Universidad Autónoma de Sinaloa. Sigue escribiendo historia

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Desde su creación la Universidad Autónoma de Sinaloa aparece en escenarios de lucha propios del siglo que la vio nacer.

Su ruta de crecimiento no ha sido fácil. Enfrentó la dictadura porfirista, vivió el inicio de la revolución mexicana, fue testigo del cuartelazo huertista, hasta el triunfo del movimiento armado que culminó con la expedición de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.

Su paso por la historia enfrenta gobiernos de izquierda, de derecha y moderados, pero siempre fiel a su política de defensa basada en la filosofía heredada por Buelna. Su misión de educar ha sido y será el motor de su existencia.

Existe en un ambiente políticamente hostil. El gobierno ha sido su principal hostigador. Le impuso por muchos años la voluntad política oficial. Las condiciones político-sociales empezaban a cambiar.

Se dibujaron escenarios que inspiraron a la movilización de la comunidad universitaria como aquellas que permitieron alcanzar la autonomía universitaria y el movimiento estudiantil de 1968. La liga comunista 23 de septiembre y un trecho relativamente largo en que la izquierda mexicana tuvo el control académico administrativo de las universidades en el País.

En ese tránsito político académico, surgen las primeras organizaciones sindicales y la contratación colectiva. Esos instrumentos legales fueron los escudos de lucha para enfrentar al gobierno atrincherándose en la universidad pública. Hay reconocimientos laborales y aparece la jubilación dinámica de los trabajadores universitarios.

Cada rectorado hizo lo que se le permitió en los cuatro años de duración de sus administraciones. Unos muy malos y otros no tan buenos. Habrá que reconocer que hubo periodos en que los rectores se dejaron llevar por sus propios intereses ya que la composición laboral dentro de la universidad pública permitía compartir responsabilidades en el sindicato y en la administración rectoral porque todos pertenecía al mismo gremio laboral.

La jubilación dinámica aparece sin que se haya previsto un mecanismo que permitiera hacerla viable sin riesgos de poder extinguirla. Se dio un flashazo de constituir un fideicomiso para solventar la jubilación dinámica, pero fracasó ante las ambiciones de unos cuantos. El gobierno federal no hizo gran cosa para proteger en el futuro ese derecho laboral fundamental.

Luchó por su autonomía y Sánchez Celis no se atrevió a oponerse a una fuerza que exigía un reconocimiento para gobernarse a sí misma, administrar su patrimonio, promover la libertad de cátedra, la investigación y el libre examen, la discusión de sus ideas, determinar sus planes y programas de estudio, así como determinar el ingreso, la promoción y permanencia de su personal académico.

Se obtuvo la autonomía y sus atribuciones quedaron finalmente incorporadas a rango constitucional con motivo de la reforma al artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1980.

La lucha ha sido continua y permanente. La UAS se movilizó para defender sus preparatorias cuando Toledo Corro Gobernador, pretendió cercenar ese derecho que nació junto con la Casa de Estudios más importante de Sinaloa. La fuerza de los universitarios impidió ese flagelo.

Hoy, de nuevo el hacha de guerra se desentierra. Lo peor, es que un Gobernador formado en sus entrañas, ha emprendido una guerra contra la Institución que dirigió, una traición que desgarra los sentimientos más sensibles de los uaseños.

Quien pretenda vulnerar la autonomía universitaria no sólo afectaría nuestro sistema educativo, sino que, en un sentido más profundo, perjudicaría directamente la democracia y la Constitución, por lo que la lucha de los universitarios es la defensa de la universidad pública de todo el País y no solo de la UAS.

La defensa de la autonomía universitaria es un imperativo insoslayable. El Gobernador lo sabe. No habrá marcha atrás. El conflicto sigue escalando, las consecuencias no deseadas están muy cerca. El responsable de lo que suceda será el autoritarismo de un gobierno insensible, y antidemocrático, un enemigo de la autonomía universitaria. Aplaudo la concentración en el Congreso del Estado, un lugar para increpar al enemigo de la UAS y de su autonomía.

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