El crimen de Cuén y Obrador. Culiacán, Ciudad del Miedo

Álvaro Aragón Ayala

El mensaje de Andrés Manuel López Obrador es claro y contundente. Sabe que el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex Rector de la UAS, diputado federal electo y fundador del Partido Sinaloense, se derivó de la lucha, de la confrontación Gobierno del Estado-Universidad. Esa es la conclusión de la investigación de los servicios de inteligencia del país que obran en poder del presidente que se va y Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta que viene.

Así, con pleno conocimiento de la conspiración criminal, cuando en la conferencia La Mañanera le preguntaron sobre los atentados a la autonomía de la UAS, López Obrador llamó a Rubén Rocha Moya y a los diputados de Morena del Congreso Local a “buscar la conciliación en este caso, en este conflicto que lleva bastante tiempo y con CONSECUENCIAS LAMENTABLES. Hay que buscar un acuerdo y la conciliación en la Universidad”.

Las consecuencias lamentables es el asesinato de Cuén Ojeda a quien un empoderado grupo político morenista lo consideraba un obstáculo para tomar por asalto a la UAS. A la consumación del crimen hay que sumarle que el ex Rector y fundador del PAS se constituyó en la principal voz opositora del gobierno rochista y un peligro para los proyectos sucesorios del 2027 por la dinámica con la que se movía en el escenario político estatal y nacional. No lo querían en funciones de diputado federal.

No hay duda, pues, de que el presidente de la República identifica plenamente a los autores intelectuales del asesinato y sabe el porqué se buscó por todos los medios convertirlo en el crimen perfecto con una narrativa creada en la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado, cuya titular Adriana Margarita Ochoa del Toro, tendrá que explicar, ya sea ante la Fiscalía General de la República o ante un Juez Federal, quien dictó la orden para criminalizar, deshonrar post mortem a Cuén Ojeda.

INVITAN A ANDRÉS Y CLAUDIA A DORMIR EN CULIACÁN

No, el diputado federal Mario Zamora Gastelum no denunció, no, no descarnó o desnudó las traiciones, en las entretelas de las redes del poder, que provocaron el rompimiento de los acuerdos que mantenían la “pax narca” en Culiacán y otros municipios de Sinaloa, sino que invitó a Andrés Manuel López Obrador y a Claudia Sheinbaum Pardo a dormir y a realizar la mesa de seguridad en la capital de Sinaloa.

Sí, si expresó: “curioso en Sinaloa nos cayó la narcopandemia”. Eso fue lo más fuerte de su conferencia que grabó para efectos publicitarios o propagandísticos, pero cuyo contenido no cimbró a la opinión pública ni le causó comezón al gobernador Rubén Rocha Moya. Luego, Zamora Gastélum le aventó un “piropo político” a Claudia Sheinbaum, a la que calificó como “una mujer inteligente porque se casó con un sinaloense”. Son más lesivos los discursos anti-Rocha de las dirigentes del PRI y del PAN de Sinaloa, Paola Garate y Roxana Rubio que los de Zamora.

CULIACÁN DEL MIEDO

Balaceras, agresiones, inseguridad, levantones, abandono y muerte. Los símbolos cadavéricos, fúnebres, encarnan al Culiacán del miedo, más allá del bestiario temible: monstruos de cuello blanco y animales políticos asesinos. El “paisaje” dantesco de la capital de Sinaloa está hecho de cemento teñido en sangre, verdugos, esqueletos, fantasmas y árboles que semejan espectros perversos.

Narco-cementerios o tumbas a cielo abierto, lujosas residencias inaccesibles y un variado arsenal de instrumentos de muerte: pistolas, fusiles, ametralladoras, ponchallantas, ataúdes, capuchas o máscaras, construyen el rostro de Culiacán. La ciudad cobra identidad letal. La población identifica con angustia los símbolos e imágenes de la iconografía del terror.

El retrato culichi es el pálido reflejo o el dramático anticipo del Culiacán donde el temor individual se ha transformado en pánico colectivo. Una ciudad cubierta por solapados silencios, con miedos latentes y soterrados, envuelto en cobardías cómplices, con una población sometida a paranoicos autócratas y regido por un sistema que se legitima en el terror instaurado por criminales capaces llorar sobre los cuerpos de sus víctimas.

La violencia -la persecución política y judicial-, aunado a las acciones de los poderes fácticos armados, estalla a la vuelta de cualquier esquina, en la calle, en el callejón, con hogares transformados en prisiones. Es el Culiacán donde las fronteras de la ansiedad o la angustia aumentan conforme escala la inseguridad del “paisaje” urbano.

LA DIARREA DE LOS DIPUTADOS MORENISTAS

Los diputados de Morena tuvieron que consumir, hoy al mediodía, toda clase de medicamentos contra la diarrea. Se les soltó el estómago cuando dirigentes de los transportistas se plantaron en el Congreso Local a exigir que se frenara el dictamen de la Ley de Movilidad que contempla “regularizar” el uso de las plataformas digitales en el servicio de pasaje.

Los concesionarios/permisionarios encararon a los integrantes de las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y Gobernación; de Planeación para el Desarrollo y Bienestar Social; de Ecología y Desarrollo Sustentable; y de Desarrollo Urbano y Movilidad, y les exigieron parar sus trabajos legislativos realizados a espaldas de los transportistas y les advirtieron que están a punto de provocar un paro general e indefinido de los camioneros y taxistas.

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