¿Cuál es el voto útil?

Francisco Báez Rodríguez

A estas alturas del proceso electoral ha vuelto a tener eco el llamado al “voto útil”. Este es, para decirlo en otras palabras, un llamado a los electores que no están convencidos por alguna de las dos grandes coaliciones, a que sufraguen en contra de la candidatura que consideren más negativa para el país. El objetivo es el voto al margen: no importa si se tapan la nariz al cruzar la boleta.

A tres semanas de la cita en las urnas, Claudia Sheinbaum sigue adelante en todas las encuestas. Lo que no se sabe a ciencia cierta (o incierta) es cuál es su ventaja respecto a Xóchitl Gálvez. También sabemos que Jorge Álvarez Máynez va al alza, pero su distancia respecto a las punteras es tal, que no tiene oportunidad alguna de dejar el tercer lugar.

¿Quién ejercerá el “voto útil”? Quien considere que estamos en una situación de emergencia. Quien, a pesar de no simpatizar con ninguna de las dos principales, vea una diferencia sustancial entre los puntos negativos de una y otra candidatura. Evidentemente, los llamados al “voto útil” están dirigidos a los potenciales votantes de Álvarez Máynez.

Subrayar ese sentido de emergencia es lo que debería mover a los partidos y a los simpatizantes duros a su labor de convencimiento en pos del “voto útil”. Sin embargo, en la mayoría de los casos no ha sido así.

En Morena, tal vez demasiado confiados por su ventaja, se han limitado a seguir atacando a los “conservadores” y “corruptos” de la otra alianza, y sólo Clara Brugada, que está en una situación menos cómoda que Claudia Sheinbaum ha utilizado la expresión.

En el frente de los partidos tradicionales han tenido una estrategia peor, si se puede. Han cubierto de insultos a los candidatos de Movimiento Ciudadano, al que acusan de esquirol de Morena y del gobierno. Se comportan como el vendaval que quiere arrancar el saco al hombre y lo que logra es que este se abroche los botones.

Lo más curioso del caso es que quienes se dignan a ver las encuestas como algo que va más allá de una carrera de caballos, han notado que las caídas en las preferencias de Sheinbaum y otros candidatos de Morena no se traducen en aumentos para Gálvez y otros del Frente, sino en más intenciones para MC. Y luego los simpatizantes de Xóchitl, que ven que ella no ha perdido preferencias, concluyen: “no les salió la jugada”.

Al contrario. Está claro que Movimiento Ciudadano a quienes está intentando seducir es a los antiguos votantes de Morena decepcionados con el gobierno de López Obrador y a los jóvenes que no quieren ninguna de las dos sopas que se ofrecen en el menú principal. Este grupo, que rechaza por igual a los morenistas y al “prianismo”, no se va a pasar a las filas de ninguna de las dos opciones mayores. No existe el “voto útil” entre quienes tienen cierta indiferencia sobre quién resulte ganador de entre dos que no les simpatizan. Esa es su jugada.

La disputa real está en un grupo minoritario de posibles votantes por Máynez: aquellos que han ponderado el papel opositor del partido naranja y que sí ven la improbable, pero no imposible, presidencia de Gálvez como un mal menor ante la previsible consolidación del autoritarismo disfrazado de democracia o, peor aún, ante la posibilidad de un intento de Maximato.

Quien ha entendido el significado del voto útil es Luis Donaldo Colosio. Su argumento no es que una candidatura sea mejor que otra, sino que es urgente para la nación evitar un resultado electoral que dé continuidad al deterioro y la desfiguración de la democracia mexicana. Se refiere sólo a la elección presidencial. Actúa como el viento suave que invita al hombre a quitarse el saco.

Por otro lado, es muy relevante entender el sentido del voto útil en el Congreso, en donde las campañas suelen ser menos vistas. Aquí el asunto no está, como podría pensarse superficialmente, en las candidaturas uninominales, sino en las plurinominales.

Para ello, dos explicaciones.

La primera es que las posibilidades de distribución de escaños y curules, grosso modo, son tres: que haya mayoría absoluta de Morena y aliados, que haya mayoría absoluta del frente opositor o que ninguno de los dos tenga esa mayoría. Por simple aritmética básica, una condición necesaria para que se dé lo tercero es que exista una tercera bancada, que impida esas mayorías. No puede ser sino la de Movimiento Ciudadano. Se trata de una condición

necesaria, pero no suficiente. Puede haber una mayoría absoluta y dos minorías.

La segunda es que, según la legislación electoral, todo voto por un candidato uninominal (o por la pareja de senadores) se traslada automáticamente, en la lista proporcional, al partido por el que se sufragó. Así que, si alguien vota por Fulanito que le cae bien, también habrá votado por el partido que lo postuló en las listas plurinominales. Si gana o si no gana, de todos modos el voto le servirá lo mismo a ese partido. En realidad, se trató de un voto por el partido más que por el candidato. En el sistema mixto, domina la proporcionalidad. Lo lógico sería poner en segundo término los nombres de los candidatos al distrito -o a la entidad, en el caso del Senado- y decantarse por el partido que más nos guste (o menos nos disguste). 

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