Entre la crema y nata, Mario Zamora se “acerca” al gobernador Rubén Rocha

Álvaro Aragón Ayala  

El Senador de la República, Mario Zamora Gastélum, de antigua cepa priista, levantó una tolvanera política al mandar una señal de su cuasi-morenización y/o simpatía hacia el comandante de la Cuarta Transformación en Sinaloa, y enviar la lectura de que sus confrontaciones políticas con Rubén Rocha Moya fueron metidas al baúl de los recuerdos para iniciar una etapa de civilidad política con el gobernador de Morena. 

Un enlace matrimonial, evento privado, familiarísimo, pero con un despliegue publicitario inusitado –únicamente el espacio digital Perfiles de El Debate difundió 85 fotografías-, paradójicamente cobró interés político por la presencia, ahí, entre la ricachada, de Rubén Rocha Moya y de otros personajes de la esfera política y empresarial, unos ligados al PRI y otros a Morena.  

El acercamiento estratégico de Rubén Rocha Moya con el Senador hizo crujir el proyecto mediante el cual Mario Zamora intenta apoderarse del PRI-Sinaloa. El legislador había marcado una accidentada distancia del gobernador, a la vez que se adjudica el control de un segmento de las “bases” priistas. Antes, los señalamientos de “morenos” había recaído nada más en los ex gobernadores Jesús Aguilar Padilla y Quirino Ordaz Coppel. 

En el 2021, Mario Zamora Gastélum, del PRI, disputó la gubernatura a Rubén Rocha Moya, de Morena-PAS, y fue derrotado, pero alimentó la versión de que su fracaso electoral obedeció a la injerencia del narcotráfico en las elecciones que, de acuerdo a las denuncias, le inmovilizó y “secuestro” a sus principales operadores políticos. En funciones de Senador del PRI hasta la semana pasada era un crítico de medio pelo del gobierno rochista. 

El gobernador Rubén Rocha acudió al evento en calidad de explorador político, incómodo ante el lucimiento de tanta riqueza. Ahí se topó con José Antonio Meade Kuribreña, el administrador intocable de la economía y las finanzas de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; con el “rey del carbón”, el Senador de Morena, Armando Guadiana Tijerina, y con la crema y nata de la sociedad sinaloense. 

La boda trascendió a los círculos políticos, no sólo por ausencia del pueblo al que Mario Zamora le ha pedido su voto en cuatro ocasiones– para diputado local, para alcalde, para senador de la República y para gobernador-, y por la presencia de Rocha, Meade y su esposa Sandra Cuevas, el carbonero; Manuel Añorve y Claudia Anaya del PRI y Carlos Mendoza, ex gobernador de Baja California. 

Para nutrir el prurito político, sobresalió la asistencia, también, de empresarios y agricultores de la talla de Ricardo Bours, Joel Valenzuela Jr., Juan Habermann, Ioannis Strambópulos, Javier Lizárraga, Ana Paola Ordaz Coppel, Eduardo Ortiz, Juan Manuel Ley Jr., Eduardo de la Vega y Santiago Gaxiola Coppel. Los grandes ausentes fueron, Heriberto Galindo, suplente de Mario Zamora; el embajador Quirino Ordaz, Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI, el ex gobernador Mario López Valdez y el alcalde de Ahome, Gerardo Vargas Landeros.  

A la señal de la cuasi-morenización de Mario Zamora y a la lectura de que ya metió al baúl de los recuerdos sus ataques contra Rubén Rocha, se suma la percepción social y política en torno al gen elitista del Senador, aún del PRI, quien se desenvuelve en el núcleo de la crema y nata y que únicamente baja a pedir el voto a las “bases” del PRI cuando anda en campaña política. 

Allá, en un rincón del jardín La Casona, lugar donde se celebró la boda, dos figuras, la de Álvaro Ruelas y Fernanda Rivera, puntas de lanza de Mario Zamora en su proyecto cocinado para apoderase del PRI-Sinaloa, se veían empequeñecidas ante tanta opulencia. De su presencia en el evento, hay poco registro, porque no fueron invitados a tomarse la foto con el gobernador Rubén Rocha Moya para no levantar más tolvaneras políticas.  

Share

You may also like...