Eclipse bananero desde Quito

Salvador Guerrero Chiprés

Debido a la inaudita y condenable violación al derecho internacional cometida por el gobierno del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa Azin, un hombre de una familia de derecha tan rico como alejado de los principios educativos de la cultura estadounidense a su disposición cuando fue estudiante en Harvard o en la Universidad George Washington, tenemos frente a nosotros el eclipse de la vida diplomática del continente.

El predominio de un comportamiento fascistoide con los mismos colores de quienes desde las oposiciones en otros países condenan “la militarización” en México, pero se muestran tibios en el respaldo al gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien la ultra democracia cristiana regaló una nueva plataforma de interpelación popular y continental.

Doble eclipse: además de la vida diplomática dañada con la lesión a las garantías de inmunidad y extraterritorialidad protectoras de la violentada embajada mexicana en Quito, se eclipsa la discusión democrática y se rebela la hipocresía de los grupos y élites políticas de pronto dispuestas a mirar a otro lado y no advertir los excesos de las derechas afines a esas mismas oposiciones.

Noboa Azin opera con una notoria impunidad en el contexto de la declaración de conflicto armado interno desde el 16 de octubre del 2023, que ha sido coartada y pretexto para la detención de más de 8 mil 600 personas de las cuales ha acusado a 240 de terrorismo. Apenas desde la oposición mexicana se enunciaron discrepancias respecto de Noboa, aunque no la enardecida crítica lanzada, por ejemplo, contra el régimen cubano o nicaragüense.

Noboa se definía como una especia de “cambio que viene” el año pasado y se dijo varias veces cercano “a la izquierda”, lo cual no parece ser acreditado por su asociación con empresas offshore en Panamá como Lanfranco Holdings, por su pertenencia a varias generaciones de usufructuarios de un imperio bananero, ni por la declaración de “conflicto interno” anuladora de garantías individuales.

Las relaciones entre ambas naciones se tensaron desde diciembre pasado, cuando Glas recibió refugio en la Embajada mexicana y se negó el ingreso de autoridades ecuatorianas para detenerlo por un proceso en su contra por corrupción.

Hay una atmósfera de derechización en países como Ecuador, Argentina y El Salvador, con la llegada a sus presidencias de empresarios outsiders con ofertas radicales donde está implícita la ausencia de garantías a los Derechos Humanos y la carencia de civilidad en las relaciones con otros países. El “cambio” que llegó.

La solidaridad con México ha sido generalizada, incluso de naciones, partidos o candidatas distantes ideológicamente al Presidente López Obrador. Una condena unánime desde Estados Unidos hasta la Organización de Estados Americanos y la de las Naciones Unidas.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, urgió al diálogo y anticipó la solicitud de una reunión del Consejo Permanente del organismo para abordar las tensiones entre ambos países. El gobierno argentino —aún con las diferencias recientes entre López Obrador y Javier Milei— recordó el caso de los opositores venezolanos refugiados en la residencia diplomática argentina en Caracas, y el derechista Paraguay de Santiago Peña expresó “profunda preocupación”.

En México, la candidata presidencial puntera y ganadora del primer debate presidencial, Claudia Sheinbaum, consideró la irrupción una “afrenta a la diplomacia” inadmisible; la opositora Xóchitl Gálvez subrayó la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, y la aspirante a la jefatura de Gobierno, Clara Brugada, la calificó de un atentado contra la soberanía. Veintidós gobernadores de Morena, entre ellos el Jefe de Gobierno de CDMX, Martí Batres, exigieron respeto inmediato al derecho internacional.

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