubicar en la cronología una fecha o un tiempo definido de esa supuesta grandeza perdida. Para ello, Trump acude a las diatribas, al engaño, la mentira, es decir, a la construcción de narrativas que nada tienen que ver con la realidad. Y así se perfila a ser posiblemente el candidato que gane las elecciones de noviembre.
Por su parte, Biden acude a las elecciones con la carga de la cronología. Sus constantes lapsus, el evidente deterioro en su capacidad de respuesta y en especial, el resultado de su debate con Trump, han encendido las alarmas hasta el punto en que sus propios correligionarios debaten sobre la necesidad de sustituirlo. De su parte, el demócrata insiste en defender su candidatura, no sólo en contra de sus seguidores, sino en contra del propio tiempo.
Tanto Biden como Trump avanzan al proceso electoral de noviembre sobre dos mundos inconexos de la realidad. Pero el intento de asesinato sucedido hace unas horas parece juntar esas dos realidades. Ambos políticos están llamando a la unidad; ambos están reconociendo por lo menos implícitamente, los graves daños que está generando una confrontación tan tóxica.
Ambos políticos, especialmente Trump, han nacido y se han fortalecido como candidatos en una época de incontables incentivos a la división social, al racismo, a la política anti migración y anti sistema. De una forma o de otra, Biden y Trump han abrevado de las tensiones sociales en este país y con ello han abierto muchas heridas que nunca han podido cerrar. El atentado contra Trump ha rebasado todo límite y los dos candidatos tienen claras las consecuencias de insistir en el camino de la enfatizar en una competencia desleal y de división.
El sistema de naciones está atento al devenir de los recientes sucesos. Estados Unidos es todavía el eje en torno al cual gira la agenda global; esta nación marca pautas y dinámicas y sus procesos internos no son competencia únicamente de los estadounidenses. Con la inestabilidad de la Unión Americana viene la incertidumbre en el planeta y a nadie conviene que se agraven las situaciones como las vistas en días recientes.