Galopa la incertidumbre en el sector agrícola
Antonio Quevedo Susunaga
En el sector agrícola de Sinaloa galopa la incertidumbre, los productores no saben qué pasará con sus cosechas de maíz y trigo; no gozan del apoyo del gobierno estatal y muy alejados de una decisión positiva del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Los productores agrícolas pidieron el apoyo del gobernador Rubén Rocha Moya, les dijo que sí y luego los abandonó ante la negativa del presidente López Obrador de ofrecer un esquema alternativo de comercialización, situación que a los mejores productores de maíz y trigo los condena a la quiebra y la impotencia de no poder manifestarse por las presuntas amenazas recibidas del gobierno y poderes fácticos, según denunciaron los dirigentes.
En el discurso del secretario de gobernación Adán Augusto López Hernández, el gobierno federal sólo ayudará a productores que cultivan menos de 10 hectáreas, en Sinaloa, esta cifra de productores de 10 hectáreas no existe.
En el caso de Rocha Moya, no hizo valer su papel de gobernador, porque el gobierno federal ni siquiera lo escuchó, aunque si impidió que los productores se manifestaron ante López Obrador.
Los representantes que ha enviado Rocha Moya supuestamente a respaldar a los productores, han acudido con las propuestas de los “coyotes”, que les sugieren a los productores que entreguen sus cosechas en las bodegas y que esperen que el mercado responda para vender la tonelada de maíz por encima de los 5 mil pesos la tonelada.
Es evidente que las siembras de maíz se desplomarán en el 2024 si las cosechas de este año son mal pagadas, lo cierto que el productor no quiere seguir corriendo riesgo porque el gobierno federal no está dispuesto asumir ningún riesgo.
En el 2023 se cultivaron un millón 287 mil hectáreas, cifra que significa una reducción de 14.8 por ciento comparada con la cifra cultivada en el 2022, que sembraron un millón 510 mil hectáreas.
Los productores agrícolas están desmoralizados porque no encuentran una salida a la quiebra del campo sinaloense que viene por el desplome de los precios, los altos costos de producción, el elevado precio de la semilla y la falta de un esquema rentable que les pueda ayudar a vender bien su cosecha.
A estas angustias los productores particulares, que son los que aportan mayor volumen de maíz y trigo para el consumo nacional, tienen que agregar que los gobiernos estatal y federal, lejos de apoyarlos, los presionó y hasta los mandó amenazar para que dejarán las instalaciones de Pemex que tenían tomadas en el puerto de Topolobampo, Guamúchil y Culiacán.
Los productores están viendo como una acción “perversa del gobernador”, que le entregaron la representación para que hiciera las gestiones ante el gobierno federal y luego los abandonó y les dio la espalda.
De siempre, México ha importado los alimentos de Estados Unidos, en éste 2023 no será la excepción, el valor de la importación crecerá 27.4 por ciento.
La información recabada indica que en enero el gobierno de México importó un total de 2 millones 982 mil toneladas de granos básicos para atender la demanda de los mexicanos, una cifra superior a la importada en el 2022.
Los productores saben que entre más producción de grano que produzcan, mayor será la perdida, debido a que hicieron compromisos con créditos, que tendrán que pagar ante la banca.
En el escenario imaginario los que ganarán en esta comercialización volverán a ser los intermediarios y los industriales, que se están frotando las manos porque pagarán el mayor número de cosecha a un precio de alrededor de 5 mil pesos la tonelada, cuando el productor pide que le paguen 7 mil pesos por tonelada el maíz y 8 mil pesos por tonelada el trigo.