INE nunca quiso la consulta; Córdova y Murayama, como Bartlett en 1988
Carlos Ramírez
A pesar de que la consulta formaba parte del modelo progresista de democracia participativa, la alianza opositora-conservadores sociales se alió al INE de Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama para promover el fracaso de la experiencia. Cualquier resultado final será una victoria política para el presidente López Obrador.
La consulta como mecanismo de la democracia participativa va más allá de ese sentimiento contra el presidente de la República y se coloca como un instrumento de ejercicio de política superior al desvencijado e ineficaz sistema de representación política tradicional heredada de la revolución francesa.
Los que llaman a no ir a votar por las razones que sean, en realidad están retrocediendo el avance de modernización democrática del país con nuevos instrumentos de consulta ciudadana, pero a partir del criterio de que el actual sistema de representación en el Congreso no funciona en tanto que los partidos no representan a la sociedad sino a las oligarquías que se han apoderado de la dirección política para repartir posiciones de poder entre sus incondicionales.
El repudio a la consulta como mecanismo de democracia participativa, estimulado por sectores conservadores que han aglutinado a la oposición PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González-INE, no es otra cosa que el reconocimiento al sistema político elitista que fundó el PRI, que avaló el PRD y que mantuvo el PAN y hará retroceder el reloj de la democracia al 1988 salinista.
El principal punto para analizar después de realizada la consulta tendrá que centrarse en el papel disfuncional y antidemocrático del Instituto Nacional Electoral, porque por ley es el organismo encargado con exclusividad de la organización y promoción de la convocatoria, pero los consejeros Córdova y Murayama bloquearon la consulta porque ellos en lo personal no estaban de acuerdo con el mecanismo y lo caracterizaban también de forma personal como propio de regímenes populistas.
Los dos consejeros del Instituto violentaron la ley al desactivar el potencial político de la consulta y por lo tanto pudieran hacerse merecedores a un juicio político por incumplimiento de funciones. El INE de Córdova y Murayama no quiso destinar fondos presupuestales para una consulta tipo elección presidencial y se negó a promover la convocatoria a la consulta. En este sentido, los dos consejeros conspiraron contra la democracia participativa aprobada en leyes de cumplimiento obligatorio y por lo tanto se hicieron merecedores a un enjuiciamiento institucional.
La democracia participativa con el mecanismo de la consulta ciudadana deben apelar al civismo político de la ciudadanía y convertirla en un instrumento de involucramiento en decisiones institucionales; es decir, los opositores a la consulta tendrían la obligación cívica y política de acudir a las urnas a plantear su rechazo, porque el repudio a esta consulta representa, en automático, un rechazo al ejercicio de la democracia que todos invocan para negar su asistencia a las urnas.
La campaña de los sectores conservadores contra la consulta y su llamamiento a no asistir a las urnas retrasa la modernización política –con todo y sus limitaciones– al 1988 salinista que quiso enfriar el voto por el disidente Cuauhtémoc Cárdenas como una forma de desviar el camino de la modernización democrática. La transición institucional derivada del fraude de 1988 tiene en la consulta un paso sustancial para involucrar a la sociedad a favor o en contra de decisiones que la involucran.
El principal resultado estratégico de la consulta del próximo domingo 10 de abril no estará en las cifras de apoyo a la revocación/ratificación del mandato del presidente López Obrador, sino en el reconocimiento de que el actual INE salinista-zedillista-panista-peñista llegó a su límite histórico y tendrá que ser sustituido por un nuevo organismo que no permita la construcción de un cacicazgo electoral dominado hoy por José Woldenberg y Córdova. El punto central se localiza en el hecho de que toda la experiencia de democracia participativa fue reventada por la negativa de Córdova y Murayama a que los mexicanos ejerzan con mayoría de edad la democracia participativa.
En el caso de la consulta, el INE de Córdova y Murayama fue una copia fiel de la Comisión Federal Electoral de Manuel Bartlett Díaz en 1988