Las señales detrás de la Inversión Extranjera Directa en México

Jonathán Torres

¿Es México la tierra prometida para las inversiones?

La semana pasada, la Secretaría de Economía (SE) informó que la Inversión Extranjera Directa (IED) en México registró un nuevo máximo histórico con la captación de 20,313 millones de dólares (mdd) en el primer trimestre de 2024, lo que significa un alza de 9% a la cifra reportada durante el mismo periodo de 2023 cuando se recibieron 18,636 mdd.

Sin duda, se trata de una buena noticia, pero al entrar al detalle del dato duro surgen algunas interpretaciones que integran algunos granos de sal.

1) 97% de la IED estuvo motivada por la reinversión de utilidades, 3% correspondió a nuevas inversiones y 0% a préstamos y pagos entre compañías matrices.
2) 52% de la IED provino de Estados Unidos, seguido de Alemania (9), Canadá (8), Japón (7) y Argentina (4%).
3) 42% de la IED se concentró en el sector manufacturero, principalmente en las industrias de equipo de transporte, bebidas y tabaco, alimentaria, química, métales, plástico y hule, equipo de generación de energía eléctrica, entre otros.

La atracción de IED es un fundamento de confianza. Como lo refieren los datos oficiales más recientes, las empresas extranjeras ya asentadas en territorio nacional están reinvirtiendo sus capitales, con lo que demuestran su voto de confianza alrededor del clima de negocios.

Pero, si se observa este fenómeno bajo otro cristal, las señales positivas que lanza la reinversión de utilidades pueden tener otro cariz, vinculado con el tipo de cambio. Es muy posible que muchas trasnacionales no hayan decidido enviar sus utilidades a sus casas matrices, tomando en cuenta que el dólar está por debajo de los 17 pesos. Frente a eso, algunas podrían estar considerando que lo mejor, por el momento, es reinvertir en México, esperando que la flotación del tipo de cambio suba y puedan reportar otras cantidades.

La casi inexistente inversión extranjera nueva provoca otro enfoque, que la autollamada Cuarta Transformación prefiere no socializar. El miserable porcentaje de nuevo capital en México deja claro que para los inversionistas extranjeros que no tienen presencia en el país, lo más conveniente es invertir en otros mercados. Es decir, cualquier argumento cabe: no confían, no ven condiciones para apostar por México, prefieren Singapur, Brasil, Taiwán…

Así, la reinversión al alza de utilidades y la escasa captación de nuevos capitales alimenta todo tipo de hipótesis: si se considera que el nearshoring es producto de la relocalización de las cadenas globales de suministro, eso no está ocurriendo del todo en México; tampoco hay empresas nuevas arribando para sacarle jugo; el vigor que está registrando la actividad económica tiene como uno de sus incentivos el fortalecimiento de las estrategias de las empresas trasnacionales que ya conocen las reglas del juego y las formas as de hacer negocio.

El siguiente análisis quizá es el más delicado, sobre todo por la relevancia que está tomando el conflicto, la nacionalidad de los protagonistas y las consecuencias que podría traer consigo.

En 2023, según datos oficiales, China se colocaba en la segunda posición de la lista de países con las mayores expectativas de inversión, con 13,190 mdd. Ahora, la potencia asiática desapareció y no se encuentra ni siquiera entre las primeras 5 posiciones. Sin embargo, de acuerdo con cifras publicadas recientemente por el Monitor de la OFDI China en América Latina y El Caribe 2024 , la OFDI (IED) china acumulada hasta 2023 en México ascendió a 22,470 mdd, resultado de 166 transacciones que generaron más de 222,000 empleos. Por su parte, las fuentes oficiales de México acumulan para China 2,496 mdd. Una gran diferencia de 10 a 1.

Es decir, la notable distancia en las cifras alimenta la sensación de que algo extraño está pasando. Está claro que Estados Unidos es el principal socio comercial de México, pero ¿dónde quedó China? ¿Cómo es que no está ni siquiera entre los primeros 10 socios más importantes, cuando es notable la presencia china en diversas industrias del país? ¿Será que las cifras no concuerdan debido a alguna diferencia metodológica?

La inversión china en México sigue manteniendo una tendencia claramente al alza en términos de montos y de empleos generados. Por lo tanto, el motivo detrás de todo esto es principalmente político y tiene que ver con el pleito comercial entre China y Estados Unidos, en el que México, al parecer, prefiere mantener su sociedad con China debajo de la alfombra para evitar cualquier tipo de diferendo con su principal socio comercial.

El problema es que todo indica que la guerra comercial entre Estados Unidos y China está escalando y sus consecuencias podrían colocar a México en una posición bastante delicada. Joe Biden anunció el aumento de los aranceles sobre algunos bienes producidos en China, incluidos los autos eléctricos, los semiconductores, el acero y el aluminio; al tiempo que su administración está presionando a México para que aclare el origen del contenido de sus exportaciones manufactureras pues sospecha que buena parte de éste es chino.

“Definitivamente el nearshoring genera beneficios, pero también fricciones en las relaciones bilaterales, básicamente entre México y Estados Unidos por el hecho de que México se convierte en un polo de atracción no solamente de empresas estadounidenses sino también de empresas de otras partes del mundo y, en particular, empresas asiáticas y especialmente chinas”, explica Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics. “Así, existe la duda de que parte de las importaciones chinas a México puedan ser trianguladas hacia Estados Unidos para gozar de las tarifas preferenciales que tiene México por ser miembro del T-MEC”.

México no le dirá no a la inversión china, misma que ha ‘explotado’ en los últimos años y, eso, está generando una bola de fuego que crece y que ya está gravitando en el marco del -TMEC. Gane quien gane las elecciones de Estados Unidos, el proteccionismo se intensificará, la guerra comercial se endurecerá y México estará en medio de las escaramuzas que cada día enfrentarán con más fuerza China y Estados Unidos.

México se encamina hacia una posición en la que podría ser una víctima colateral de los diferendos entre Estados Unidos y China, lo que podría impactar en el comportamiento que hoy guarda la inversión extranjera. La revisión del T-MEC se aproxima (2026) y ahí se podría manifestar la reacción de Estados Unidos ante las respuestas que otorgue el gobierno mexicano en torno del desarrollo de la inversión china en territorio nacional.

Por lo pronto, los momios apuntan a que la revisión de este acuerdo comercial dará paso a reglas más estrictas, tal vez a imposiciones que México tendrá que aceptar a regañadientes si es que no quiere que otros países capten las inversiones estadounidenses para los próximos años. Vietnam, y otros jugadores, ya se frotan las manos.

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El fantasma del proteccionismo no está deambulando en el mundo; ya está aquí. Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics, lo explica así:

“Las políticas proteccionistas han estado proliferando desde ya hace algunos años, no solamente en Estados Unidos, sino también en Europa y Asia. Cualquier gobierno, de izquierda o de derecha, socialista o capitalista, siempre carga con una alta dosis de nacionalismo, con una política de proteger a la industria nacional de tal manera que ésta genere riqueza. Sin embargo, en los últimos años sí ha habido una proliferación de este tipo de políticas y estamos volviendo a lo que tuvo lugar hace ya más de 50 años”.

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