Continúa la purga de traidores del PRI

Álvaro Aragón Ayala

La purga en el PRI-Sinaloa continúa. Se trata de un fenómeno natural: quienes traicionaron en el proceso electoral del 2021 al tricolor y a su candidato de la alianza, Mario Zamora Gastélum, para apoyar a Rubén Rocha Moya, de Morena-PAS, son “cartuchos quemados”. Ya no podrán actuar como “caballos de Troya”. En el PRI perdieron dignidad y credibilidad.

Se fue entonces del PRI la diputada Deisy Judith Ayala, le siguió Francisco Javier Luna Beltrán y ahora la ex diputada del PRI, Sandra Yudith Lara Díaz y el ex presidente municipal interino de Culiacán, Antonio Castañeda Verduzco. Y la purga en el PRI continuará. Los falsos priistas se van por la vía de la renuncia con la intensión de alojarse en el estómago de Morena.

Empleados por contrato del gobierno morenista de Rubén Rocha Moya, los traidores del PRI, se están marchando en calidad de desertores, con un argumento baladí que a nadie convence, que a nadie engaña: el supuesto descontento de cómo se llevó a cabo la elección de la dirigencia estatal del PRI. Apostaban a la imposición de una dirigencia que se pusiera de rodillas al gobierno morenista de Rubén Rocha.

Quienes renuncian al PRI para definirse ahora como morenistas puros o por contrato, le ahorran a Paola Garate Valenzuela, incipiente dirigente estatal del tricolor, el esfuerzo de pedirles su renuncia por traidores y por trabajar para un proyecto, la 4T, que no comulga ni con la plataforma, la ideología ni programa de acción del tricolor.

La dimisión obligada y apresurada es el resultado de un mecanismo de elección de la nueva dirigencia del PRI-Sinaloa que fue blindado contra los chacales que en los comicios del 2021 clavaron el puñal en la espalda al candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum, para apoyar de manera soterrada o abierta la campaña de Rubén Rocha Moya.

En funciones de gobernador, Rubén Rocha Moya dotó a los diputados traidores del PRI de un paquete de dulces adicionales y premió con posiciones en su gabinete a priistas que presumían poseer altos valores morales y políticos. Fue el propio Rocha quien al “contratarlos” los exhibió como miembros especiales de su equipo político externo.

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