Un soldado en cada hijo…

Rafael Cardona

Sin ánimo de molestar los acendrados sentimientos de amor por la patria de quien los tenga y de los cuales yo comparto todo, hasta la última gota de mi sangre, creo que como pieza literaria el Himno Nacional es de muy mala calidad.

Vaya otro ejemplo del poetastro Bocanegra:

“Yo he vagado á merced de mi destino

“Abandonado y triste por el mundo,

“Y no he encontrado en mi infeliz camino

“Quien comprendiera mi dolor profundo”.

Pero no es el único himno en el mundo con deficiencias líricas y hasta conceptuales (allons enfants…): la patria como batalla.

Es una obra ridículamente belicosa especialmente para un país cuyo ejército actual jamás ha librado una sola batalla contra extraño enemigo alguno.

Cuando se estrenó en 1854, en el teatro Santa Anna —epopéyica y sinfónica—, su promotor “conocido en la letra hoy censurada como guerrero inmortal de Zempoala”, estaba lejos de conocer el resultado de la guerra por venir: perder medio país, ni más ni menos.

Esa abrumadora derrota causó —dice Edmundo O ‘Gorman—, “el trauma de México” del cual año tras año queremos recuperarnos sin lograrlo a cabalidad.

Por ejemplo, un año después, todavía le pedimos soberanas explicaciones al gobierno de Estados Unidos (en ese plural incluyo pueblo y gobierno; presidente y presidenta; mexicanos y mexicanas, soldados y soldadas) sobre cómo el señor Mayo fue secuestrado y llevado a su custodia, su cárcel, su interrogatorio y su dominio utilitario de consumado tenor. Pero nuestro gobierno, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba. Soberanamente ni lo pelan.

En días recientes el Supremo Gobierno se ha enfrascado en una discusión inútil porque la agencia de control de las drogas de EU (DEA), ha revelado una estrategia conjunta llamada “Proyecto Portero”, la cual no existe, según la presidencia mexicana. Solamente ha confirmado cursos de adiestramiento impartidos por esa fementida agencia.

¿Si no trabajamos bajo su influencia, por qué nos instituyen para aprender de ella? ¿Es la DEA nuestra “mater et magistra”?

Con insufrible dejo de ironía, su director Terry Cole, ha dicho contra el desmentido presidencial: nunca nos habíamos entendido mejor, aunque (obviamente) la DEA respaldaría a su gobierno en el remoto caso de incursiones militares o acciones antiterroristas de otro tipo.

La respuesta presidencial ha sido contundente y hasta musical:

“… ningún gobierno extranjero se atrevería a violar nuestra soberanía. No es como antes (¿?), México tiene mucha fuerza;  nacional por nuestro pueblo, por lo que representamos como gobierno del pueblo, e internacional. No va a ocurrir…

“…Y como dije, cualquier intento tenemos el Himno Nacional: `un soldado cada hijo te dio…”

Y ahora, su lírica como exorcismo y “detente”.

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