Rocha y Cuén: el pleito es por la Senaduría, dice autor de novelas de ficción

Lidia Argüello Espinoza 

El jubilado universitario, grillo crónico y triste escritor de novelas de ficción, Arturo Santamaría Gómez, demostró una vez más que lo suyo no es el análisis, que lo suyo es el ataque falaz y la elucubración periodística y, en ese devenir, al volver a la palestra intenta atinarle cuando menos a una versión: que el gobernador Rubén Rocha Moya odia a Héctor Melesio Cuén Ojeda porque le gana terreno en el “derecho” a decidir quién será el candidato de Morena al Senado de la República, como si la candidatura al Senado no fuera una resolución de Palacio Nacional o del futuro candidato de Morena a la presidencia de la República. 

“El Gobernador se dio cuenta que había que romper definitivamente con Melesio Cuén porque le empezó a disputar la futura candidatura al Senado, pensando que de ahí iba a saltar la candidatura a Gobernador por Morena, es decir le estaba disputando a Rubén Rocha Moya la influencia, el poder, para dentro de Morena poder inclinar la balanza hacia él. Esto es inusual, que un miembro de otro partido quiera quitarle influencia, quiera quitarle el poder del Gobernador del partido que domina a nivel federal y que tiene más presencia en el país”, dice Santamaría. 

Esa es la simplona percepción de quien, durante su ejercicio seudoperiodístico en Noroeste y en algunos portales electrónicos ha sido usado para limpiar la imagen de los gobernadores o para criticar a los opositores al régimen en turno. Prueba al canto: Arturo Santamaría escribió por encargo el libro “Juan S. Millán, auge y declive del maximato en Sinaloa”, en el que considera al ex mandatario una persona de “estatura política”, volumen por el que Manuel Clouthier Carrillo, copropietario de Noroeste, le impuso el mote de amanuense o escritor de cabecera del ex gobernador cetemista-priista.  

En un artículo que difunde como si se tratara de una obra de Gabriel García Márquez, Arturo Santamaría Gómez elucubra sobre el tema del enfrentamiento entre Rubén Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén, el cual lo atribuye más a los tintes políticos, que a un real interés del gobernador por “rescatar” a la UAS –para esos amigos para que quiere enemigos Rocha-, y en su definición antiCuén, tan conocida en los medios periodísticos y los círculos políticos, le impone al fundador del PAS un calificativo para intentar dañar su reputación.  

El meta-análisis del artículo define los enojos del gobernador por la presunción de que Cuén Ojeda le quiere quitar influencia, poder, en Morena, para, “saltarlo” a la hora de que se decida la candidatura al Senado. No planteó Arturo Santamaría que en elección de candidaturas Morena usa los mismos mecanismos del PRI: la decisión de las Senadurías y gubernaturas no recaen en los gobernadores, sino en el presidente de la República o en el candidato presidencial.    

Del artículo de Santamaría se desprende que por una candidatura al Senado de la República-a más de un año de distancia de las elecciones del 2024-, Rubén Rocha decidió poner en riesgo la estabilidad política de Sinaloa embistiendo a la Universidad Autónoma de Sinaloa porque un porcentaje de universitarios militan en el PAS; y se concretiza de que el gobernador no apoya la precandidatura a la presidencia de la República de Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación. 

Da a entender Arturo Santamaría que al gobernador no le interesa el presente y futuro de la UAS; lo que le importa es la grilla partidista a la que estaría dedicado en cuerpo y alma. El escritor de novelas ficción no hizo ningún análisis en torno a la Ley de Educación Superior, creada para atentar contra la autonomía de la UAS e intentar tomarla por asalto.  

¿QUIÉN ES SANTAMARÍA?  

Invitado por Lauro Trujillo, profesor fundador de la otrora Escuela de Ciencias Sociales de Mazatlán –Trujillo fue un agitador de la Unión de Estudiantes Revolucionarios Sinaloenses (UERS), que se mantuvo en alianza con el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT)– Arturo Santamaría llega de la Ciudad de México con el apodo del “Baby Face”, e ingresa en septiembre de 1982 a la UAS a laborar como profesor, sin examen de oposición y sin respetar el Contrato Colectivo de Trabajo, en la asignatura de América Latina I y II en la Escuela de Ciencias Sociales (ECS), hoy FACISO. 

Santamaría fue militante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), donde estaba incorporada la UERS, y por tanto también estuvo en alianza con el PMT. El Partido Comunista de México (PCM) y el PMT eran los dos partidos políticos nacionales que tuvieron secuestrada a la UAS tras la salida del “armientismo” -durante la década de los setentas y ochentas-, imponiendo como rectores a Campos Román, Eduardo Franco, Jorge Medina y Audómar Ahumada.  

En este contexto llega Arturo Santamaría a la UAS y como militante de la UERS-ACNR-PMT es favorecido por la alianza, por lo que accede de inmediato como profesor-investigador de Tiempo Completo -T.C.- solamente con nivel licenciatura, sin antigüedad y sin respetar el procedimiento contractual, afectando a otros universitarios con más derechos y con mayor currículum académico. 

Al obtener el tiempo completo, en el año de 1985, obtiene una licencia-beca otorgada por la UAS para realizar estudios de posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; a su regreso, en 1989, todavía disfrutando de la alianza (PSUM-PMT) que controlaba la administración de la UAS, es lanzado a la dirección de la Escuela de Ciencias Sociales de Mazatlán, y gana con el esquema populista de elección- acarreo y borracheras con estudiantes-, pese a haber estado ausente por los cuatro años anteriores de estar becado en el D.F., y, por tanto, ser desconocido por los profesores, alumnos y trabajadores administrativos. 

Como director de la Escuela de Ciencias Sociales en el período 1989-1991, de acuerdo con los testimonios de los alumnos, profesores y trabajadores administrativos, estuvo prácticamente ausente por sus permanentes viajes al interior del país y en el extranjero, sobretodo a Los Ángeles, California, y quien dirigía la escuela era Enrique Vega Ayala, que fungía como secretario académico; todavía se recuerdan las grandes molestias que ocasionaba porque casi nunca atendió los asuntos propios de su responsabilidad como director. 

Al término de su cargo como director, le sucedieron los años sabáticos que religiosamente disfrutó cada seis años para atender siempre asuntos de beneficio personal, sin impacto institucional, más allá de “su” indicador como profesor –investigador “habilitado”. 

Bajo la sombra protectora de Gómer Monárrez González, quien había sido otro de los activos del disuelto PMT, Santamaría continuó UAS obteniendo privilegios y prebendas por ejercer una función de “asesor informal” de la Rectoría. Para la sucesión de Gómer Monárrez, Santamaría fracasa en su intento por convencer a la “vieja corriente” del PMT por imponer como candidato a rector a Renato Palacios, de manera que, contra su voluntad, Gómer y sus colaboradores se suman tardíamente a la campaña de rector de Héctor Melesio Cuén Ojeda. (Mujeres por Sinaloa/Gremio

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