Geopolítica y electromovilidad

Jorge Bravo

El gobierno de Joe Biden impuso nuevos aranceles a los vehículos eléctricos, celdas solares, baterías de litio y semiconductores provenientes de China, entre otras cosas como el acero, el aluminio, las grúas portuarias y algunos productos médicos. Este movimiento marca un nuevo episodio en la guerra tecnológica y la geopolítica digital entre las dos potencias mundiales, ahora en el terreno de la electromovilidad y las energías renovables.

Los semiconductores fabricados en China ya tenían un arancel de 25%, que aumentará a 50% en 2025. Los vehículos eléctricos aumentarán de 25% a ??100% en 2024. El impuesto de importación a las baterías de litio pasará de 7.5 a ??25% y la tasa arancelaria sobre las celdas solares aumentará de 25 a ??50% también en 2024.

La imposición de aranceles a todas estas tecnologías tiene implicaciones. Para Estados Unidos, estimular la producción nacional y reducir la dependencia de importaciones chinas, pero también incrementar los costos para los consumidores y las empresas estadunidenses en el corto plazo. Para China, las tasas son un nuevo obstáculo que ralentiza sus exportaciones y afecta a sus fabricantes de tecnología.

La medida de la Casa Blanca, destinada a proteger a los trabajadores y empresas estadunidenses de las prácticas comerciales de China de cara a la elección presidencial, evidencia la creciente competencia por el dominio en nuevas industrias estratégicas como la electromovilidad.

Estados Unidos teme perder, o ya ha perdido, el liderazgo en la cadena de valor de la electromovilidad, que incluye diseño, producción de baterías, fabricación de vehículos, infraestructura de carga, reciclaje, entre otros eslabones. Los aranceles buscan proteger a la industria estadunidense de la competencia de los productos chinos más baratos. Hasta el momento, los vehículos eléctricos chinos representan menos de 2% del mercado estadunidense, por lo que el impacto económico inmediato es limitado.

Biden. Proteccionismo tardío. Foto: Evan Vucci / AP

Estados Unidos y China están inmersos en una confrontación por el control de las tecnologías del futuro, incluidas las redes 5G y los chips. Esta disputa no sólo abarca el comercio y la economía, también la seguridad nacional y la influencia global. Las acciones de Biden se enmarcan en un esfuerzo más amplio para asegurar la posición de la Unión Americana en la cadena de valor de la electromovilidad, una industria crucial que se encuentra en la intersección de la transición energética y la innovación tecnológica.

Es indudable que Estados Unidos tiene un ecosistema de innovación robusto, una sólida infraestructura de investigación y desarrollo y empresas líderes como Tesla. Sin embargo, enfrenta desafíos como una dependencia de materiales y componentes críticos importados del gigante asiático. 

Estados Unidos también ha carecido de una política industrial coherente y prospectiva en las últimas décadas. Para competir contra China, la Casa Blanca tendría que aprender de las políticas industriales a largo plazo de Beijing y aprovechar sus fortalezas tecnológicas, financieras y de innovación sin permiso.

China ha emergido como un líder mundial en la producción de vehículos eléctricos, baterías de litio y paneles solares. Con una capacidad de manufactura masiva, políticas y regulaciones favorables, subsidios gubernamentales y una cadena de suministro integrada verticalmente, China ha logrado reducir costos, escalar rápidamente y expandirse. 

Además, cuenta con una cadena de suministro de baterías de litio más sólida y eficiente, con mayor capacidad de producción de vehículos eléctricos. El gobierno chino ha implementado políticas industriales ambiciosas para impulsar el desarrollo de la electromovilidad en el país.

Autos chinos. Amenaza para el mercado estadunidense. Foto: BYD 

China ha logrado una ventaja competitiva en la fabricación de vehículos eléctricos mediante una estrategia industrial que combina proteccionismo, inversión gubernamental significativa en investigación y desarrollo, cadenas de suministro robustas, rápida irrupción de fabricantes de vehículos eléctricos, competencia entre ellos y expansión internacional de sus principales marcas. 

También promueve una competencia y liderazgo feroces entre los gobiernos y las empresas provinciales y locales y pone un fuerte énfasis en la educación tecnológica y las habilidades digitales para cultivar el talento necesario para la mejora industrial.

La electromovilidad es una industria estratégica debido a su potencial para reducir las emisiones de carbono, disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, fomentar la innovación tecnológica y mitigar el cambio climático. Al descarbonizar el transporte (que tanto se le acusa de contaminante), la electromovilidad creará un futuro más limpio, saludable y asequible para todos.

Controlar esta industria significa tener influencia sobre una parte esencial del futuro económico y ambiental global. La producción de baterías de litio y semiconductores es fundamental no sólo para vehículos eléctricos, también para una amplia gama de tecnologías como smartphones y sistemas de almacenamiento de energía.

China ha respondido rápidamente y con fuerza a las nuevas medidas. El Ministerio de Comercio expresó su oposición, afirmando que “el aumento de los aranceles por parte de Estados Unidos contradice el compromiso del presidente Joe Biden de no buscar suprimir y contener el desarrollo de China”. 

China. Potencia tecnológica. Foto: IG

Con estas barreras arancelarias, Estados Unidos se opone a la masificación y democratización de la electromovilidad y vuelve a poner en duda su compromiso con la reducción de las emisiones contaminantes. México tiene la oportunidad de destacar en esta industria y crear una política de electromovilidad que detone las inversiones, la innovación, el empleo y mitigue el cambio climático que tanto nos afecta. 

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