¿Qué sigue para la iglesia?

Agustín Castilla

Sin duda Jorge Mario Bergoglio fue un Papa que, aunque no exento de polémica y críticas, imprimió un sello muy particular a la Iglesia que contrastó con la personalidad y posiciones de sus antecesores. Sus mismos orígenes lo hacían diferente dada su nacionalidad argentina, se graduó como técnico-químico, fue profesor de literatura y psicología, tuvo una relación cercana con Borges quien se refería a Bergoglio como una persona inteligente y sensata con quien se podía hablar de muchos temas, y se ordenó como sacerdote jesuita. 

Una de las principales características que lo distinguió, fue su sencillez apartándose del acostumbrado boato de la jerarquía católica. Cuando fue ungido como Papa en marzo de 2013, optó por una vestimenta sin tantos ornamentos, procuraba no utilizar el vehículo blindado y decidió no vivir en el Palacio Apostólico para residir en la Casa Santa Marta en donde se hospedan obispos y clérigos y se cuenta que generalmente desayunaba en el comedor común. El Papa Francisco se pronunció en contra de los excesos del capitalismo y la desigualdad provocada por el neoliberalismo, defendió la dignidad de las personas más allá de su origen o condición, le habló a los más pobres, promovía la justicia social, se interesaba por la migración, el medio ambiente y el cambio climático, condenó dictaduras como la de Nicaragua –aunque se le criticó por haber sido omiso en otros casos– y alertó sobre los populismos.

Se le consideraba como un Papa progresista o liberal que intentó reformar la Iglesia, e incluso los grupos más conservadores lo veían como una amenaza por atentar contra los principios de la fe católica por ejemplo al dar la bienvenida a la Iglesia a todas las personas independientemente de su orientación sexual, permitir a las personas homosexuales participar en ceremonias religiosas y recibir la bendición o su tolerancia al matrimonio de parejas del mismo sexo. No obstante, los grupos de la diversidad sexual consideran que se quedó muy corto en el reconocimiento de sus derechos, en tanto que las víctimas de pederastia clerical acusan que dio continuidad a la política de encubrimiento de los depredadores sexuales quienes en la mayoría de los casos siguen actuando impunemente.

Su último mensaje el pasado domingo de pascua, unas horas previas a su muerte, refleja bien el sentir y algunas de las principales preocupaciones del Papa Francisco “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”. “En este día quisiera que renováramos la esperanza y reviviéramos nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas”. 

En los próximos días, una vez que concluyan las ceremonias fúnebres de Francisco, se llevará a cabo el cónclave en que el colegio cardenalicio habrá de elegir al próximo Papa definiendo con ello el rumbo de la Iglesia católica que enfrenta serios desafíos, lo que más allá de creencias religiosas, también tendrá implicaciones para el mundo en un contexto de enorme polarización. La presión para los 138 cardenales electores debe ser muy grande, sobre todo por parte de los sectores conservadores que pretenden regresar a lo que consideran como tradiciones de la Iglesia y principios doctrinarios rectificando los desvíos de Francisco, pero también están quienes buscan un Papa moderado, dialogante que procure seguir en la construcción de una Iglesia inclusiva, más cercana a la gente y que contemple a todas las personas. 

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