En el país que celebra a la muerte, casi nadie enseña a comunicarla

Juan Carlos Rodríguez

“Lamento informarle que…”

“Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero…”

“Su familiar acaba de…”

En México, un país donde la muerte se celebra con ofrendas, calaveritas y papel picado, radica una ironía cruel: hay mil maneras de morir, pero muy pocas recetas para que los médicos aprendan a dar esas malas noticias.

“No hay manera de adornarlas, pero sí de decirlas con sensibilidad”, advierte María Guadalupe Álvarez, tanatóloga y trabajadora social con décadas de servicio en hospitales como el Instituto Nacional de Perinatología.

En un país con más de 800 mil defunciones anuales, según datos del Inegi, el personal de salud enfrenta a diario el ritual de notificar una muerte sin las bases suficientes para hacerlo de manera empática y humana, acompañando el proceso emocional de los dolientes.

“Hace poco di una conferencia en un auditorio lleno de médicos. Les pedí que me dijeran quiénes habían recibido algún entrenamiento formal para dar malas noticias y solamente uno alzó la mano”, relata Édgar Landa, coordinador del Programa de Psicología en Urgencias Médicas del Hospital General “Manuel Gea González”.

El impacto psicológico de una notificación deficiente es devastador. Recibir la noticia de la muerte de un familiar no es un evento aislado, “es un terremoto que altera la percepción del futuro”, como lo define Verónica Salas, psicóloga y tanatóloga, experta en acompañamiento de pacientes con cáncer en el Hospital Español.

La forma en que se transmite esa información modifica radicalmente las expectativas de las personas, generando shock o resignación, incredulidad o aceptación, enojo o desesperaciónVerónica Salas, psicóloga y tanatóloga

“La forma en que se transmite esa información modifica radicalmente las expectativas de las personas, generando shock o resignación, incredulidad o aceptación, enojo o desesperación”, puntualiza.

Actualmente, una de las guías más aceptadas a nivel mundial para la transmisión de malas noticias, desde un diagnóstico fatal hasta la muerte de un paciente, es el protocolo SPIKES, cuyas siglas plantean seis pasos a seguir.

  1. Setting (entorno): Preparar un espacio adecuado, privado y cómodo. Asegurarse de que el paciente no se sienta apresurado y esté acompañado, si así lo desea.
  2. Perception (percepción): Evaluar qué sabe el familiar del paciente sobre su condición y su nivel de comprensión antes de dar la noticia.
  3. Invitation (invitación): Preguntar al familiar del paciente si está listo para recibir información detallada.
  4. Knowledge (conocimiento): Comunicar la mala noticia de manera clara y directa, evitando tecnicismos excesivos. Es importante advertir sobre lo que se va a decir antes de hacerlo.
  5. Empathy (empatía): Reconocer y validar las emociones del familiar del paciente, ya sea tristeza, miedo o ira. Responder con empatía para construir confianza y apoyo.
  6. Summary/Strategy (resumen y estrategia): resumir la información y trazar un plan de acompañamiento.
EN EL PAIS QUE CELEBRA LA MUERTE NADIE ENSEÑA A COMUNICARLA
Ofrenda realizada por el Departamento de Innovación en Material Biológico Humano de la Facultad de Medicina de la UNAM. / Foto: Ivonne Rodríguez /El Sol de México

“Lo peor que puede hacer un médico es dar la noticia en un pasillo bullicioso o en la sala de espera de un hospital”, puntualiza Diego Coronel Manzo, responsable del programa de Salud Mental de la Facultad de Medicina.

“Debe procurarse un espacio privado, en un contexto que no interrumpa la comunicación, que fomente la cercanía y evite que pueda escalar la irritabilidad y el enojo”, añade Coronel, encargado de capacitar a los médicos en comunicación empática.

En junio de 2009, México dio uno de los peores ejemplos de cómo notificar la muerte de un ser querido. Luego del incendio de la Guardería ABC, en la que murieron 49 niños, las autoridades obligaron a los padres de las víctimas a buscar los zapatos de sus hijos entre los hospitales de Hermosillo, Sonora.

“Imagínate qué desesperación para buscar los zapatos y qué manera más impersonal de tratarlos. Y más aún, de encontrar los zapatitos, eso no significaba que el niño estuviera bien o que estuviera vivo. Y si veían los zapatos achicharrados, ¿qué podían esperar? Fue terrible”, relata Guadalupe Álvarez, quien ofreció ayuda psicológica a los padres de Sonora y hoy labora en el Centro de Cuidados Paliativos México.

Además de procurar que el médico se rodee de un equipo de profesionales (en psicología, trabajo social y, de ser posible, un sacerdote o ministro de culto), es aconsejable que la persona que va a recibir la noticia también esté acompañada de algún familiar o amigo, subraya Édgar Landa, quien está a punto de publicar el libro “Estrategias para la comunicación de malas noticias”.

Lo peor que puede hacer un médico es dar la noticia en un pasillo bullicioso o en la sala de espera de un hospitalDiego Coronel Manzo, responsable del programa de Salud Mental de la Facultad de Medicina

“Cuando muere una persona, hay frases que ayudan a los familiares a manejar mejor sus emociones”, dice Landa. “Un recurso muy reconfortante es describir todas aquellas intervenciones y esfuerzos que hizo el equipo de salud para ayudar a mitigar el sufrimiento del paciente”.

Para Diego Coronel, un factor que no se debe olvidar al momento de notificar una muerte es evitar emitir juicios o criterios personales sobre la salud mental, los hábitos o la preferencia sexual del paciente.

“Es muy importante capacitar al profesional de la salud en que tenga elementos de escucha empática, que sepa validar y entender las emociones que puede estar atravesando el otro sin censurarlas, sin castigarlas, sin ser punitivo”, remarca.

En la carrera nadie te enseña a transmitir malas noticias. Eso se da más en la práctica. En los primeros años vemos algo de psicología del duelo, pero no hay un manual o protocolo detallado. Ojalá pudieran incorporarlo a los planes de estudioMelissa Rodríguez, anestesióloga

Un estudio publicado en Archivos de Neurociencias, portal dependiente de la Secretaría de Salud y del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, reveló en abril de 2023 que solo 11 por ciento de los médicos recibieron capacitación para informar sobre malas noticias y 56 por ciento aprende “viendo a otros especialistas”.

Afortunadamente, las universidades han comenzado a actualizar sus planes de estudios, con asignaturas que abordan temas como la empatía médico-paciente.

“En primer año tenemos una materia que se llama Salud Mental, donde vemos cómo generar confianza con el paciente, cómo ser empáticos ante el duelo de las familias y las formas de acompañar a los deudos”, comenta Ana, estudiante de segundo año de la Facultad de Medicina de la UNAM.

“En la carrera nadie te enseña a transmitir malas noticias. Eso se da más en la práctica. En los primeros años vemos algo de psicología del duelo, pero no hay un manual o protocolo detallado. Ojalá pudieran incorporarlo a los planes de estudio”, dice Melissa Rodríguez, anestesióloga egresada de la UNAM.

EN EL PAIS QUE CELEBRA LA MUERTE NADIE ENSEÑA A COMUNICARLA
En nuestro país la muerte se celebra con ofrendas, calaveritas y papel picado, sin embargo hay muy pocas recetas para que los médicos aprendan a dar esas malas noticias. / Foto: Ivonne Rodríguez /El Sol de México
Share

You may also like...