Familias enfrentan alzas de hasta 50% en útiles; buscan formas de reducir gastos

Gerardo Mayoral
Cada año, millones de familias mexicanas se preparan para el regreso a clases con la esperanza de un ciclo de aprendizajes llevadero y sin complicaciones. No obstante, esa ilusión viene acompañada de una carga económica cada vez más pesada.
Este 2025 no fue la excepción. Aunque la lista de útiles escolares prácticamente no cambió respecto al año pasado, los precios sí. Esahud Vázquez, maestro de la escuela primaria Niños Héroes, en el Estado de México, y padre de un niño en tercer año de kínder, lo resume y explica.
“El incremento de dinero a comparación del año pasado fue de más o menos 600 pesos. La lista fue la misma, pero de gastar 1000 pesos pasamos a 1600, en la misma tienda. Fue casi un 50% más caro”, relató.
Ese aumento, explica, no es responsabilidad de las escuelas ni de los docentes, sino del mercado. “El problema es el incremento de precios, no lo que se pide. Y es algo que se siente inevitable por la inflación”, añade.
El gasto detrás del pizarrón
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en 2025 se registraron aumentos de entre 20 y 45% en artículos como cuadernos, pegamentos, tijeras y materiales plásticos, en comparación con 2024.
Esahud Vázquez lo confirma con su experiencia: “Los cuadernos subieron mucho de precio, igual que los productos importados como la plastilina Play-Doh. Y eso que mi hijo apenas está en kínder; el siguiente año, en primaria, espero un gasto mayor”.
Pero los útiles son solo una parte de la ecuación. El uniforme, los zapatos escolares, las mochilas y hasta las cuotas voluntarias terminan por elevar la factura. Según la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes, el gasto promedio por alumno en nivel básico puede oscilar este año entre 3 mil y 7 mil pesos, dependiendo del grado y del tipo de escuela.
Los maestros también pagan
El caso de Esahud expone una paradoja: ser docente no lo exenta de enfrentar los mismos problemas que cualquier padre de familia. Con apenas tres años de experiencia frente a grupo, conoce de cerca el rezago en los salarios magisteriales.
“El aumento salarial es meramente simbólico. En las noticias hablan de incrementos, pero al momento de recibirlos son 300 pesos más. A veces ni siquiera es directo al sueldo, sino a prestaciones”, comenta.
Su esposa, también maestra en la Ciudad de México, vive una situación similar. “No hay mucha diferencia en los ingresos, aunque tenga seis años más de experiencia”, explica.
Para los docentes, la contradicción es casi palpable: mientras se pide a los padres asumir más gastos, los propios maestros enfrentan ingresos limitados.
Escuelas que se sostienen con cuotas y cooperación
Aunque la educación pública es gratuita por mandato constitucional, en la práctica los planteles requieren recursos para funcionar. En el Estado de México, por ejemplo, no existe la figura de conserje pagado por el gobierno.
“En la escuela donde trabajo se necesitan unos 75 mil pesos al año para funcionar. Pero las cuotas voluntarias apenas reunieron 14 mil. Con eso hay que pagar al conserje, el internet, las reparaciones básicas. El resto se cubre con actividades de la Asociación de Padres de Familia, como kermeses o festivales”, detalla Esahud.
En su propio salón, la solución fue organizar un pago semanal de 10 pesos por niño para costear limpieza y materiales básicos. “Son 34 alumnos. Con ese dinero se paga a la señora que limpia y se compra papel de baño, jabón, gel. No es un lujo, son necesidades básicas”, explica.
Flexibilidad y conciencia social
Como docente, Vázquez ha optado por pedir solo lo indispensable a los padres de sus alumnos. “Si tienen libretas con hojas sobrantes en casa, pueden usarlas. Si pueden hacer un cuaderno cosido, adelante. No solicito materiales que sé que no se usarán de inmediato”, afirma.
Desde su perspectiva, la clave está en el trabajo conjunto entre maestros y padres. “La educación es un derecho y no se puede condicionar, pero sí creo que se necesita mayor compromiso de los papás. Aunque sea una aportación pequeña, algo significativo ayuda a que la escuela no quede abandonada”, sostiene.
¿Qué esperar del nuevo modelo educativo?
Más allá de los gastos, el maestro se muestra optimista respecto a los cambios curriculares en marcha. Considera que el nuevo modelo educativo apunta hacia un sentido de pertenencia comunitaria y responsabilidad social.
“Cuando una persona se siente responsable del lugar donde vive, desarrolla habilidades que pone al servicio de los demás. Esa es la motivación que puede transformar una comunidad”, señala.
En lo personal, espera que su hijo encuentre en la escuela un espacio donde no solo aprenda contenidos, sino valores ligados al compromiso social.
Estrategias para resistir la cuesta
Para las familias que este año resienten más que nunca el gasto escolar, Esahud comparte algunas recomendaciones prácticas:
Buscar opciones más baratas en papelerías y mercados locales.
Evitar las marcas y optar por productos nacionales de buena calidad.
Empezar a ahorrar con antelación, aunque sea con pequeñas cantidades.
“No se trata de esperar a que suban los sueldos, sino de administrarse mejor con lo que se tiene. Hay que priorizar lo importante: los hijos, la comida, el hogar. Y dejar lo lúdico y el entretenimiento en segundo plano si es necesario”, concluye.A una semana desde que comienzó el nuevo ciclo escolar, varias familias mexicanas afirman vivir septiembre como una segunda “cuesta de enero”. El reto, coinciden maestros y padres, es encontrar un equilibrio: garantizar el derecho a la educación sin que esta se convierta en una carga insostenible para los hogares.