Partidos y elecciones
Luis Octavio Vado Grajales
En mi columna anterior expliqué el sistema electoral mexicano. Ahora toca escribir acerca de los partidos políticos, esas asociaciones ciudadanas que tienen como fin la búsqueda del poder político.
El que sean asociaciones implica que, así como una sociedad anónima o una asociación civil, tienen por objeto agrupar personas que buscan un fin en común, que se han dado sus propias reglas, y que cuentan con algún tipo de órgano directivo.
Pero en el caso de los partidos, la finalidad no es ganar dinero o apoyar una causa social. El fin de esa agrupación es obtener el poder político; si bien se ha hablado de otros objetivos como el servir de “correas de transmisión” entre la ciudadanía y el gobierno, o la politización de la ciudadanía, la realidad es que su naturaleza es el poder político. Así de sencillo.
En México los partidos políticos pueden ser de dos tipos: locales y nacionales. Los primeros compiten en comicios locales, en el estado en que están registrados; y si usted cree que no existen, déjeme decirle que hay más de cuarenta en todo el país. Por su parte, los partidos nacionales, que se registran ante el INE, participan tanto en elecciones federales como locales.
Los partidos deben tener tres documentos básicos: una declaración de principios, donde vamos a encontrar su ideología; un programa de acción, en el que muestren sus ideas de gobierno; y por último sus estatutos, que son las reglas internas a que el propio partido se somete.
En México los partidos deben guardar lealtad a la Constitución así como al sistema democrático. No serían legales, y por tanto, no obtendrían su registro, partidos de ideología totalitaria que pretendieran llegar al poder mediante elecciones para después suprimirlas.
Tampoco pueden existir partidos racistas o que nieguen los derechos humanos de los diversos grupos sociales.
En cuanto a ideología, pueden ser de izquierda, derecha, centro, etc. Adherirse a distintas posturas filosóficas, pero no pueden vincularse con iglesias o tener en su nombre alguna referencia de tipo religioso. Tampoco pueden ser formados de forma corporativa por sindicatos.
Los partidos deben regular su vida interna, respetando los derechos de sus militantes, así, son los responsables de sus procesos internos de selección de candidaturas, pero también de elección de dirigentes.
Para constituirse, ya sean partidos locales o nacionales, deben realizar asambleas supervisadas por los órganos administrativos electorales. así como afiliar militantes, que deben ser personas ciudadanas mexicanas. De igual forma, tienen que ocuparse de los procedimientos de justicia interna, estableciendo tribunales internos y procedimientos para imponer sanciones.
Además, en tiempos electorales pueden formar coaliciones, lo que será motivo de otra columna.