El sí a Quirino para Embajador, pero en calidad de “carcaje político”
Álvaro Aragón Ayala
Quirino Ordaz Coppel se va como Embajador de México a España, a un obligado exilio político, en calidad de “carcaje político”, humillado y a salvo temporalmente de un proceso judicial, en el marco de una estrategia de Andrés Manuel López Obrador de protección provisional a ex gobernadores priistas y panistas saqueadores del erario público para que lo ayuden a desarticular la alianza PRI-PAN-PRD rumbo al 2024.
El ex mandatario estatal carece de peso político y de calidad moral como para desatar una asonada política en la entidad contra el gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza Rubén Rocha Moya, quien ya enterró la cadaverina “Puro Sinaloa” y tomó el control de los mandos de lo que queda del PRI estatal a través de sus aliados, los diputados tricolores Sergio Mario Arredondo y Ricardo Madrid Pérez, vía el ex gobernador Jesús Aguilar Padilla.
No es entonces en Sinaloa en donde al presidente Andrés Manuel López Obrador le hace falta lucir la traición y la falta de ideología y de fidelidad política priista de Quirino Ordaz Coppel y la debilidad del grupo político que lo parió, sino en la capital del país y en el Estado de México, en donde nació de las entrañas del Grupo Altacomulco el proyecto quirinista para que saqueara a sus anchas del 2017 al 2021 el estado de Sinaloa.
En Sinaloa la figura de Quirino Ordaz Coppel es la de un gobernador corrupto que saqueó la entidad, mantuvo en el abandono pueblos y ciudades y usó los recursos públicos en la ejecución de obras suntuosas únicamente para privilegiar a empresarios y favorecer a unos cuantos magnates restauranteros y hoteleros de Mazatlán. El gobierno quirinista degradó el ejercicio de la política y exaltó el uso de recursos públicos en el control de los medios para cubrir sus rapacerías.
La embajada de México en España no trae ningún beneficio para Sinaloa. El desparpajo con el que se mitifica el Plácet o bienvenida de Quirino a la Madre Patria contrasta con la realidad porque en los tiempos de la Cuarta Transformación, cualquier embajador es el “Gutierritos”, el “sí señor presidente” en el extranjero. Quirino no es secretario de Turismo para concentrar sus actividades en la atracción de visitantes a Sinaloa y México ni tampoco es secretario de Economía plenipotenciario con facultades para detonar, desde España, el desarrollo social y económico de la región.
Las funciones de Quirino Ordaz Coppel se limitarán a obedecer al presidente Andrés Manuel López Obrador interesado en que se quede en el extranjero, aislado, pero no ocupado en fortalecerlo políticamente. Se trata de exhibirlo en México y España como “trofeo de caza”, en tanto que en Sinaloa se la arma un voluminoso expediente de corrupción. Entre más abultada sea la carpeta de los latrocinios de Quirino mayor será su sumisión y “lealtad” al presidente de la República.
Entre las atribuciones del futuro Embajador figuran el velar por la seguridad e integridad de los ciudadanos de México en España y de actuar como mensajero entre el gobierno de su país y el receptor. No tiene atribuciones para inmiscuirse en la vida política de Sinaloa ni México. Con Quirino en España sí le irá mejor a Sinaloa porque tendrá las manos muy lejos del erario público. En materia de inversiones, Sinaloa no es atractivo para los españoles por el fenómeno del narco. Quirino trasvasa a la Madre Patria el escándalo del “Culiacanazo” y el asesinato del periodista Javier Valdez, sucesos deleznables perpetrados durante el ejercicio de gobierno quirinista.
La pretensión de difundir a un Quirino Ordaz Coppel fortalecido con el nombramiento de Embajador en España, choca con la realidad. Sí se va, pero no consolidado, sino en calidad de “carcaje político”, humillado, con la cola entre las patas, cargando el estigma de gobernador corrupto, con un letrero en su pecho y espalda con la leyenda que dice “úsese y deséchese”. La embajada de México en España es su tabla de salvación para escapar temporalmente de un proceso judicial.
El retorno a Sinaloa de Quirino Ordaz Coppel una vez que ya no le sirva a los fines político-electorales de Andrés Manuel López Obrador será para rendirle cuentas al pueblo y a las autoridades por el cúmulo de latrocinios que cometió durante su mandato. Los días de exilio del ex gobernador apenas están por iniciar, mientras que en menos de cien días del gobierno de la Cuarta Transformación ya le han documentado un sinfín de transas y peculados con todo y “moches”.