Rocha: la derrota ¿un gran fracaso?
José Luis López Duarte
En toda disputa política se dan derrotas y victorias que, cuando estas son coyunturales, se convierten en episodios que pasan y se van acumulando, en las que casi siempre se juegan condiciones y circunstancias políticas de carácter puntual, pero cuando una de las partes, como un mal jugador, pretende en una jugada definir la contienda, pone en riesgo todo su futuro y se puede convertir en un gran fracaso, como parece se está convirtiendo para el gobernador Rubén Rocha su diferendo y disputa con la UAS.
Y es cierto que también existen momentos en que alguna de las partes no tiene alternativa y se juega su capital en una apuesta, casi siempre resulta en un gran error y más aún en acciones políticas y peor aún de gobierno.
Es triste y lamentable ver como quizá, el actual gobierno de Sinaloa, el más promisorio de los últimos 50 años, como creo que fue hace 20 meses el de Rubén Rocha, se ha ido desdibujando y perdiendo en una maraña de contradicciones y controversias sin sentido y extremadamente cargados de fobia y sinrazones que los han metido en una espiral descendente, que aquel gobierno de hace 20 meses llamando a ser histórico, ahora solo queda un desfiguro que puede llegar hasta un gran fracaso.
Y da tristeza por tanto apoyo de la sociedad que recogió ciertamente, pero más tristeza da por el desperdicio político y de gestión que ha resultado para los sinaloenses.
Hoy presentan como su obra emblemática el “circuito vial” de Culiacán que le costará más de 4 mil 500 millones y que arrancará, si nos va bien en el segundo semestre del 2024 para concluirse por allá el 2026 y eso si todo marcha bien.
Cuando pudo haber montado su gobierno sobre los avances, medianos si usted quiere, de los primeros tres años de la 4T con “el químico” Benítez, Jesús Estrada, el tremendo “Billy” Chapman y lo más importante, la obra anticorrupción de Graciela Domínguez Nava al mando de la LXIII legislatura que sentó las bases para detener el desorden y saqueo de Quirino Ordaz.
Pero no, en absoluto, todo lo desmontó y no sólo lo que iniciaron los alcaldes de Ahorme y Guasave, Gerardo Vargas y Martín Ahumada Quintero, la construcción de la fábrica de basura, que también los echó al bote de la basura el gobernador.
Fábrica de basura, que junto con el “metrobús” de Culiacán (ya con el dinero en caja prácticamente), hubiera sido obras las tres, grandes éxitos de gobierno con los que hubieran arrasado, sumándole la conclusión de los hospitales que Quirino Ordaz que dejó en cascarones.
No, nada de eso, mejor se dedicó a someter a Gerardo y Martín en Ahome y Guasave, correr a Héctor Melesio Cuén de salud, desplazar al “químico” y a Estrada Ferreiro y los proyectos de todos a la basura.
Y para rematar, decidió apoderarse de la UAS con el mito (fama pública lo llama el) de la corrupción, que por cierto no la quiso ver con Quirino al que le firmó carta de buena conducta, desestabilizando una institución que quizá hoy por hoy está en uno de sus mejores momentos y todo, incluidos los casos de violentar las instituciones como lo hizo con el ayuntamiento de Mazatlán y Culiacán, sin saberse con qué propósito, como no sea imponer a sus incondicionales.
Tanto avasallamiento, ineficiencia de resultados en la gestión, abuso de la institución y la extraordinaria carga de demagogia, puede que no sean suficiente y lo conduzca al fracaso.