Persecución contra migrantes

Rubén Martín
El martes 1 de julio el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump dio declaraciones a reporteros que cubren sus actividades, poco antes de salir de Washington DC a Florida para inaugurar un centro de detención conocido como Alligator Alcatraz (Alcatraz de los caimanes): “Vamos a enseñarles cómo huir de un caimán si se escapan de la prisión. No corran en línea recta, corran así”, dijo moviendo la mano de un lado para el otro de manera burlona y cínica aludiendo a que el terreno donde se levantó ese centro de reclusión está en medio de una red de humedales llena de animales salvajes.
Ese mismo día, la Secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem, publicó en su cuenta de Twitter: “Alligator Alcatraz nos dará espacio para detener a lo peor de lo peor para que podamos poner al pueblo estadounidense PRIMERO (sic)”. A su vez, la portavoz del Gobierno de Trump, Karoline Leavitt, remarcó que es prácticamente imposible escapar del nuevo centro de detención. “Solo hay una carretera que lleva a él y es la única salida. Es un vuelo de ida. Está aislado y rodeado de fauna peligrosa y un terreno implacable”, señaló.
Son apenas algunos ejemplos de cómo el Gobierno de Trump está aplicando una política antimigrante inhumana que estigmatiza y criminaliza a personas obligadas a migrar para buscar una mejor vida, pero que ahora su existencia en Estados Unidos está en vilo por las duras políticas antimigrantes de parte del actual inquilino de la Casa Blanca. Las imágenes del interior del centro de detención de la Florida, el llamado Alcatraz de los caimanes muestran barracones que se asemejan a las galeras de los campos de exterminio de la Alemania nazi.
No sólo se intensifican las redadas, sino que van acompañadas de expresiones racistas y violatorias a los derechos humanos de los trabajadores sin papeles de parte de Donald Trump y de varios de los integrantes de su Gobierno.
Todo esto está creando un ambiente de persecución y criminalización contra los migrantes que ha generado miedo y terror en millones de personas que están sin papeles en el país del norte. Las redadas no sólo alcanzan a personas sin papeles, sino que llega a “personas que cuentan con visas de estudiante, con permisos de trabajo temporales y otras protecciones otorgadas a inmigrantes por mandatarios anteriores”, según una nota de agencias.
Y eso ya tiene repercusiones en varias empresas y algunos sectores de la economía, especialmente agricultura, comercio, construcción y restaurantes, donde los trabajadores migrantes se emplean con frecuencia. Justino Gómez, un salvadoreño de 73 años, y que reside en Estados Unidos desde hace 30 años dijo a reporteros de una agencia que vive con miedo y terror. “Estamos aterrorizados […] Cada vez que salgo de casa, siento mucho estrés. Incluso cuando voy al metro, temo que el ICE [Servicio de Inmigración y Control de Aduanas] está ahí esperando para secuestrarnos”, dijo. Como cabe esperar, este hombre ya hizo media parte de su vida en ese país y ahora corre el riesgo de que la política antimigratoria de Donald Trump le destroce la vida, separándolo de su familia y de su hogar. Millones de personas corren esta misma suerte por las políticas racistas de Donald Trump.
Otro caso ejemplar de un salvadoreño, es el de Kilmar Ábrego García, detenido solamente por su aspecto y culpándolo de pertenecer a la Mara Salvatrucha, sin serlo, y por ello enviado deportado a El Salvador a la prisión modelo del Presidente Nayib Bukele. En el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo, Kilmar Ábrego sufrió severas golpizas, privación del sueño y tortura psicológica y la amenaza de ser asesinado por otros delincuentes detenidos ahí.
Recientemente una abogada defensora de migrantes, denunció que dos de los 14 migrantes zapotecos veracruzanos detenidos en una redada del ICE en Los Ángeles recientemente, se les dejó en libertad, pero se les obligó a portar un grillete eléctrico en los tobillos para monitorear su ubicación. Denunciaron además que fueron víctimas de “tratos inhumanos” en su detención, declaró Citlali Fermín, de la organización Trabajadores Unidos, que acompaña a las familias zapotecas.
La Jornada compartió el testimonio de Carlos, hijo de Tomás Anastasio Lucas, uno de los detenidos, quien lleva más de 30 años viviendo en ese país. Dijo que su padre fue aprehendido en la fábrica de Ambiance Apparel, en el centro de Los Ángeles, donde laboraba desde hace una década. “Me mandó mensaje a las 10 de la mañana para avisarme que agentes de ICE entraron a la bodega. Al llegar vi personalmente cómo secuestraban a los trabajadores; más de dos docenas”, señaló (https://bit.ly/45QLEuv).
Las inhumanas redadas del Servicio de Inmigración de Estados Unidos están generando miedo, temor y estrés en millones de personas que llegaron a ese país con la esperanza de mejorar su vida. Donald Trump y sus esbirros en el Gobierno estadounidense estigmatizan y criminalizan a la gran mayoría de personas que de manera honesta y decente tratan de sacar adelante sus vidas y las de sus familias. Los acusan de ser criminales o incluso escoria cuando la gran mayoría trabajan para mejorar sus vidas y de paso contribuyen a mejorar a la principal economía del mundo. Es injusto el trato que reciben.
Es condenable y deplorable que el país que se presenta como ejemplo de democracia para el mundo esté aplicando esta inhumana política en contra de millones de migrantes que están sin papeles, pero buscando de menara legítima mejorar su vida. No son criminales o “lo peor de lo peor”, como dice Trump y su Secretaria Kristi Noem, quienes parecen regodearse estigmatizando y criminalizando a los migrantes. Esta política antimigrante merece la condena mundial.