Xóchitl, trampa de AMLO al Frente Amplio; frivolidad la desgastará

Carlos Ramírez

La designación real de Xóchitl Gálvez como precandidata prioritaria del Frente Amplio de México fue una trampa muy astuta colocada por el presidente López Obrador y la oposición cayó con ingenuidad en ella; además de provocar la huida de algunas figuras políticas más serias, la senadora panista-no panista oculta su falta de capacitación para el poder detrás de chistoretadas.

López Obrador fue quien colocó en el escenario político a Xóchitl y le dio aire al negarse, astutamente, a recibirla en Palacio Nacional para su derecho de réplica. El presidente necesitaba una figura opositora antilopezobradorista, en lugar de algún precandidato con una visión más de Estado y de figura más presidenciable.

Xóchitl quiere repetir el modelo de Vicente Fox en el 2000: un ranchero con botas en la figura de una mujer con traje indígena. Las frases de Xóchitl y Fox son las mismas, pero ya se ha repetido hasta el cansancio la corrección de Marx a Hegel de que la historia se repite dos veces, pero una como tragedia y otra como farsa.

Fox comenzó a repuntar por su famosa frase de sacar al PRI a patadas de Los Pinos, sólo que ahora Xóchitl pretende regresar al PRI a Palacio Nacional y a el Ejecutivo federal. Cuando la campaña formal comience a perfilar representaciones políticas, será sencillo que quien represente a Morena pueda usar como crítica que Xóchitl quiere regresarle el poder al PRI de Alejandro Moreno Cárdenas Alito.

Pero hay más adversidades. Fox no ganó por las botas, ni por su repudio al PRI, ni por su campaña contra las tepocatas y víboras prietas. Lo que benefició al candidato panista fue el desmoronamiento político de Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del PRD y sobre todo la percepción bien documentada de que el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, era sacrificable y que el presidente Ernesto Zedillo tenía un compromiso de alternancia con el presidente Clinton. Además, era obvio que Zedillo detestaba al PRI.

Xóchitl podría llegar a la candidatura del Frente Amplio de México con un espacio acotado: ser sólo la candidata antilopezobradorista, aunque lopezobradorista en su política social; con un presidente López Obrador cada vez más fuerte en aprobación personal. Y, además, cualquiera de los tres precandidatos morenistas –Claudia Sheinbaum Pardo, Marcelo Ebrard Casaubón y Adán Augusto López Hernández– tendrían todo –pero todo— el apoyo del aparato presidencial.

La figura política de Xóchitl es chistosa, genera sonrisas y agrada con sus desplantes en su bicicleta y su botarga de dinosaurio. Sin embargo, poco ha mostrado de inteligencia estratégica en la lucha política, con la circunstancia agravante de que la sociedad quedó decepcionada del Vicente Fox opositor que es terminó su carrera política siendo títere y botarga del PRI salinista.

Hasta ahora y ya casi con la precandidatura opositora en la buchaca, Xóchitl no ha destacado ni una sola idea política o de Estado y no está engañando a nadie cuando pidió el derecho de réplica para ir a Palacio Nacional a decirle personalmente al presidente López Obrador que ella no estaba en contra de su política social, sino que, al contrario, era partidaria de ese apoyo a los sectores vulnerables, con lo que quedó más definida como apoyadora del programa de Gobierno de López Obrador que como adversaria política.

La precandidatura de Xóchitl mostró la perversidad del método opositor para la selección del candidato presidencial, al grado de que importantes figuras han preferido bajarse del camión de redilas de la alianza PRIANREDE-Coparmex-Córdova Vianello-el Señor X-Episcopado y toda la coalición de la “derecha moderna”. Y los que se quedaron tienen suficiente biografía política como para demostrar que Xóchitl no es más que una botarga del nuevo dúo dinámico Fox-Señor X y del PRI.

El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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